“Creo que aprendí a tocar el piano antes de leer”. Así recuerda Juan Pablo Gavilanes Almeida su incorporación en la música desde muy temprana edad. Él forma parte de la cuarta generación de intérpretes y compositores en su familia, por lo que siempre ha sentido a este arte como algo natural.

Inició su preparación bajo la guía de su padre -también pianista- y la continuó con reconocidos maestros en Argentina y Madrid. Sin embargo, describe a este proceso como “muy sufrido”, ya que no contó con un mismo profesor por más de dos años.

Para Gavilanes, esto es lo peor que puede pasarle a un pianista, ya que lo óptimo es tener, desde muy chico, la guía de un profesor que pueda inculcarle una escuela que le permita incorporar lo antes posibles ciertas bases.

A pesar de ello, y con tan solo 34 años, Juan Pablo es uno de los mejores intérpretes de las obras del compositor francés Claude Debussy en escenarios nacionales e internacionales. La Casa de la Música, en Quito, y el Salón de Honor, en la Alcaldía de París son algunos de ellos.

Con motivo del centenario del fallecimiento del célebre músico, Gavilanes se encuentra en una gira por Europa y América presentando la Integral de sus Preludios, obra poco interpretada en público en su totalidad y que representa un hito en la carrera de cualquier concertista.

Son varias etapas para la preparación de un concierto, que inicia con la selección del repertorio. El músico debe llegar a la presentación resolviendo puntos que tienen que ver con lo técnico, lo mecánico y lo memorístico. Dependiendo del repertorio esto puede ser un trabajo que ocupe bastante tiempo y que requiere de mucha dedicación y esfuerzo, aspectos que definen a Gavilanes.

Para él, Ecuador es un país al que le hace falta crecer culturalmente. Comenta que hay ejemplos en el mundo de países que son pequeños pero que tienen una identidad tan fuerte que logran producir mucho, con una marca muy propia. Piensa que Ecuador está en ese camino, siempre y cuando logre un sistema donde haya un criterio elevado para saber discernir a quién se apoya. “He llevado a Europa música ecuatoriana, composiciones de mi padre y de mi abuelo. Entonces creo que Ecuador debería detectar dónde se está trabajando bien”.

Así, la pasión que lo caracteriza, conjugada con el amor a la docencia, le incentivaron a transmitir sus conocimientos a estudiantes selectos. “No más de cuatro o cinco alumnos”.

Además de la música, Juan Pablo se deleita con la lectura. Los relatos cortos son sus favoritos. El fútbol y la cocina también forman parte de los gustos del pianista: “Me salen unos espaguetis a la boloñesa y un fettuccine con champiñones bastante decentes”. (I)