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El Telégrafo
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Punto de vista

El riesgo no está en salir, sino en quedarse solo con los recuerdos

El riesgo no está en salir, sino en quedarse solo con los recuerdos
18 de octubre de 2014 - 00:00

A los lectores: quisiera compartir con ustedes este consultorio epistolar, que aunque no es igual a uno cara a cara, considero que podremos, a partir de sus cartas, pensar juntos algunas temáticas que suceden en la segunda mitad de  la vida, desde las inquietudes más personales.

Queremos dejar en claro que la identidad de quien escriba será reservada y que no hace falta poner ni su nombre ni su apellido en la carta.

Espero que estas reflexiones les ayuden a pensar, pero obviamente, y aunque me repita vale la pena insistir en ello, no reemplazan una consulta psicológica.

Estimada Delia: Su carta nos permite comprender lo complejo que resulta sobrellevar la pérdida de una pareja, y es importante tener en cuenta los modos para superarlo.

Perder al esposo(a) implica tener que revisar el modo en que uno ha vivido, y plantearse cómo seguir adelante, sin ese compañero(a) que, de mejor o peor manera, o ambas a la vez, compartió y recorrió con una gran parte de la vida.

Por eso los primeros tiempos son tan duros, por el dolor lógico que produce la falta, y también porque el mundo se vuelve difícil y a veces extraño.

Muchos pacientes me dicen: “Pero si yo no me llevaba tan bien, ¿por qué ahora lo sufro tanto?”, ante lo cual es importante comprender que los problemas afectivos que se tuvieron pueden producir una difícil resolución del duelo. En toda relación afectiva existen amores y broncas, los cuales transitan juntos y a veces uno y otro se potencian. Pero en una relación que fue muy complicada, y se produjeron heridas muy fuertes, al tiempo que siguió habiendo afecto, cuando la pareja ya no está, esos conflictos pueden tomar una nueva dimensión, generarnos bronca y al mismo tiempo culpa por eso que sentimos. Esa culpa se convierte en autorreproches que lastiman y dificultan terminar con ese duelo.
Pero creo que en su caso se suma la ida de su hijo a España. Muchas madres de nuestro país han visto irse a sus hijos buscando nuevas salidas laborales, y más allá de saber que es una decisión para el bien de los hijos, no deja de ser una dolorosa pérdida del contacto habitual.

En su caso, creo que estos cambios la han llevado a sumergirse en un mundo de añoranzas y de nostalgia que la ha llevado a la tristeza que usted comenta, porque nadie puede vivir solo de recuerdos.

Su familia está ocupada y quizás no pueda darle todo lo que usted necesita, pero sí hay salidas muy interesantes en esta etapa de la vida, que le darán la posibilidad de relacionarse con personas, intereses y deseos. Lo que hará que se conecte hoy y pueda proyectar un futuro.

Ah, me olvidaba, justamente su preocupación por la memoria. Usted dijo que, cuando va a buscar algo, al llegar se olvida de lo que iba a buscar; o comenta no recordar algunos números de teléfono. En principio podríamos decir que es habitual, cuando uno está ensimismado en un problema, y particularmente tratándose de un duelo, que no recuerde, o más bien no ponga interés ni en buscar en su memoria ni en el momento de fijar el recuerdo. La preocupación anda por otro lado.

Delia, el último paso del duelo es poder recordar con placer a ese ser querido. Y también saber que la vida nos sigue deparando oportunidades, el riesgo no está en salir, sino en quedarse demasiado solo con los recuerdos.

Cotidianamente escuchamos decir a la gente mayor que ya no se siente útil para nadie, que las ganas de brindarse a otros ya no encuentran un receptor. Este sentir se traduce, muchas veces, en perder el sentido y gusto de la vida, ya que no se encuentran proyectos donde uno pueda seguir creciendo personalmente o no se hallan roles que se consideren importantes para encontrarle un motivo y un interés a vivir.

(…) Sentirse útil y necesitado tiene un fuerte impacto en el mejor funcionamiento físico de una persona y los límites entre la vida y la muerte, así como la buena y la  mala calidad de vida se encuentran fuertemente influenciadas por nuestras creencias y actitudes, es decir por nuestra mente. Las investigaciones sobre este tema nos aportan ideas fundamentales, ya que está en nosotros hacer algo con la vida. Algunos encontraron sentirse útiles ayudando en tareas de voluntariado o en actividades socio-comunitarias, otros, simplemente en hacer lo que les gusta para sí mismos, su familia o sus amigos.  Lo importante es empezar.

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