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El Telégrafo
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áreas como cotocollao y rumipamba habrían recibido los efectos de eventos naturales en el pasado

Los vestigios históricos muestran una urbe vulnerable a desastres

Los hallazgos arqueológicos en el parque Rumipamba muestran la interacción del hombre y la naturaleza.
Los hallazgos arqueológicos en el parque Rumipamba muestran la interacción del hombre y la naturaleza.
Foto: Fernando Sandoval / EL TELÉGRAFO
13 de mayo de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

Jorge Mosquera (78 años) es originario del sector de Cotocollao, ubicado al norte de Quito. “Nací aquí cuando esto era todavía un pueblo lejos de la ciudad; bien diferente a lo que es ahora”.

A pesar de que ha vivido toda su vida en la zona, don Jorge desconoce que el Atlas de Amenazas Naturales editado por el Municipio de Quito muestra al área con un alto nivel de riesgo frente a movimientos de masa (deslizamientos).

En su memoria solo conserva el recuerdo del aluvión ocurrido en la quebrada Rumihurco (sobre la av. Mariscal Sucre) en la década de 1980, como un hecho de ese tipo. El peligro existe, sin embargo, como lo muestran los estudios de seguridad realizados en la zona.

Los vestigios históricos muestran, además, la susceptibilidad del sector a riesgos volcánicos.

La cultura Cotocollao, bautizada así por su relación geográfica con la actual zona urbana capitalina, habría habitado el área entre el año 1.500 y el 500 a. C.

El sitio fue considerado por mucho tiempo como el primer asentamiento aldeano descubierto en el callejón interandino y la primera población de Quito.

Arqueólogos e historiadores coinciden en establecer que la causa de su desaparición o reubicación fueron probablemente los lahares provocados por una erupción del Pichincha.

Además, según el Instituto Geofísico, la gran erupción del Pululahua, que afectó a culturas lejanas como la Chorrera, habría contribuido alrededor de la misma época al alejamiento de estos pobladores primigenios de Quito.

Otro ejemplo de la vulnerabilidad histórica de la ciudad ante eventos naturales son los descubrimientos arqueológicos del parque Rumipamba, ubicado en la zona occidental de la urbe.

El área, ubicada a lo largo de la av. Mariana de Jesús, muestra signos de ocupación en varios períodos históricos. En 2014 se dio a conocer el hallazgo por parte del investigador Ángelo Custode y su equipo de un esquema de urbanización de alrededor del año 2.200 a. C.

Junto con el trazado de casas y utensilios usados por quienes habrían sido los primeros habitantes de Quito, se encontraron rocas volcánicas provenientes del Pululahua y del Pichincha que habrían cubierto este asentamiento.

La abundancia de material volcánico producto de diversas erupciones habría sido la causa, por un lado, de los periódicos asentamientos en la zona, pues les proveían de material para sus herramientas.

Y por otro, habría originado el nombre con el que se conoce a la zona  y que, en kichwa, significa: rumi (piedra) y pamba (valle o planicie).

Se han encontrado vestigios, además de los anteriores, correspondientes al período denominado Formativo Tardío, desde el año 1500 a. C. al 500 a. C.

También se han hallado restos de la época de Desarrollo Regional, desde entre los años 500 a. C. al 500 d. C. Además, hay signos de habitación del período de Integración, desde el 500 d.C. a 1500 d.C.

Estos asentamientos, sin embargo, desaparecieron en gran parte por el efecto permanente que habrían tenido los volcanes que rodean a la zona, de acuerdo con una hipótesis aceptada. (I)

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