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El diálogo de padres a hijos y dedicarles tiempo previenen las ideas suicidas

El diálogo de padres a hijos y dedicarles tiempo previenen las ideas suicidas
17 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Sociedad

Guayaquil.-

Al entrar a la casa como lo hacía todos los días, Laura (nombre protegido) llamó a su hija, pero ella no salió. Volvió a hacerlo y no apareció. Sintió enojo por un momento.

La sensación se transformó en pánico cuando corrió hasta la habitación.

El grito desgarrador de Laura frenó toda intención de la adolescente de ahorcarse para poner fin a la experiencia amarga que por años la atormentaba: la violación que sufrió por parte de su padrastro, en el norte de Quito.

No se trata de un cuento o de una escena de película, sino de uno de los 52 intentos de suicidio, de estudiantes, entre los 12 y 18 años, que llegaron este año hasta el consultorio del Programa Educativo de Psicología y Salud (Proeps) en la capital.

Según Napoleón Vásquez, director del Proeps, en lo que va de 2017, de los casos atendidos, cinco estuvieron relacionados con el juego de la ballena azul. En el año lectivo 2015-2016, en cambio, de los 168 intentos suicidas, 16 estaban vinculados.

Hay 2 medios -agrega- que llevan a los menores a ingresar a estos grupos.

El primero se da por la promoción internacional en las redes sociales y el segundo mediante la comunicación verbal que hace el menor que ya entró al juego dentro del aula de clases. “Por ejemplo, si un estudiante comparte su experiencia en el curso, seguramente ingresarán entre 40 y 60 menores”.

El problema surge cuando los niños y adolescentes tienen la  autoestima baja, son inseguros o han sufrido de violencia intrafamiliar. Entonces pasan a ser un potencial jugador de la ballena azul. “Su estado psicológico está negativo, débil y busca un alivio.  Por todos esos factores los creadores de estos juegos de la muerte tienen suficientes clientes”.

El Hospital del Niño Roberto Gilbert, de Guayaquil, no registra casos vinculados al juego,  pero sí han recibido en emergencia intentos suicidas de adolescentes que, mediante la ingesta de pastillas, veneno, cloro y hasta cortes en los brazos, buscaron terminar con su vida.

¿Por qué lo hicieron? Según la psicóloga clínica Daniela Mackenzie, del servicio de salud mental, entre las principales razones que respondieron estaban los problemas familiares, la separación de los padres, el maltrato intrafamiliar y el bullying.

Ella asegura que la persona que  creó el juego tiene rasgos perversos y psicóticos. “Ellos quieren capturar a gente vulnerable, ser vistos como el amigo que te entiende. Lo que ofrecen es darles un lugar y que el adolescente encuentre a ese ser que busca. Para otorgárselo les dan retos que terminan en la decisión de suicidarse”.

Por su parte, la terapista Marcela López, directora del área de prevención de la fundación Herencia Familiar, explica que los adolescentes experimentan una etapa de fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos, presión para lograr el éxito, inquietudes financieras y buscan reafirmarse a través de retos que los llevan a cortarse. “Hay que estar alertas, ya que no solo está ese reto, sino otros que atentan contra la vida e integridad de nuestros hijos. Por ejemplo, el beber agua hirviendo”.

Silvia Cedeño, psiquiatra del Hospital del Niño Francisco de Ycaza Bustamante, explica que las autolesiones superficiales, que pueden darse en la muñeca, brazos, antebrazos y muslo son un llamado que está pidiendo a gritos que le está pasando algo y necesita ayuda. “Los adultos  deben tener conocimiento de que el chico está vulnerable”.

Ella asegura que después de cortarse será más contundente su intento, que puede ir desde ahorcamiento o ingesta de veneno e incluso lanzarse de un edificio. Según la Organización Mundial de la Salud, el grupo etario entre los 15 y 29 años concentra el mayor número de intentos autolíticos (de suicidio). “Debido a que tienen un déficit emocional no sienten dolor. Cuando pasan por un cuadro de depresión, las sensaciones de dolor están disminuidas”.

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La prevención

En los últimos años, según López, se ha dado un incremento en los suicidios a causa del acoso escolar, retos en la red o el ciberacoso.

