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El Telégrafo
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Punto de vista

Uno de los miedos más grandes al envejecer es la pérdida de autonomía

Uno de los miedos más grandes al envejecer es la pérdida de autonomía
20 de septiembre de 2014 - 00:00

En la actualidad, un gran número de adultos mayores está afectado en su autonomía debido a las demencias, lo que incide en su calidad de vida y la de sus familiares. Cada año se registran 7,7 millones de nuevos casos a nivel mundial, un nuevo caso cada 4 segundos.

Pero, ¿qué es la demencia? Es un término general que describe un deterioro de la capacidad mental e interfiere en la vida diaria. Entre las más comunes está el alzhéimer, con  el 70% de los casos.

La demencia no es  normal en el envejecimiento. Cuando hablamos del envejecimiento normal a nivel cerebral encontramos una pérdida de volumen, debido a la muerte neuronal, que disminuye el número de conexiones y comunicación entre las neuronas (sinapsis); se ven alteradas la concentración de sustancias que nos ayudan en la sinapsis (neurotransmisores), sus receptores, transportadores y canales de paso.

El envejecimiento no afecta globalmente al cerebro sino a partes discretas, produciendo una alteración en las funciones ejecutivas y el almacenamiento de nuevas informaciones. Hay alteraciones en la rapidez del pensamiento y razonamiento, pero el cerebro utiliza estrategias, como crear nuevas conexiones para compensar la pérdida. Estos cambios a nivel cerebral van a influir en el desenvolvimiento del individuo que envejece.

Olvidarse de vez en cuando es parte de la normalidad, así como tener dificultades para encontrar la palabra exacta al hablar, la lentitud al hacer cálculos mentales, colocar cosas en un lugar equivocado, cambios de humor por motivos razonables.Pero en el  alzhéimer se produce un daño a nivel de las células del cerebro, dado por acumulación de 2 fragmentos anormales de proteínas llamadas placas y ovillos, que van llevando a la muerte neuronal y la pérdida del tejido cerebral, lo que se produce  de manera progresiva y conduce a la dependencia y muerte del individuo.

El primer lugar del cerebro que se ve afectado en el alzhéimer es la zona donde se almacenan los recuerdos recientes, se manifiesta con olvidos de información recién aprendida. Se olvidan fechas, datos o eventos importantes; y no puede recuperar esa información simplemente con ‘hacer memoria’.

Luego afecta el área del lenguaje, hablado o escrito, produciendo dificultad en seguir o participar en una conversación. Después avanza hacia el pensamiento lógico, la persona pierde la capacidad de resolver problemas, entender conceptos y hacer planes, por lo que frecuentemente no puede completar tareas cotidianas.

La enfermedad avanza e invade la zona  donde se regulan las emociones, con lo que  pierden gradualmente el control de su estado emocional y sentimientos. A continuación afecta la zona que da sentido a las cosas que vemos, oímos, sentimos y olemos, eso puede derivar en ideas delirantes, alucinaciones, falsas percepciones o identificaciones. A la larga las placas y ovillos borran los recuerdos más queridos de la persona, perdiendo por completo su historia de vida.

También hay afectación en el equilibrio y coordinación, produciendo alteraciones al caminar, movimientos lentos, rigidez muscular, movimientos involuntarios. Entre otras alteraciones están los horarios del sueño, dificultad al alimentarse y cambios del apetito, dificultad en controlar esfínteres y dificultad al respirar.

En etapas iniciales el enfermo necesitará supervisión al realizar sus actividades diarias, pero posteriormente requerirá ayuda y concluirá con dependencia total.

El progreso del alzhéimer inicia incluso 20 años antes de aparecer los síntomas. La expectativa de vida, desde el diagnóstico, va de 4 a 8 años aproximadamente.

Un diagnóstico temprano respeta el derecho de autonomía e información, da  acceso precoz a tratamientos y ayuda a mantener un nivel de funcionamiento por un tiempo más prolongado.

Los factores de riesgo para desarrollar alzhéimer que no se pueden cambiar son  la edad, el sexo, la genética y los traumas cerebrales, pero hay comportamientos que ayudan contra el mal: la actividad física regular, buena alimentación, controles de presión arterial, glucosa y colesterol; ejercicios mentales, dormir bien, crear redes de apoyo con amigos y familia, no consumir tabaco, alcohol u otras sustancias psicotrópicas.

Y si pese a  todos estos esfuerzos los factores desencadenantes de la demencia son más fuertes y el olvido comienza a apropiarse de nuestras mentes, sabremos que no importará el tiempo vivido, sino lo vivido en el tiempo, pues estaremos preparados para enfrentar a ese monstruo y los lazos creados sobre la base del amor nunca se perderán.

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