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El cáncer se puede prevenir con una buena dieta
La alimentación juega un papel determinante en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, como lo sostiene un informe del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, donde se establece que 35% de los tumores malignos tiene un nexo con factores alimentarios.
De esta manera, se ubica a la alimentación como uno de los factores de riesgo tumoral más importantes dentro de los aspectos ambientales y prevenibles. Otro dato revelador es que un cambio en la dieta puede llegar a reducir la incidencia global de cáncer entre 30% y 40%, lo que equivale a entre 3 y 4 millones de casos en el mundo.
En general, las dietas hipercalóricas, las ricas en grasa y proteínas, son consideradas las más peligrosas, al igual que algunas formas de cocinar, como los asados al carbón, barbacoa y ahumados.
La ecuatoriana Francisca Cifuentes, nutrióloga del Centro Biyó, especializado en obesidad y sobrepeso, sostiene que cuando se habla de alimentos procancerígenos, hay que referirse inevitablemente a los productos procesados que contienen una mayor cantidad de químicos: enlatados, congelados y embutidos.
“Hay consumidores que incluso adquieren los vegetales congelados, pero es mejor optar por lo natural e incluso por lo orgánico”. Al referirse al consumo de carne, indica que, de acuerdo con la Agencia Americana del Medicamento (FDA, en sus siglas en inglés) solo es recomendable consumir este alimento dos veces a la semana, por la cantidad de toxinas que contiene. “Lo más preocupante es que las nuevas generaciones han aumentado la cantidad de proteína a 30% del valor calórico total y esto eleva el riesgo de padecer cáncer”.
Al contrario de los alimentos procesados están aquellos que tienen fibra, como las vitaminas y algunos minerales considerados protectores frente a la aparición de posibles tumores. Sobre lo que existe un consenso general es que los alimentos vegetales reducen el riesgo de cáncer, a diferencia del alcohol y las dietas ricas en grasas.
De igual manera, hay alimentos que ayudarían a reducir el riesgo de padecer cáncer de mama y de próstata, como las frutas enteras y los vegetales.
Una de ellas es el brócoli que, según la Universidad de Yale, en Estados Unidos, está en el primer lugar del top de alimentos capaces de prevenir el cáncer y mantener la salud.
De una lista de 25.000 productos analizados por el nutriólogo David Katz, de esta universidad, solo 15 tuvieron puntuación máxima, siendo el brócoli la estrella de la lista con 100 puntos. Este vegetal, en realidad, contiene un compuesto denominado ndole-3-carbinol, que no solo previene el cáncer, sino que también protege contra la radiación.
Además del brócoli, las nueces también son aliadas contra el cáncer de mama.
Una investigación, desarrollada en 2011 en la Universidad de Medicina de Marshall, en Virginia, ha vinculado el consumo habitual de estos frutos secos con la reducción de cáncer de mama en ratones.
El estudio, dirigido por la doctora Elaine Hardman, explica la capacidad que una dieta rica en nueces tiene para suprimir la formación de tumores en las glándulas mamarias.
Aunque no es concluyente sobre cómo afectan exactamente las nueces a las células cancerígenas, los resultados demostraron que, tras consumir lo equivalente a 15-25 nueces diarias, no solo se reduce la incidencia de tumores en 50%, sino también su multiplicidad y tamaño, incluso cuando existe una predisposición genética.
Otras investigaciones relacionan el consumo regular de nueces con una disminución del riesgo de padecer insuficiencias cardíacas, ciertos cánceres, cálculos biliares y diabetes tipo 2.
Además, el potencial antioxidante de las nueces es más elevado que el de otro fruto seco, ya que contiene entre 2 y 15 veces más vitamina E, a veces incluso más efectiva que la obtenida a través del pescado azul.
Las papas fritas y el cáncer
Aunque no existen estudios definitivos sobre la relación que existe entre el consumo de papas fritas y el riesgo de padecer cáncer, hay ciertos informes que muestran que comer al menos una vez en semana papas fritas, pollo o pescado y otros alimentos fritos en aceite abundante se asocia con un mayor riesgo de cáncer de próstata, además de que predispone a una evolución más agresiva de esta enfermedad. Uno de estos informes fue desarrollado por un grupo de investigadores del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de Estados Unidos.
Los académicos sospechan que cuando el aceite se calienta a temperaturas elevadas necesarias para freír los alimentos, se forman compuestos potencialmente cancerígenos como la acrilamida, presente en comidas ricas en carbohidratos, como las papas fritas. Lo mismo ocurre con la carne cuando se cocina a altas temperaturas. En este caso, también se forman los compuestos tóxicos en el aceite hirviendo y más aún si es reutilizado.