Para evitarlo -aconseja- hay que reforzar la comunicación y el manejo seguro en el uso de la tecnología al poner límites. “El juego fue diseñado para captar a jóvenes con tendencia suicida, en busca de aprobación, con una grave falta de comunicación y de control en el uso de redes”.

Mackenzie, en cambio, cree necesario que los padres hablen con sus hijos sobre el suicidio y sus riesgos y dejar de verlo como un tabú. “Si los menores no lo saben, van a acudir a preguntar a sus pares y se quedarán con el primer discurso que les den”.

Cedeño también recomienda  que en el hogar se hable de la existencia de este tipo de juegos  “para que cuando se toquen con esto, sepan qué tienen que hacer y cómo pueden reaccionar frente a una invitación”.

Asimismo, Vásquez aconseja  a la comunidad y a los padres de familia la importancia de detectar las señales que los hagan sospechar y proporcionarles ayuda. “Hay menores que tienen sentimientos de culpa y sufren de aislamiento social; esto hace que sean introvertidos y lleguen a cuestionarse: “¿Esta va a ser mi vida siempre? Mejor me voy de este mundo”. Luego conocen el juego y siguen las indicaciones que muchas veces terminan en suicidio”.

Hipatia Mendoza, del Hospital Universitario, responsable de terapia y rehabilitación de salud mental, detalla que el suicidio es multicausal. Para ella, el fenómeno de los retos en las redes sociales suma otro factor por el cual un niño o adolescente incurre en una acción autolítica.

Desde junio del presente año -cuenta- recibieron por parte del Ministerio de Salud (MSP) un comunicado en el que se dan pautas del manejo de casos relacionados con el juego.

Ella explica que hay una matriz en la que los psicólogos están obligados a reportar los casos que se detecten. “En toda entrevista  clínica se pregunta si el paciente ha escuchado de la ballena azul y qué piensa”.

Según Carlos Díaz, gerente del proyecto, creación e implementación de Servicios de la Red de Salud Mental Comunitaria y Centros Estatales de Recuperación de Adicciones del MSP,  tras la aparición de la ballena azul la institución trabajó con el Ministerio de Educación para identificar de manera oportuna los signos y síntomas que podrían constituirse en un factor de riesgo para el suicidio. Los equipos de los Departamentos de Consejería Estudiantil (DECE) de los planteles intervinieron en la detección.

“El fortalecimiento de los grupos de apoyo dentro de las unidades educativas es parte de lo que hemos realizado desde el MSP”.

Díaz explicó que, para la intervención y manejo de casos de intentos de suicidio y autolesiones, cuentan con centros específicos de servicio dentro del establecimiento de salud con personal capacitado.

Hay 700 psicólogos y más de 50 psiquiatras. Además de médicos y enfermeras capacitados para administrar fármacos. “Existen lineamientos claros para decidir si la intervención se hace de forma ambulatoria intensa o a nivel hospitalario”.

Revertir la depresión con afecto

Uno de los principales reclamos que hacen los niños a los padres es la falta tiempo, según  el psicólogo educativo Napoleón Vásquez. “Cuando se les pregunta qué les gustaría que les regalen ellos responden: ‘Quiero que mi papá sea mi primer maestro, mi primer confidente, consejero y amigo. No quiero regalos’”.  

Para corregirlo, el experto recomienda a los progenitores dedicarles 30 minutos a los menores para dialogar, jugar (dependiendo de la edad), hacer que se ría y goce.

Después de ese tiempo hay que revisarle las tareas. “Cuando llegan a la casa no es sano que lleguen como inspector o segundo profesor, sino como padres porque no les han alimentado de afectividad desde las 6 de la mañana que los dejaron”.

Asimismo, la psicóloga Mackenzie aconseja que se comparta la hora de la comida y hacer que el menor tenga un objetivo en la vida, por ejemplo, el deporte o una actividad afín a sus habilidades. (I)

La ingesta de veneno, como pesticidas, es uno de los medios que usan los niños y adolescentes para terminar con su vida. Foto: William Orellana / EL TELÉGRAFO

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