Buenaventura fue declarada como parroquia urbana el 22 de abril de 1953. Sin embargo, la festividad se trasladó al 14 de julio porque, según el calendario católico, ese día está dedicado a San Buenaventura.

‘El doctorcito’, como lo llama  cariñosamente la población local, es objeto de una profunda devoción y por esa causa fue escogido como patrono de esa jurisdicción. En el templo se exhiben cientos de placas de agradecimiento.

La historia cuenta que Juan de Fidanza (San Buenaventura) nació en Italia en 1218 y fue un niño muy enfermo.

Sus padres, ya desesperados, le pidieron a San Francisco de Asís que lo curara y a cambio le prometieron que tomaría los hábitos franciscanos menores.

“¡Oh Buenaventura... qué maravilloso suceso!”, habría manifestado San Francisco, tras la mejoría del pequeño, por lo que a continuación adoptó el nombre de Buenaventura, cuya imagen llegó primero a la parroquia Alaquez hace 200 años.

Los lugareños aseguran que la fiesta de la Mama Negra se originó en esta jurisdicción.No obstante, los pobladores del pequeño pueblo vecino se la llevaron pues consideraban que era milagrosa. El poblado creció, adoptó el nombre de su patrono y se constituyó en lo que hoy es la parroquia San Buenaventura.

Desde entonces, cada domingo a las 11:00, se celebra la eucaristía con la participación de cientos de devotos que, tras la ceremonia, disfrutan con las viandas de la serranía: fritada, tortillas de maíz, caucara, yaguarlocro, ají de cuy, mote con chicharrón y chicha de jora. 40 comerciantes se organizan con anticipación para tener a punto los platillos para los rituales religiosos domingueros.

Nélida Molina, de 60 años, es una de ellas. En una vasija de barro, con capacidad para 20 litros, guarda la colada morada que comercializa todos los domingos del año, sin importar si es o no el día de  Finados.

Esta mujer cosecha el maíz, lo tuesta y lo muele en su propiedad, por eso, según su opinión, “la colada siempre esta fresca”.

Mercy Martínez, oriunda de San Buenaventura, es la dirigente de las ‘comideras’. Cuenta que hace 18 años  la gente llegaba únicamente para participar en la eucaristía y después se marchaba. “Para nuestra fortuna, la cooperativa de buses Citulasa amplió la ruta hasta el centro de la parroquia, esto impulsó el turismo religiosox que luego se complementó con los negocios de comida”, dijo Martínez.

Según la comerciante, por lo menos 2.000 personas llegan los domingos. El resto de la semana los vendedores se dedican a las labores agrícolas ya que, según Giovanni Cóndor, dirigente barrial, el 80% de los más de 18.000 habitantes vive de la labor del campo.

Uno de los platillos preferidos por los turistas locales y nacionales son las tortillas de palo (tortillas de maíz). Su característica es que son tostadas a leña en un pailón de 30 centímetros de diámetro.  

En julio, durante las fiestas patronales y de parroquialización, los oriundos de esta tierra celebran con bandas de pueblo, castillos, chamisas, bailes, desfiles y la tradicional Mama Negra, que a decir de los moradores más antiguos, tendría su verdadero origen en ese lugar.

La leyenda cuenta que durante la época de la Colonia existió una mujer de raza negra que era esclava de una de las tantas haciendas de la zona.

Su carácter aguerrido y su valentía le permitieron liderar a un grupo de esclavos de la opresión de los blancos.
Tras varias confrontaciones consiguió la libertad, tras la victoria la mujer fue cargada en hombros, por lo que más tarde se la recordaría con desfiles y comparsas.

Con el transcurrir del tiempo las comerciantes del mercado Pichincha, en el barrio La Merced (Latacunga), la mayoría oriundas de San Buenaventura, empezaron  la celebración de su pueblo en honor a la Virgen de Las Mercedes.

Según Alcides Panchi, morador longevo, esta sería la causa por la que la Mama Negra se festeja en Latacunga, “pero esta celebración nació en San Buenaventura”, reiteró.