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El Telégrafo
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En este sector se ubican 421 barrios organizados en 2 administraciones zonales. El casco colonial es su límite en el norte y la parroquia Cutuglahua del cantón Mejía en el sur

El 36% de los habitantes de Quito vive en el Sur

El sur de Quito creció exponencialmente a inicios del siglo XX con la industrialización de Chimbacalle y el emplazamiento de la estación del tren. Actualmente el sur es uno de los sectores de la ciudad que mayor cantidad de habitantes acoge.
El sur de Quito creció exponencialmente a inicios del siglo XX con la industrialización de Chimbacalle y el emplazamiento de la estación del tren. Actualmente el sur es uno de los sectores de la ciudad que mayor cantidad de habitantes acoge.
Foto: Fernando Sandoval/El Telégrafo
24 de enero de 2016 - 00:00 - Redacción Quito

¿Qué significa pensar y habitar en el sur de Quito? ¿Cómo reconocen al sur quienes habitan al otro extremo de la capital? Los imaginarios urbanos se construyen a partir de la experiencia colectiva y, en el caso del sur de la capital, ese imaginario surgió desde la segregación del territorio a partir de la época de la colonia, la sociedad fue dividida entre blancos e indios.

A partir de entonces, el Centro Histórico, reafirmado como un espacio cultural y turístico por excelencia, es el punto de conexión entre el norte y el sur, y cada sector tiene su propio estigma. Han surgido comentarios —a manera de broma, pero que reflejan prejuicios velados— como que “el sur es el norte de Machachi”, que “es más fácil que un sureño vaya al norte que alguien del norte vaya al sur”, que “si un norteño va al sur se pierde porque es otro país”, que “allá no llega ni el diablo” y que “el agua llega con sed”.

En 2010, el cineasta Tito Jara produjo la película A tus espaldas, que cuenta la historia de Jorge Chicaiza Cisneros, un morador del sur de la ciudad que se conflictúa continuamente por vivir allí.

“La naturaleza dividió a la ciudad de Quito en 2, con un loma que siempre supo lo que hacía: el Panecillo. Ella ubicó al norte a los ricos y encerró en el sur a los pobres, intentando que no nos mezclemos, que no nos miremos. Por supuesto, las autoridades colocaron sobre la loma una gran estatua de una virgen que observa y bendice al norte”.

Este es un ejemplo claro de cómo se crean y reproducen los imaginarios de este sector y cómo estos se reflejan en diversas manifestaciones culturales.

El sur y su dinámica

Precisamente, detrás de la Virgen del Panecillo se encuentran 421 barrios, 850 mil personas (36% de la población del Distrito Metropolitano), 4 parroquias urbanas y 2 administraciones zonales.

El desarrollo del sur empezó a partir de la década de los veinte del siglo pasado. El tren y la industrialización en Chimbacalle marcaron el surgimiento de esta zona. Además, la migración que se produjo desde el Centro Histórico hacia la periferia de la ciudad hizo que surjan barrios como La Villaflora, La Madgalena, Luluncoto, etc.

Datos históricos de Quito señalan que la mayoría de familias que se asentaron en el sur eran de origen obrero, muchos de ellos provenientes del sur del país y la Costa.

Asimismo, a partir de la sectorización social y administrativa se creó un imaginario sobre el sur de la ciudad que se refleja en su distribución geográfica, laboral, cultural, comercial y política. De hecho, por primera vez, los comicios seccionales de 2014 facultaron a los ciudadanos a elegir concejales de sus propios distritos. Actualmente

Luisa Maldonado es una de los 5 concejales que pertenecen al sur de Quito. En varias sesiones del Concejo Metropolitano ha expresado que esa zona aún es considerada como el patio trasero de la ciudad.

Alfredo Santillán, catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), señaló en una de sus ponencias que la ciudad se divide desde 2 órdenes: el material y el simbólico, los cuales se generan a partir de la convivencia cotidiana de sus habitantes.

El primero está determinado por la institucionalidad, es decir, cómo los gobiernos organizan y planifican la ciudad. Mientras que el orden simbólico divide a Quito en norte y sur, porque surge desde la percepción y convivencia de la gente.

Santillán indicó que el año anterior se realizó la primera parte de una investigación sobre este tema. Se aplicó una encuesta y los resultados mostraron que tanto la gente del norte como del sur rechaza la idea de similitud entre ellos. “La gente mira el norte y el sur, pero no mira sus semejanzas”, dijo.

La segunda parte de este estudio aborda la construcción social de la lejanía, es decir, cómo se considera y hasta dónde es la ciudad, qué es y qué no es Quito. Para muchas personas —indica Santillán— Quito es solo el centro y el norte. Desde esta idea, todo lo que no es parte de ese espacio no es considerado Quito, de ahí, el estigma hacia sus pobladores.

Dentro de este mismo contexto, se analizan 2 situaciones en el sur de la ciudad: la primera señala un proceso de desarrollo económico que estuvo marcado por la migración hacia Europa y la segunda está marcada por la ruralidad que aún caracteriza a ciertos barrios.

El grupo focal con el que Santillán trabajó menciona esta diferenciación e indica que los moradores del sur ya no tienen por qué salir al norte o al centro, pues ahora tienen centros comerciales, bancos, administraciones municipales, etc.

