La farra en la cabaña de Tito Parrales era hasta que el siguiente día comenzara. Desde hace 18 años y hasta la noche del 16 de abril de 2016, este hombre administraba un bar a orillas de la playa de su natal Pedernales.

“Poníamos música a todo volumen y el ambiente se encendía”, recuerda Parrales, para quien el terremoto del año pasado significó el fin del que era su estilo de vida, lleno de amanecidas y bohemia.

Unos días antes del terremoto, él le fió 2 botellas con licor a un amigo y luego la historia tuvo un desenlace que marcó su vida. “Media hora después de que mi cliente estuviera en el local sufrió un accidente y falleció. Cuando me enteré fui de inmediato al lugar de los hechos y vi en el carro una de las botellas que yo le había dado... Desde ahí supe que tenía que dejar la venta de bebidas”.

El sismo le significó pérdidas a Parrales, no solo de dinero, sino de amigos y familiares. “Pero también me ayudó a tener un nuevo comienzo; de inmediato empezamos a trabajar”.

Debido al luto que se vivió en el cantón las primeras semanas, destaca que nadie quería poner ni siquiera música a alto volumen. Este comerciante decidió cambiar su negocio nocturno por un restaurante, al que le puso por nombre ‘7,8’, en recuerdo a la escala del terremoto.

“Ahora me duermo a las 23:00 y descanso tranquilo”, cuenta Parrales, quien no es el único que decidió dejar su negocio de bar nocturno en la playa y cambiarlo por la comida.

El santodomingueño Gualberto Garófalo, dueño del local Aventura, siguió la iniciativa de Tito, 2 semanas después de la tragedia, en mayo pasado.

“4 de 15 cocteleros mejor pusimos restaurantes. Ya no me desvelo y además tengo buena clientela”, resalta Garófalo, quien es el presidente de la asociación de los dueños de cabañas de la playa de Pedernales.

Gualberto rememora que hace un mes tenía ventas regulares, pero que una situación ha bajado las ganancias para las personas de la localidad: las manifestaciones en la capital.

“Ya dejen de tener confrontaciones; abandonen las calles y vengan a Pedernales. Esta situación nos afecta, porque desde Quito es de donde nos visitan muchos turistas”.

Garófalo destaca que la actividad para los restaurantes de la playa es normal. “Nos levantamos a punta de nuestro trabajo, ha sido duro, pero ahí vamos”.

Para Vinicio Alcívar, la venta de comida en el sector del parque central de Pedernales no ha variado. Indica que en la actualidad hay trabajadores de otras localidades que son parte de las obras de reconstrucción. Y eso es un impulso para su negocio y para el comercio local.

Su restaurante, Ankris, tiene 17 años en vigencia y está ubicado frente al parque, en la zona más bullanguera y dinámica, que está llena de comercios, tanto en locales como en pequeños quioscos en la calle.

“La situación va mejorando, el feriado de carnaval fue el mejor desde que pasó el terremoto; es más, fue mejor que el carnaval pasado, cuando todavía no había pasado la desgracia”.

Indira Puertas, directora municipal de Turismo, concuerda con Alcívar. Destaca que más de 50.000 personas acudieron a Pedernales en el último asueto.

De momento hay 23 hoteles, hostales y cabañas en funcionamiento. “Además, la plaza hotelera de Cojimíes (28 establecimientos) está intacta. Sí tenemos lugares para recibir a quienes quieran llegar a Pedernales para hacer turismo”.

Ya están activas 4.440 plazas hoteleras de las 7.000 que había antes del 16-A. “Ya hay hoteles que están en reconstrucción”, asegura Puertas, quien explica que la dinámica del turismo varió en los primeros 3 meses posteriores al sismo.

“Teníamos visitantes que llegaban por curiosidad, para ver cómo había quedado Pedernales después del terremoto. Ellos  han visto cómo día a día se levantan”. Ahora -acota- los turistas acuden a este balneario para disfrutar de su belleza.

La reconstrucción no se detiene

En las calles principales de Pedernales hay maquinaria trabajando todos los días de la semana. En octubre próximo se prevé que esté listo el alcantarillado de la localidad, obra que se realiza con una inversión de $ 18 millones, por parte de la Secretaría de la Reconstrucción y parte con inversión del GAD.

Gabriel Alcívar, alcalde de Pedernales, afirma que los trabajos en el cantón avanzan a buen ritmo. Destaca la construcción de 584 casas en los reasentamientos Nueva Chorrera y Nueva Pedernales, así como de la terminal terrestre, mercado y el centro comercial.

La inversión del Gobierno en la reconstrucción del cantón es de $ 110’722.620,08, que además incluye obras en infraestructura para educación, vialidad y la construcción de un hospital para la población.

“Estamos muy agradecidos por el apoyo que el Gobierno nos da; el trabajo que se hace en Pedernales es en conjunto”, manifiesta Alcívar, quien asegura que “la última obra a ejecutarse será la reconstrucción del Municipio. Hasta eso seguiremos trabajando en contenedores”.

Destaca el empuje diario de los comerciantes y dueños de negocios por salir adelante. “Está el puesto de los edificios que se cayeron, pero la gente sigue trabajando. Hay quienes han venido desde otras ciudades a realizar labores después del terremoto, porque somos una tierra de oportunidades”.

Uno de esos comerciantes que migró a Pedernales tras ese 16 de abril es Alejandro Trejo, quien hace 2 meses dejó su natal Santo Domingo para trasladarse a este balneario. “Aquí hay un nuevo comienzo y nos beneficiamos todos. Los vendedores de acá no son celosos, me abrieron las puertas. Pedernales lo levantamos entre todos”. (I)