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Hay casos en que los abuelos toman a cargo la crianza de los recién nacidos

¿Cómo cambia la vida del adolescente que se convierte en padre?

Muchos de los padres jóvenes tienen que abandonar sus estudios para poder mantener su nuevo hogar. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
Muchos de los padres jóvenes tienen que abandonar sus estudios para poder mantener su nuevo hogar. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
28 de junio de 2015 - 00:00

Sin haber acabado el colegio y sin tener un sustento de vida, en esa etapa de la juventud algunos adolescentes ecuatorianos se convierten en padres.

Ante la noticia, unos asumen la responsabilidad y otros huyen de un compromiso que es para toda la vida. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Inec), más de 122 mil madres en el país son adolescentes.

Hay campañas en colegios, institutos e incluso en medios de comunicación que animan a utilizar preservativos para evitar embarazos no deseados y prevenir el contagio de enfermedades de transmisión sexual. Pero esto no parece haber modificado radicalmente las cifras del embarazo adolescente en el país.

Una de las causas detrás de estos números es la falta de educación sexual en el entorno familiar; en muchos casos los padres evaden este tema y dejan que los maestros se hagan cargo de ello.

Como indica el psicólogo Oswaldo Saquicela: “Los adolescentes tienen la libertad de elegir el camino de su vida, pero sus sueños se truncan al momento de enterarse que van a ser padres a temprana edad”.

Las jóvenes embarazadas interrumpen sus estudios junto con su pareja para poder mantener a sus bebés, algunos solos, otros apoyados por sus padres.

“Al nacer el bebé, en muchas ocasiones, es criado por los abuelos, por las mamás o cualquier familiar cercano de los jóvenes padres; esta es una opción que en la mayoría de los casos es escogida ya que un adolescente lo que quiere es divertirse sin tener responsabilidad alguna”, dice Janeth Campoverde, médica especialista en adolescentes que trabaja en el Área de Salud N° 1 de Cuenca.

Para Campoverde, ser padre o madre adolescente no es una condena, ya que existen varias formas de salir adelante, ya sea con ayuda de sus familiares o tal vez solos.

Pedro (nombre ficticio) no pensó jamás en un aborto cuando su enamorada le contó que estaba embarazada.

Aunque admite que fue irresponsabilidad empezar su vida sexual tempranamente, él siempre tuvo en su mente la idea de tener un bebé con su novia.

Su vida ha cambiado completamente: “Ahora sé lo que vale un dólar, no como antes que lo despilfarraba”, dice con una sonrisa.

Actualmente Pedro sustenta económicamente a su familia mientras termina sus estudios con la ayuda de sus padres. Su esposa estudia a distancia. En este caso, los padres de ambos quisieron que se casen, lo que no fue complicado ya que la pareja estaba enamorada.

Andrea (nombre ficticio) quedó embarazada de su novio a los 16 años. “Eso le pasa por hacer cosas que no debe y ahora tiene que casarse con el mocoso ese”, dice su madre con desprecio.

Pero los padres del “mocoso” no quieren que se case porque es demasiado joven para asumir esta responsabilidad. Andrea no cree aún lo que le está pasando.

Carlos vive en unión libre con su pareja. Ellos tuvieron a su hija a los 16 años y ahora ya tienen 20 años. Nunca pensaron en casarse. “Un papel firmado no te hace ni más ni menos delante de tus hijos mientras les demuestres cariño y amor”, señala el padre de la niña.

Los casos cambian según cada familia, las creencias religiosas y la comunicación que tengan padres e hijos. (O)

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