Esta dicotomía entre el norte y el sur surgió desde la Colonia, explica el historiador Manuel Espinosa Apolo, pues los españoles se encargaron de dividir la ciudad para blancos e indios. “Los españoles aplicaron una política de segregación residencial, es decir, desde la quebrada de Jerusalén hacia el sur (parroquia de San Sebastián) era la ciudad de los indios; mientras que desde ahí hacia el norte era la ciudad de los blancos. Ahí empezó la fractura”.

Para Espinosa, esta forma de poder se evidenció en las políticas implementadas por las autoridades municipales. A mediados del siglo XX, Jacinto Jijón y Caamaño, el primer alcalde de Quito, repitió esta segregación al dividir a la ciudad en sectores populares y residenciales, ya que la alcaldía estaba administrada por una clase elitista.

El sur desde los medios

Aquella sectorización se convirtió para los editores de El Veci en una oportunidad de negocio. Es el primer periódico dedicado a sus pobladores y está en circulación desde el 7 de enero de este año, con un tiraje de 8 mil ejemplares.

El Veci se autodefine como popular y comunitario. Publica información sobre los barrios del sector y su presentación se asemeja a la de la prensa ‘popular’. En la portada se destacan historias de crónica roja y en la contraportada está la imagen de una mujer atractiva.

El equipo editorial está conformado por Carlos Vivas, Jony Segura, exempleados de El Comercio, y Tania Nesthare. Para ellos, un periódico popular tiene esas características, pero a este producto lo diferencia su contenido netamente comunitario.

“En todas las capitales de Latinoamérica existe un periódico popular. Este concepto se desarrolla con el fin de atender a un segmento de la población que normalmente es descuidado por los periódicos tradicionales. Nos pusimos a investigar desde hace 3 años sobre este tema [...] y vimos que Quito era una ciudad sin un periódico popular. Entonces desarrollamos los estudios técnicos para ahondar en la cultura popular y, en el caso de El Veci, esos análisis se efectuaron durante 6 meses. El grupo venezolano SDI nos ayudó a realizar el diagnóstico y la estructura gráfica”, dijo Vivas.

Jony Segovia, gerente comercial del medio, comenta que el estudio de mercado reveló que la población del sur de la ciudad requería un periódico que hable sobre su cotidianidad. Con respecto a las particularidades de los habitantes del sur, el estudio mostró que es un grupo muy homogéneo en cuanto a sus costumbres y tradiciones. “Los periódicos, hoy por hoy, tienen que ser segmentados. Ese es un reto para todos los periódicos, no se puede llegar con un mismo producto a la población. Cada grupo humano tiene sus realidades y necesidades”, comentó Segovia.

Al consultarles sobre su contenido y estructura, señalaron que los periódicos populares deben llevar “necesariamente” alegría y temas penosos (crónica roja). Sostienen que la imagen de la ‘chica sexy’ es una demanda del ciudadano popular. “Necesitaban algo picaresco en el producto y eso es lo único que ofrecemos. Nuestra fortaleza es lo comunitario, la crónica ciudadana y el segmento utilitario-familiar”, precisó Vivas.

Diario EL TELÉGRAFO consultó a los moradores de los barrios Solanda, Madgalena, Villaflora y El Pintado sobre la apreciación que tienen sobre el periódico El Veci. Como resultado, 8 de 10 personas consultadas señalaron que era necesario que el sur tenga su propio medio de comunicación.

Raúl Sánchez vive en la calle J, en Solanda, desde hace 25 años. Comentó que la televisión, la radio y la prensa escrita publican solamente noticias negativas sobre el sur. “Nos tratan como si fuéramos la última rueda del coche, cuando el sur es un sitio con tradiciones”, dijo

Karina Vaque vive en La Madgalena y cree que periódico El Veci “es un aporte, porque toma en cuenta la opinión de la gente y presenta noticias de los barrios adonde nunca van las autoridades”

Radio Majestad sigue la misma tendencia; en su programa de la mañana intervienen 2 personajes del sur de la ciudad. Al primero lo llaman “el fresa” y al otro “el dealer”, quienes intervienen con frases y dichos que caracterizarían a los jóvenes de este sector. (I)

El equipo editorial del periódico comunitario El Veci está conformado por Carlos Vivas y Jony Segovia. Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo

"Aún existe una estigmatización hacia lo popular"

Santiago Aguilar, docente de la Universidad Central del Ecuador, comentó que tanto El Veci como otros medios de comunicación toman al sur de la ciudad como su público objetivo e intentan capturar las particularidades de la cultura popular. “No se trata de estigmatizar solo a las personas del sur de Quito. Si bien el periódico se distribuye en este sector,  existen más sectores populares (Atucucho, Roldós, Pisulí) en la ciudad que manejan procesos culturales parecidos. No se trata en sí de una ubicación geográfica, sino a nivel cultural y político. No es una estigmatización hacia el sur, sino a la cultura popular de Quito para vender”, dijo.   

El catedrático menciona que el periodismo que se realiza en este medio de comunicación no es el mejor, pero resalta que en su contenido la gente puede verse reflejada, que se encuentre en sus páginas.

Con respecto al programa radial señaló que existe un tipo de reivindicación del morador del sur, a través de estos espacios. “La gente hace una especie de defensa de su identidad, no se niegan, los locutores se sienten orgullosos de su procedencia. Esta reivindicación no sucede en el norte, es un valor del sur”. (I)

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