Luis Velasco (75 años) reside en La Villaflora y recuerda que en la época de los 60 ese barrio era  el límite  urbano de la capital. “Desde aquí hacía el sur solo habían haciendas y ahora la ciudad va más allá de Chillogallo”, comenta.

La urbe tiene un crecimiento poblacional anual de 2,1%, es decir, 50 mil personas, lo que incide en la demanda de vivienda. Para evitar el crecimiento desordenado de las edificaciones, durante los próximos 11 años se prohibirá la expansión horizontal de la ciudad. 

Las ordenanzas 171 y 172 de uso de suelo fueron reformadas por el Concejo Metropolitano y en ellas se especifica que las construcciones en Quito serán en forma vertical. Ello para evitar una expansión desordenada hacia las laderas y por el cotrario, planificar el proceso.

Según la concejala Elizabeth Cabezas, el “boom” de las construcciones se registra en todo el país y, particularmente,  en ciudades grandes como Cuenca, Guayaquil y Quito, lo que representa también “un importante ingreso económico”. En 2011 la construcción de viviendas aportó con el 37% del PIB.

Cabezas estima que el sector de la construcción se seguirá desarrollando en la ciudad por los grandes proyectos   como el Metro de Quito y el Parque del Lago, que permitirán que esos sectores se conviertan en centrales comerciales.

La alta demanda de viviendas de los habitantes de la capital también aporta al crecimiento de la industria de la construcción, a lo que se suman las facilidades de financiamiento que otorgan las entidades estatales  para  la primera vivienda.

Y reconoció que existe una amplia oferta de soluciones habitacionales, tanto de entidades públicas como privadas, que “nos estamos  enfrentando a cambios importantes y deben hacerse de manera ordenada”. Para evitar que las construcciones se salgan del sector urbano, la primera acción  del Municipio fue la legalización de barrios, a fin de  evitar  nuevos asentamientos.

También  la oferta de vivienda de interés social  es para “impedir la construcción en zonas de riesgo y evitar que la gente caiga en manos de los traficantes de tierras”.

En varios sectores de la capital como La Mariscal y  La Floresta (en el norte) -donde hay viviendas de más de 60 años y tienen un estilo colonial- fueron considerados barrios residenciales y ahora son comerciales. Ahí se construyen edificios de más de 10 pisos junto a casas de uno y dos pisos, lo que cambia el panorama.

Cabezas explicó que existen ordenanzas municipales especiales que evitan la construcción de edificios en esos sectores  “para precautelar la estructura de la época”, aunque asegura que la ciudad debe seguir creciendo en otros sectores.

Esos no son los únicos sectores de la ciudad que están cambiando. Por ejemplo, en el barrio La Villaflora, en el sur de la capital, entre las calles Francisco Gómez y Gonzalo Díaz, todavía se divisa  una vivienda de un piso, con teja, ventanas pequeñas y un estilo colonial  en medio de edificios de más de 4 pisos.

Según su dueño, Luis Velasco, la casa fue parte del plan de vivienda del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) en 1960. “La casa no es patrimonial yno daña la estética del barrio, por esa razón la mantengo”.

Las casas del sector se construyeron con el financiamiento del IESS y varios  vecinos decidieron botar sus casas   para construir edificios de tres y más pisos. Pablo Guerrero, de 62 años, propietario de una de las primeras casas del barrio, pide al Municipio que los servicios básicos se renueven, pues tienen los mismos años que las casas.