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Se propone exonerar de la medida a los vehículos con más de 2 pasajeros

Rodas plantea excepción del Pico y Placa al Concejo

Versiones de ciudadanos señalan que hay menos rigurosidad en los controles en las vías quiteñas. Foto: Archivo/ El Telégrafo.
Versiones de ciudadanos señalan que hay menos rigurosidad en los controles en las vías quiteñas. Foto: Archivo/ El Telégrafo.
11 de septiembre de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

El alcalde Mauricio Rodas prevé que el Concejo Metropolitano debata hoy una ordenanza para exonerar del Pico y Placa a los automotores particulares que transporten a más de 2 personas.

La norma, conocida como vehículo compartido, ocupa el puesto número 12 en el plan de trabajo de la actual autoridad quiteña.

La propuesta generó críticas desde un principio por las dificultades que acarrearía su ejecución.

El 9 de mayo, el exalcalde Augusto Barrera se preguntaba “¿cómo van a hacer los agentes civiles de tránsito para saber al final del recorrido, cuando el conductor es el único pasajero del automotor, si se trata de un vehículo compartido, y que, por tanto, está exento del Pico y Placa basados únicamente en la palabra de quien lo maneja?”.

Ante ello, el proyecto de ordenanza elaborado por la actual Alcaldía establece que solamente los vehículos en los que el número de viajeros no disminuya de 3 entre el origen y el destino sean exonerados de la restricción.

No obstante, la aplicación de la reforma supondría dificultades en la práctica, pues no guarda relación con los hábitos de desplazamiento de los quiteños.

Un conteo realizado ayer por este Diario a la altura del peaje de la avenida General Rumiñahui, que conecta a Quito con el valle de Los Chillos, permitió establecer que un promedio de 1.300 automotores ingresa cada hora por ese punto al centro urbano de la capital.

De ellos, unos 1.200 están ocupados por una o 2 personas, es decir que no entrarían dentro de la excepción del Pico y Placa.
Andrés Sabando, quien ayer se dirigía desde su vivienda ubicada en el sector de Capelo a una reunión de trabajo en el barrio La Floresta, señaló que le parecía muy difícil de aplicar la exoneración al Pico y Placa. “En mi caso, por ejemplo, por cuestiones de trabajo voy a diferentes horas y en diferentes días a Quito, por lo que me resultaría muy difícil reunir a otras 2 personas para que me acompañen hasta la ciudad y evitar así el Pico y Placa. Lo que suelo hacer es pedirle prestado el carro a mi esposa; por fortuna, nuestras placas terminan en números diferentes”, señaló.

En tanto que Laura Cepeda apuntó que ella se traslada casi todas las mañanas luego de las 07:00 con su hija Carolina hasta la Universidad Católica, donde esta última estudia, y que luego regresa a su casa. Los días en que el vehículo no puede circular, Carolina se desplaza en transporte público. “Suponiendo que consiguiéramos a un pasajero extra que fuese cerca de la Católica con nosotros en los días en que tengo Pico y Placa, cómo regresaría luego al valle”, indicó la mujer.

A ello se suman las dificultades de control que tendría el Cabildo, según versiones de ciudadanos, tras la aprobación de la rebaja del 50% en el costo de la multa por infringir el Pico y Placa, otra de las promesas de campaña de Rodas. Este medio solicitó al Municipio esta semana estadísticas comparativas sobre el número de infractores, pero la información no fue facilitada hasta ayer.

Los controles son más ligeros en la Zona Azul

A las 17:00 del martes, en la zona de parqueo municipal tarifado de la calle La Niña había unos 50 vehículos. De ellos, solo 7 exhibían en sus parabrisas el papel que los habilitaba a estar en el sitio.

El encargado de vender los tiquetes no asomaba aunque el horario concluye a las 18:00. Un hombre con gorra azul y camiseta habana que fungía como guardia, dijo que su compañero se había ido hacía tiempo.

La situación se repetía varias cuadras a la redonda y solo permanecía en su sitio el encargado de la calle Mariano Aguilera.

El hombre afirmó que desde la rebaja de las multas al 50% y la eliminación de los candados de inmovilización, el tema desmejoró. “Algunos compañeros trabajan cuando quieren y se van cuando quieren. Además, algunas personas no pagan y otras pagan por una hora y se quedan más tiempo”, reclamó.

La visión fue compartida por un distribuidor de los alrededores de la Clínica Pasteur, quien puntualizó que los supervisores solo aparecen cuando ocurre “algo grave, como el choque a un carro”.

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