El Telégrafo
Ecuador / Miércoles, 10 de Septiembre de 2025

Pescadores de Santa Rosa son afectados por robos

Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
Los pescadores madrugan a sus faenas, muchos de ellos se quedan hasta 4 días en alta mar.
Los piratas despojan de sus embarcaciones a los trabajadores artesanales y se llevan sus productos.

El ruido de las lanchas a primeras horas de la mañana avisa del comienzo de las actividades pesqueras en el puerto de Santa Rosa, provincia de El Oro. Entre bromas  y risas, los pescadores se suben en sus embarcaciones con el fin de buscar el sustento para sus hogares.

Carlos Del Pezo, pescador y comerciante, dice que en tiempos de buena recolección inician sus actividades a las 06:00, sea sábado o domingo. “Embarcamos hielo, gasolina y también carnadas, salimos y nos ausentamos durante 3 o 4 días”.

El cantón Santa Rosa es un sector exportador de mariscos, de allí que el rubro más importante de ingresos económicos sea el que proviene de la pesca.

“Se comercializan productos como el dorado, gacho, espada, albacora, bonito, tollo, tiburón. Los comerciantes nos compran y se llevan a Guayaquil al mercado Caraguay. El dorado, en mejor estado, es para exportar a Estados Unidos o a Europa”, señala Del Pezo.

Pero mientras los pescadores artesanales trabajan, los piratas les roban sus motores y embarcaciones además del producto. Muchas veces bastan unos minutos en la bahía de Santa Rosa para conocer esta realidad. Allí se ven decenas de lanchas que no tienen motores y que se mantienen en el puerto sin que se les dé uso.

Simón González, otro pescador, asegura que hace poco una de sus embarcaciones fue asaltada por delincuentes. “Los piratas nos siguen atacando”, indica con profunda preocupación. Esa historia la comparte Pedro Rosales, quien dice que le robaron el motor y hasta la lancha.

Pero hay ocasiones en que los piratas van más allá. “El tapón de atrás se lo sacan para que la lancha se vaya a pique y se hunda. Me han robado todos los equipos de trabajo. Una embarcación bordea entre los $ 22 mil y $ 23 mil”.

Aseguran que durante los robos son maniatados y abandonados  mar adentro y que solo les dejan agua. Pero, pese a los riesgos que corren,  siguen ejerciendo esta profesión, ya que no conocen otra manera de vivir.

“Dejamos el material botado y salimos huyendo, nos dejan sin motor, sin nada, se nos llevan la comida, todo, nosotros no llevamos ni piedras para tirar, los piratas andan más armados que cualquiera”.

Este es un drama que se repite con la mayoría de pescadores, sin contar con las deudas que adquieren al comprar los motores.

“Tengo una deuda de $ 15 mil en un motor y una embarcación, y todavía no nos podemos recuperar de ese asalto”, dijo Rosales.

La flota existente en el puerto de Santa Rosa es de aproximadamente 900 embarcaciones, de las cuales 700 están operativas, tripuladas por 3 o 4 personas, que por lo general son familiares de los dueños.

Sobre los percances que sufren los pescadores y sus embarcaciones, según el biólogo Raúl Reyes Villarroel, técnico de Agroseguro, en  2016 se registraron 110 siniestros que contaban con el Seguro Pesquero, fueron indemnizados por $ 1’00.050, y 15 siniestros adicionales que no contaban con la cobertura de este seguro, pero que sí se denunciaron a la Fiscalía de los Espacios Acuáticos en la Capitanía.

Esta inseguridad que viven los pescadores en alta mar no solo se evidencia en el robo de sus instrumentos de trabajo; muchas veces son asesinados o les dejan botados a la deriva en medio del océano, terminan ahogados o rescatados luego de algún tiempo por embarcaciones de otros países.

Familiares de Manuel Mantuano, un pescador de 62 años, quien el año pasado fue asesinado a 60 millas del puerto de Santa Rosa, todavía claman justicia de las autoridades.

“Lo que exigimos los familiares y amigos de mi hermano es justicia, porque ya han pasado algunos meses y aún no se da con la identidad o el paradero de los asesinos, estos siguen libres haciendo de las suyas con los pescadores, robándoles y matándoles en alta mar”, comentó Carmen Oyola, hermana de la víctima. (I)