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El “grito” tuvo su efecto: la soberanía

El “grito” tuvo su efecto: la soberanía
15 de febrero de 2012 - 00:00

El 15 de febrero de 1812 se suscribieron en Quito  los principios ideológicos que años más tarde alimentaron el fervor independentista que concluyó, el 24 de Mayo de 1822, con la Batalla de Pichincha.

Bajo el título de  “Pacto Solemne de Sociedad y Unión entre las provincias que forman el Estado de Quito”,  quedó avalada la primera Carta Política del Ecuador  y que hoy se conoce como la  Constitución Quiteña de 1812.

Para los historiadores se trata de la Constitución Política más revolucionaria de la época, porque en   54 artículos recoge dos principios fundamentales: soberanía y libertad.

La sociedad de 1812 estaba marcada por el regionalismo, la fidelidad a la Corona española y la dependencia administrativa a la Real Audiencia de Quito. En ese escenario, el Congreso, entonces presidido por el obispo José Cuero y Caicedo, dio paso a la Constitución de Quito, que en su parte medular establecía: la soberanía del pueblo sobre el Rey Fernando de España; declaró como  provincias libres a las ocho que formaron el Estado de Quito y constituyó un Gobierno propio, preceptos revolucionarios para la época.

La Real Audiencia de Quito estaba formada por diversos polos de desarrollo:  Pasto, Guayaquil,   Manta y Portoviejo, Cuenca y Loja, y Quito,  en donde se concentraba el valor  intelectual  de la época.

El nuevo  Gobierno ya planteaba un modelo republicano, pues constaba de poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero, quizá, el aspecto más reaccionario de aquella  Constitución se plasmó en torno a la fidelidad al Rey.

El artículo 5 reza:  “En prueba de su antiguo amor y fidelidad constante a las personas de sus pasados Reyes; protesta este Estado que reconoce  por su Monarca al señor don Fernando Séptimo, siempre que libre de la dominación francesa y seguro de cualquier influjo de amistad, o parentesco con el Tirano de la Europa pueda reinar, sin perjuicio de esta Constitución”.

Según el historiador Juan Paz y Miño, la Carta Política  condicionó  el respaldo a la Corona a  que no esté vinculada  con Francia,  no tenga  amistad ni parentesco con Napoleón Bonaparte y a que se someta a la nueva  Constitución. Es decir, fue una  mera declaración que buscaba conciliar a los constituyentes, entonces  divididos  entre los que buscaban la autonomía  política y quienes aún eran  fieles  al Rey.

El rol de la Iglesia Católica fue crucial. En el documento se reconoció al clero como un verdadero aparato estatal  y que contaría con la protección del  Estado. Tenían una fuerte  presencia en las   funciones estatales y  los sacerdotes eran  parte del Congreso.

Sin embargo, la Constitución de 1812 no llegó a feliz término. En un primer momento ese planteamiento revolucionario, liderado por Carlos Montúfar -hijo de Juan Pío  Montúfar, figura importante en el Primer Grito de la Independencia de 1810-  tuvo  éxito hasta Pasto, en el norte, y  se divulgó hasta las inmediaciones de   Cuenca, en el sur;   pero  tropas leales a la Corona española avanzaron desde  Lima, Guayaquil y Cuenca y derrotaron a los quiteños en diciembre de 1812, con lo cual se  truncó la conformación del  Estado de Quito. Por ese acto de rebelión, Carlos Montúfar y otros patriotas fueron fusilados.

La lucha por la libertad y la  soberanía siguen vigentes

La recordación de la Constitución Quiteña cierra el ciclo de eventos   por el aniversario del Bicentenario del Primer Grito de la Independencia. Y hoy el Municipio de Quito  realizará una sesión  solemne  para presentar la agenda prevista para el  año del Bicentenario.

Para  Juan Paz y Miño, el documento  histórico revela el   proceso  de lucha y resistencia que se vivió en aquella época, en un afán por cristalizar  el ideal autonómico de los patriotas. “La independencia es todo un proceso que termina  en 1822. Quito siembra el espíritu revolucionario y lo desarrolla en una Constitución moderna. Es un verdadero acontecimiento”.

Después de varios años de investigación sobre los hechos que antecedieron a la independencia del Ecuador, el politólogo Gustavo Pérez descubrió hace poco  el Acta de Declaración de la Independencia, en   Colombia, ante lo cual   recibió el encargo de  hallar y analizar los documentos que dieron paso a  la Constitución Quiteña.

En esa búsqueda, encontró  un facsímil de la Constitución Quiteña en el archivo Jijón y Camaño -antes en manos de Federico González Suárez-, redactado por un cronista de la época de apellidos Salazar Lozano, en donde se  confirma que el 15 de febrero de 1812 se presentaron tres proyectos de Constitución.

El segundo documento fue presentado por los realistas (leales a España) con el propósito de deslegitimar el Pacto de Quito. El tercer documento habría sido  presentado por un  sacerdote de apellido Guisado, que hasta la fecha permanece  extraviado. Pero el  historiador alemán  Edgard Kipling confirma que el documento original es el de contenido autonómico.

La Constituyente de 1812  se formó tras  las protestas que sacaron del poder al Conde Ruíz de Castilla, por haber traicionado su palabra de no tomar represalias contra los patriotas  que participaron en el Primer Grito de Independencia.

Después de 200 años, los principios de libertad y soberanía continúan vigentes. El historiador Juan Paz y Miño destaca que actualmente se habla de soberanía frente a naciones extranjeras y  el concepto de libertad moviliza a la ciudadanía.

En el escenario político de aquella época y el actual la prensa también tuvo su participación. “Entonces y ahora están divididos. Ciertos sectores de la prensa se habituaron a los valores tradicionales y no logran entender los nuevos. En aquella época -la libertad y soberanía- eran valores difíciles de comprender para la gran mayoría, pero de a poco se fueron apropiando de ellos. Es por eso que la revolución que nace en Quito duró 13  años, hasta que el país consiguió su independencia completa, el 24 de Mayo de 1822”.

Otro hito en común entre la Constitución de 1812 y la actual es el deseo de “felicidad y bienestar” que hoy en día se traduce en el “Sumak Kawsay” o el Buen Vivir.

El constitucionalismo quiteño pertenece a la época de la independencia de América Latina. En Quito se produjo la revolución de Independencia de 1809, pero en el mismo año ocurre la de Chuquisaca y La Paz, después de la liberación de Haití.  En 1810, en cambio, se dieron las revoluciones de México, Caracas, Bogotá, Buenos Aires y Santiago de Chile, como la antesala de la liberación, al año siguiente, de otros países de la región.

En ese marco, también surge la figura de Simón Bolívar, quien inicia la lucha independentista desde 1810. Por ese entonces, también se desarrollaron  las constituciones  de Cundinamarca y Caracas, anteriores al Pacto de Quito. Lo que sí es evidente, es el espíritu libertario de los patriotas quiteños, un ideal que permanece latente.

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