Ecuador / Sábado, 04 Octubre 2025

La Ipiales nació de la costumbre del 'cacho'

Aunque la crisis ha disminuido las ventas, los comerciantes dicen que tener un local aún es un buen negocio.
Foto: Daniel Molineros / El Telégrafo
Decenas de vehículos llegaban en los 60 a la zona de El Tejar cargados de productos colombianos de contrabando.

Caminar por el mercado de la calle Ipiales no es igual a como solía ser  hace 10 o 15 años. En aquella época, la zona era un hormiguero en el que se confundían cientos de compradores con los vendedores del lugar y alguno que otro comerciante informal.

Hoy, aunque no faltan clientes, transitar por los 3 pasillos del sitio resulta fácil a pesar de la cercanía del inicio de clases.

Gloria Cárdenas, presidenta de la asociación de comerciantes, dice que, a pesar de todo, todavía es un buen negocio tener un local. “No chorrea (el dinero), pero gotea. Hay que tener paciencia y tratar bien a los clientes”.

La dirigente, una de las fundadoras del mercado, cuenta que llegó a la zona en 1965, cuando tenía 16 años.

Lo hizo atraída por ‘el cacho’, como se denominaba a la reunión de vehículos que traían mercadería de contrabando desde Colombia. “Los cacharreros traían en las ‘papayas’ (carros) llantas, telas, toallas, pasta de dientes, brillantina y más cosas”.

Ciento ochenta de quienes compraban la mercadería colombiana empezaron “espontáneamente” a ocupar para sus ventas lo que entonces era simplemente la calle Ipiales, que conectaba a la Chile con la Mideros.

Utilizaban, en principio, bancos para ofrecer sus productos. Luego realizaban sus ventas debajo de carpas y guardaban sus mercancías en lugares cercanos que alquilaban como bodegas.

El recientemente fallecido Álvaro Pérez Intriago fue el primer alcalde que los reconoció y los ayudó a que construyeran los quioscos en que venden hasta la actualidad. El número de integrantes de la asociación también ha variado. De los 180 iniciales, pasaron a 240, luego a 320 y hoy son 402.

Los comerciantes de la Ipiales aspiran a mejorar las condiciones en las que trabajan. Tienen el proyecto de construir su propio centro comercial, similar a los centros comerciales del ahorro, en el espacio que ocupan.

Cuentan con los permisos de construcción, pero la crisis impide que todos los agremiados puedan reunir los $ 6 mil que costaría cada local de venta. Por ello buscan que la Alcaldía les conceda escrituras de sus negocios a fin de poder negociar créditos y empezar la obra. (I)