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¿Qué cantidad de azúcar consumimos?

¿Qué cantidad de azúcar consumimos?
25 de septiembre de 2016 - 00:00 - Amanda Granda

En todas las regiones del Ecuador es común acompañar un bolón de verde, una humita, una empanada o un sánduche con una taza de café que incluye una, 2, 3 y hasta 4 cucharaditas de azúcar.

A simple vista el consumo parece inofensivo, pero ¿qué pasa cuando ese ‘poco’ de azúcar se repite 20 veces al día, entre el té, el chocolate de la tarde, las gaseosas que se consumen a diario, el postre después del almuerzo, el yogur con frutas de la noche y un chicle?

El nutricionista Diego Balladares calcula que una persona promedio consume cerca de 61,3 kilos de azúcar por año. Unas 300-600 calorías por día. “Es muchísimo si consideramos que el azúcar no es un nutriente; solo un aditivo, cuyo único mérito es que provee de energía inmediata”.

Esa capacidad energética sirvió para que la neurocientífica Nicole Avena de la Universidad de Princeton revelara en un vídeo realizado para el canal de YouTube TED-Ed los daños colaterales de la sacarosa en el cerebro humano.

Homero Simpson, una víctima de la mala alimentación

¿Qué ingiere este personaje?

La alimentación de Homero es poco equilibrada. Su dieta incluye grandes cantidades de grasa saturada, hamburguesas, todo lo que provenga del cerdo, pasteles, chocolate; cualquier alimento grasoso, desde mantequilla hasta aceite de freír usado y, sobretodo, rosquillas. Una vez, cuando cambió el presente, casi enloquece al descubrir que, por lo que hizo, nunca se inventaron las rosquillas.

Bebe continuamente cerveza.

Su dieta no suele incluir fruta o verdura. En una ocasión se comió una manzana, pero hecha con cubitos de jamón e incluso fingió hacer dieta ingiriendo chile poblano, un pimiento verde, hasta hizo un coctel con él.

Enfermedades

Ha sido víctima de ataques cardíacos, es diabético y ha recibido golpes, cortes y heridas incontables. Tiene un solo riñón, pues el otro lo donó a su padre.

Peso y altura

Mide 1,83 metros y pesa 239 libras (unos 108 kilos).

La experta explica que al ingerir azúcar, la corteza cerebral activa los receptores del sistema de recompensas, lo que incita a comer aún más azúcar a consecuencia del engañoso sentimiento placentero que se experimenta. Este se debe a la liberación y al aumento de los niveles de dopamina, mensajero químico (neurotransmisor) del sistema nervioso central que altera la química natural del cerebro e induce a consumir más y más. Según su estudio consumir de vez en cuando un trocito de chocolate es inofensivo y placentero, pero cuando se pone a trabajar el sistema de recompensas con demasiada frecuencia los efectos son negativos.

La pérdida del autocontrol y la adaptación del cuerpo a un alto consumo desembocan en enfermedades como diabetes, depresión, ansiedad, pérdida de memoria, deterioro cognitivo o demencia; así como un mayor riesgo de tener alzhéimer.

La adicción al azúcar tiene tratamiento

Un grupo de expertos de la Australia’s Queensland University comparó los efectos de la abstinencia de azúcar con los que sufre una persona que deja drogas como la cocaína. Los científicos hallaron que los síntomas son parecidos.

El estudio demostró, que las drogas usadas para tratar la adicción a la nicotina también sirven cuando se trata de evitar los ‘antojos’ de azúcar.

En pruebas de laboratorio con roedores se observó que los animales se volvían dependientes del azúcar. La médico familiar Gissela Arco considera que el mismo comportamiento ocurre en los seres humanos con la comida, principalmente en casos de obesidad o algunos desórdenes alimenticios.

Además, el consumo excesivo de azúcar contribuye, de forma directa, al aumento de peso. “Y al igual que la nicotina, cocaína y morfina, eleva los niveles de dopamina”, indica la experta.

Al mismo tiempo, el nutricionista Balladares agrega que el azúcar es una fuente de energía para el organismo, a pesar de estar asociada a calorías vacías, porque no contiene vitaminas ni minerales.

“Es importante para el desarrollo, el crecimiento y para llevar a cabo muchas funciones del organismo. Sin embargo, un consumo excesivo desencadena serios problemas de salud. Por ello es vital controlar y limitar su consumo”.

Tips para superar el consumo

Para vencer cualquier adicción hay que estar firmemente convencido de la necesidad de hacerlo. Lo mismo ocurre con el impulso que lleva a tomar estos productos con nulo valor nutricional, explica el psicólogo Juan Carlos Villavicencio.

Él y Balladares sostienen que reducir el consumo no sirve de nada. Lo más efectivo contra las adicciones es cortar de golpe con aquello que las produce. Es decir, dejar de comer azúcar, productos de harina y edulcorantes artificiales, que ralentizan el metabolismo y almacenan grasa. La opción es sustituirlos por alimentos frescos y sanos, que aceleran el metabolismo y calman el ansia.

Arco indica que las calorías de azúcar líquido son aún peores que las comidas sólidas que contienen azúcar o harina. Los jugos, gaseosas, tés y cafés azucarados suelen ser la mayor fuente de calorías de este tipo en la mayoría de personas.

Balladares sugiere que el plan de eliminación del consumo de azúcar se debe realizar por 10 días y luego aumentar el tiempo.

