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Pese a todo, aún en las comunidades se bebe la chicha de yuca, un brebaje muy típico

La cultura shuar dialoga con la modernidad

Las comunidades shuar temen que en el futuro su vestimenta y sus tradiciones desaparezcan por la influencia de la modernidad. Foto: José Luis LLivisaca |  El Telégrafo
Las comunidades shuar temen que en el futuro su vestimenta y sus tradiciones desaparezcan por la influencia de la modernidad. Foto: José Luis LLivisaca | El Telégrafo
23 de febrero de 2014 - 00:00 - Cristian Jaramillo, Esteban Gordillo. Universidad Católica de Cuenca

Ubicados en pequeñas comunidades, rodeados de árboles, ríos y colinas que limitaban con el horizonte, con sus rostros pintados, con una lengua ancestral, acostumbrados a cazar y a movilizarse por sí mismo, viven las comunidades  shuar, en la provincia de Morona Santiago.

A 30 minutos de la ciudad de Macas se encuentra la comunidad de Kusuim, asentada a orillas del río que lleva su mismo nombre.

Luis Jimpikit, uno de los comuneros, con un poco de su bebida tradicional, la famosa chicha de yuca, aceptó  ser guía en un recorrido por esta zona.

Entre risas y conversaciones, por un ‘hueco’ de una de las casas, se asomó una niña, que en su mirada denotaba la tristeza de este sector. “Este es un pueblo guerrero, rico en idioma y tradiciones, es un pueblo protector de sus terrenos y particularmente de la selva”, comentó Luis.

Cerca de su casa vive Kayap, el padre de Luis, un anciano que habita desde hace 62 años este lugar, es decir, fue uno de los primeros en llegar a este sitio junto con su familia. A pesar de su edad, habla el español, sin dejar de lado su lengua original, el shuar, pero siente que ha perdido una parte de él.

Las constantes visitas de turistas le han obligado a narrar sus historias, sus andanzas y sus anécdotas en un dialecto ajeno al suyo.

En las comunidades hay preocupación, los habitantes creen  que su identidad tiende a perderse en el futuro.Contó que su padre era Nekamin (hombre sabio) y que muchas veces él asistía a reuniones donde todos cantaban, comían y bailaban. Con una sonrisa recuerda la primera vez que tomó ayawaska y contactó a su interior: “Tenía 13 años y mi padre me dijo que debía ser hombre y conocer al guerrero que estaba en mí. La dosis no fue tan alta, pero sí  fuerte, desde que tomé ayawaska hasta que desperté no recuerdo más”. “Estas experiencias causan alegría a quien las escucha, pero a la vez causan angustia, porque pueden ir desapareciendo conforme el tiempo vaya avanzando”, dijo Luis.

Según Kayap, los lejanos días en los que él andaba con su padre eran muy distintos a como son actualmente: “Nosotros andábamos todo el día en busca de comida, solo regresábamos a casa para dormir. Ahora la comida no se busca, es comprada, ni siquiera en nuestra comunidad salimos a cazar”, dijo.

El anciano shuar, con su rostro cansado por el paso del tiempo, agregó que es importante que los  jóvenes se preocupen por aprender y practicar tradiciones que se están olvidando, que se están perdiendo. “Nuestra cultura no debe perder su riqueza étnica”, expresó.

Costumbres como la ‘tzantza’ (reducción de cabezas), la caza, la vestimenta, la música, la danza, entre otras, van desapareciendo, poco a poco,  entre los pueblos shuar, aunque se ha intentado recuperar mediante programas culturales ejecutados en comunidades, pero no han tenido los resultados esperados.

El idioma y las tradiciones

Palabras como nantar, que significa piedra preciosa; nandu, que es igual a luna; amarú, que quiere decir  boa; tuntiak,  arco iris; yumi, lluvia; etza,  sol; y muchas más del vocablo  shuar han  desaparecido con las nuevas generaciones, que prefieren emplear expresiones nuevas y adquiridas en lugares ajenos a sus comunidades, según  Luis.

Las modernas vestimentas de los jóvenes, han sustituido a sus rostros pintados, sus cuerpos ya no están cubiertos con mullo, sus cabezas lucen peinados modernos y en sus manos portan aparatos de última generación.

Quizá el desarrollo ha tenido mucho que ver con la situación que vive no solo este pueblo, sino muchas comunidades ancentrales ecuatorianas, y particularmente amazónicas.

La influencia  de culturas urbanas ha dado lugar a  nuevas actitudes. “Nosotros estamos viviendo lejos, pero no por eso debemos continuar viviendo como nuestros abuelos, necesitamos vivir bien, donde podamos trabajar y ganar dinero”, señalaron los jóvenes.

Luis, que es joven, piensa que no está mal que la juventud de su pueblo salga adelante, pero señala también que no es correcto que  se olviden “quiénes son y su origen”.

“El dinero nos ha ayudado mucho, porque el trueque ya casi nadie lo practica, pero así como nos ha ayudado, también ha corrompido a muchos hermanos y compañeros. Muchos se han ido y no han regresado, otros se van y vienen con nuevas palabras y cosas desconocidas para quienes decidimos cuidar  nuestras cosas”, manifestó Luis, quien considera que los cambios a los que han sido sometidos en estos últimos años, son los motivos por los cuales se está perdiendo las tradiciones de sus ancestros.

Para Francisco, otro de los comuneros, la pérdida que está sufriendo su pueblo no ha sido completamente para mal. “Muchos de nuestros compañeros ocupan cargos importantes y nos representan. Ellos saben lo que necesitamos y exigimos. Si bien están donde están, es por su esfuerzo y dedicación, pero incluso en esos casos siguen practicando lo aprendido de sus padres o abuelos”, afirmó.

Para los habitantes de las comunidades shuar,  muchas de esas  tradiciones están quedando en el olvido por las nuevas generaciones, que llegan con distintas actitudes y costumbres adquiridas. “Posiblemente, con el pasar de los años, todo lo que ha sido nuestro desaparecerá totalmente”, señaló con tristeza Luis.

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