La OMS ya advirtió los riesgos
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) el comer carne procesada, como hamburguesas, salchichas u otros embutidos aumenta, de forma significativa, el riesgo de sufrir cáncer.
No solo incluye la carne entre los alimentos más cancerígenos para los humanos, sino que lo incorpora al grupo de sustancias más peligrosas para la salud, al igual que el humo del tabaco, el alcohol, el plutonio o el aire contaminado, entre otros más de 100 compuestos analizados anteriormente.
Otro factor determinante en el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer es la forma en la que se procesan y conservan los alimentos.
Así, por ejemplo, en los procesos de ahumado y asado se producen compuestos como los benzopirenos y las aminas aromáticas que se han relacionado con un aumento del riesgo para padecer cáncer de esófago y estómago.
Para evitar estos riesgos en la salud, las frutas y verduras han demostrado tener un efecto protector frente al desarrollo de la mayoría de los tumores; la fibra, por ejemplo, cumple un papel protector frente al cáncer de colon y recto.
Desde la Sociedad Americana del Cáncer también se insiste en la necesidad de aumentar el consumo de frutas y vegetales a 7 o más porciones al día.
Estos alimentos son bajos en grasa, altos en fibra y ricos en antioxidantes que combaten el cáncer. Entre los antioxidantes más importantes está el betacaroteno, que se encuentra presente, por ejemplo, en las zanahorias y otros alimentos de color naranja, y el licopeno, que se encuentra en el tomate y la sandía. Entre los alimentos que protegen de la enfermedad están los tomates, el aceite de oliva, los cítricos, los frutos rojos, las uvas, el pescado azul, el yogur o el ajo y las cebollas.
De la alimentación también depende que el número de personas con cáncer no se eleve. Así, a escala mundial, más de 10 millones de personas son diagnosticadas con cáncer cada año. Antes se pensaba que esta enfermedad solo podía ser transmitida por mutaciones genéticas; sin embargo, un nuevo estudio de la Universidad de Stony Brook, en Estados Unidos, indica que el 90% de los casos se debe al ritmo de vida. Así que comer y beber de manera saludable podría salvar muchas vidas. Si bien la alimentación es importante para prevenir el riesgo de cáncer, también lo es la dieta que siguen las personas que ya padecen esta enfermedad.
Los especialistas han concluido que la nutrición es una parte importante del tratamiento contra el cáncer.
Por lo regular, los pacientes de cáncer tienen dificultad para alimentarse de forma adecuada al punto de que la desnutrición se vuelve un problema frecuente en estos pacientes.
La desnutrición, en realidad, se presenta cuando no se ingiere la cantidad de alimentos que el organismo necesita para realizar sus funciones normales.
Como consecuencia, se genera un desgaste físico progresivo con debilidad, agotamiento, disminución en la resistencia a las infecciones y dificultades para tolerar el tratamiento contra esta dolencia.
Por este motivo, es importante comer bien mientras se recibe tratamiento para el cáncer. Eso significa escoger una dieta equilibrada que contenga todos los nutrientes que el cuerpo necesita, pero también quiere decir que la dieta sea rica en calorías para mantener su peso en el nivel adecuado y con las reservas de proteínas suficientes como para rehacer los tejidos sanos que el tratamiento daña.
En la actualidad, todavía hay especialistas que restringen el aporte proteico y calórico durante un tratamiento contra el cáncer, porque creen que la enfermedad progresa más rápidamente si el paciente recibe un aporte importante de calorías, pero esta afirmación es errónea.
Hoy en día, las sugerencias dietéticas para los pacientes en tratamiento pueden ser diferentes de las recomendaciones para la población sana. Los consejos habituales incluyen comer fruta, verduras y cereales, con una moderada ingestión de carne y productos grasos y derivados de la leche. Sin embargo, para los pacientes que están en tratamiento, las recomendaciones hoy se centran en ayudarle a comer alimentos ricos en calorías y proteínas y tomar más leche. Está claro que los productos que nos llevamos a la boca no solo inciden sobre la salud; hay alimentos que cumplen una función preventiva y que pueden evitarnos la visita al médico. (I)
Datos
Las carnes rojas y la comida procesada pueden causar modificaciones celulares conocidas como displasia o metaplasia en los intestinos y el estómago.
El consumo regular de carbohidratos refinados provoca 220% de aumento en riesgo del cáncer del seno.
Los endulzantes ricos en fructosa son más nocivos porque hacen que las células cancerosas se metabolicen rápida y fácilmente en el cuerpo humano. (I)