Mientras una persona atraviesa el proceso de “desintoxicación” es importante aumentar la ingesta diaria de proteínas, porque estabilizan el azúcar en la sangre y los niveles de insulina, siendo una fuente de energía libre de carbohidratos.

Lo ideal sería empezar el día con huevos cocidos. Otras opciones son las nueces, las semillas, los frutos secos, el pescado y el pollo. Recomienda el consumo ilimitado de verduras, como brócolis, coliflores, coles, espárragos, espinaca, pimientos y champiñones. Al menos durante los 10 días del tratamiento hay que mantener distancia con los vegetales que contienen almidón, como las papas, las calabazas y las remolachas.

Las grasas también tienen “su lado bueno”. Aquellas presentes en nueces y semillas, aceite de oliva extra virgen, pescado y aguacate provocan la sensación de saciedad y estabilizan el nivel de azúcar en la sangre, lo que resulta clave en la conformación de la estructura celular.

El estrés influye

Villavicencio explica que la hormona del estrés —el cortisol— produce hambre y aumenta el riesgo de sufrir diabetes tipo 2. Por ello, resulta importante frenar esta situación apenas se advierte su presencia.

El psicólogo indica que realizar una serie de aspiraciones profundas produce una reacción metabólica en el organismo que intercambia el mecanismo dedicado a almacenar grasa por el responsable de quemarla.

Cinco respiraciones realizadas de forma lenta y con profundidad, antes de cada comida, ayudarán mucho. El poco o mal sueño también afecta. La falta de descanso de calidad produce un aumento de hormonas del hambre, así como una disminución de las hormonas encargadas de suprimir ese apetito.

Villavicencio explica que, al no dormir lo suficiente, el organismo busca energía rápida y esta se encuentra presente en el azúcar y en los carbohidratos refinados.

El consumo correcto

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no sobrepasar el 5% de la energía ingerida a partir de azúcares libres (los que no están presentes de forma natural en los alimentos y han sido añadidos en su producción).

A pesar de estas recomendaciones y según recoge la Alianza por el Control del Azúcar, su consumo ha aumentado 20% en los últimos años:

“La respuesta a esta aparente paradoja es simple: el azúcar ha desaparecido de nuestra vista, pero no de nuestra dieta. Hoy, más del 75% del azúcar que ingerimos nos llega incorporado en alimentos elaborados donde no lo vemos ni reconocemos”, señala el documento.

Pamela Fajardo, docente de la escuela de Nutrición de la Universidad Internacional del Ecuador, indica que el azúcar incrementa el aporte calórico, quita el hambre y reduce la ingesta de alimentos más ricos en nutrientes, lo que favorece una dieta poco saludable.

“Tenemos sólidas evidencias de que si mantenemos unos niveles de azúcares libres por debajo del 10% del total de calorías diarias se reduce el riesgo de sobrepeso, obesidad y caries”. Su colega Balladares reflexiona sobre los hábitos alimenticios de los ecuatorianos.

Indica que gran parte de la población toma, después del almuerzo, una tacita de café, pero desconoce que este imposibilita la absorción del hierro que proporciona la comida.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2013 señala que los ecuatorianos semanalmente destinan 3 horas para comprar comida y 10 para prepararla. ¿Por qué hay mala alimentación? El problema está en el consumo excesivo de carbohidratos (29%) y grasas (6%) en la población.

Los malos hábitos alimenticios producen obesidad y sobrepeso, según la Organización Panamericana de la Salud.

En Ecuador, Ensanut reveló que uno de cada 3 niños en edad escolar y 2 de cada 10 adolescentes padecen de sobrepeso u obesidad. Entre 1986 y 2012, el sobrepeso en el país se incrementó  en 104%.

A diario, los ecuatorianos consumen 183 gramos de frutas y verduras, la OMS recomienda 400 gramos al día. En cuanto a la fibra, solo una de cada mil personas consume lo suficiente.

El médico deportólogo Agustín Cajo agrega que el problema en el ser humano no está únicamente en el consumo de azúcar, sino en el exceso de carbohidratos que se absorbe a diario.

Por ejemplo, al comer arroz, tallarín y papas al mismo tiempo, estos productos se transforman en glucosa en el cuerpo y es asimilada como azúcar. De esta manera, el exceso da como resultado problemas de sobrepeso, obesidad o diabetes.

La industria del azúcar, cuestionada por soborno

A escala mundial, al año, la industria azucarera produce unos $ 170.000 millones de kilogramos de azúcar.

A este dato se suma la reciente publicación del New York Times y The Guardian en la que se señala que la industria de los carbohidratos sobornó a científicos para culpar a las grasas de los males cardiovasculares.

El reporte sostiene que la Sugar Research Foundation (SRF) financió docenas de estudios durante los años sesenta y setenta en los que se señalaba al colesterol y las grasas saturadas como las culpables, y se exoneraba, evidentemente, al azúcar.

El soborno fue descubierto por investigadores de la Universidad de California y publicado el lunes en el último número de la revista JAMA, de la Asociación Médica Estadounidense.

Un grupo de expertos de Estados Unidos pidió que, como en el caso de los cigarrillos, las bebidas azucaradas cuenten con una advertencia sanitaria para desincentivar el consumo.

En Ecuador, como parte del plan de acción para combatir el sobrepeso y la obesidad de la población se instauró el etiquetado de alimentos.

La viceministra de Salud, Verónica Espinosa, indicó que los resultados del etiquetado son a largo plazo. (I)

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