El martes de Semana Santa es para el pueblo católico de Riobamba una de las fechas religiosas más importantes y se constituye en un momento de recogimiento y respeto a las tradiciones que llegaron con los españoles y fueron matizándose con las creencias indígenas, logrando plasmar detalles particulares  del mestizaje andino.

La víspera,  al llegar  las 10:00, las puertas se cierran en la Iglesia de la Concepción. Entonces, las Hermanas Conceptas se alistan para bajar del Altar la imagen del Señor del Buen Suceso, venerada desde hace más de 300 años, para colocarla en andas, adornar el nuevo aposento con flores y dejar todo listo para la procesión de hoy, en que    recorrerá las calles de la ciudad.

En días como hoy se vive un movimiento agitado en los alrededores del templo. De diversos lugares van llegando poco a poco las hermandades representativas de cada parroquia y cantón de Chimborazo, que de una a una van colocándose en su lugar;  también se hacen presentes  comitivas estudiantiles,  autoridades y finalmente la representación religiosa. Al momento de salir del templo, los devotos se santiguan y una lluvia de pétalos empieza a caer.

El repique de una campana da la señal para que los hombres que llevan la imagen en sus hombros empiecen a caminar. Otro sonido más es la señal para detener la marcha por breves momentos. La escolta que acompaña a la imagen es númerosa, porque muchos piden cargar al Altísimo, mientras que alguna mujeres buscan permanecer bajo las andas.

Calos Silva ha cargado al “Ecce - Homo” de la ciudad durante 22 años. “Es una confianza que uno tiene con el Señor; he recibió muchas cosas de él, nunca me ha faltado nada. Me agrada llevarle y seguiré hasta cuando Dios me dé fuerzas”.

En la procesión participan también los cucuruchos, hombres sin rostro de traje morado, de capuchas puntiagudas blancas, de manos cubiertas con guantes blancos, cuya razón de ser  está escrita desde los tiempos de la vieja España.

Antonio Vacacela, miembro de la Hermandad de la Santísima Virgen de Licto lleva 60 años como cucurucho, una tradición que la heredó de su abuelo y espera pasarla a sus nietos y bisnietos.

Los cucuruchos son los guardianes de la Virgen María y es por eso que su vestimenta tiene detalles particulares como lo indicó Antonio, uno de sus más antiguos exponentes.

“La vestimenta es parte de la devoción a la Santísima Virgen. El viernes de concilio, ella se viste de morado y por ende nosotros nos vestimos de morado y el atuendo blanco representa el pañuelo para secar sus lágrimas… Esta es la devoción a ella, que es la única que nos da  todo el aliento en esta vida”.

Y mientras la imagen de Cristo cumple su recorrido, en el templo se vive otra historia. Las Hermanas Conceptas permanecen en oración hasta  que el Señor retorne a su altar,  Y se dé paso a la gran misa campal en la Plaza de la Concepción.