Ecuador, 24 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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En defensa de la unidocente

La comunicación es poderosa y los discursos con efectividad mediática quedan en el imaginario de los receptores. Uno de esos es el que posicionó Correa para justificar el cierre de escuelas rurales y que a la vez ponía a las escuelas del milenio como la solución a la problemática educativa de ese sector.

El ministro de educación anuncia que se reabrirán las escuelas rurales cerradas y surgen de nuevo los sofismas de que esta reapertura es un retroceso. El mensaje de las “sabatinas” que denigraban a las escuelas unidocentes, caló en algunos y sin tomar en cuenta a los fanáticos, cierta población sinceramente cree ese discurso, desde el desconocimiento.

Más allá de que los planteles del milenio rurales no mejoraron la educación de las comunidades, tanto por la falta de sistema de transporte adecuado para llevar a los estudiantes al centro educativo y traerlos de vuelta, cuanto porque muchos se planificaron desde las oficinas sin mirar la realidad. Aun cuando, para cerrar las escuelas comunitaria, no se consideró el poderío simbólico de las mismas, que trascendía la esfera de ser instituciones educativas, para ser centros donde giraba la actividad cultural y a veces hasta ritual de las comunidades. Allende los planificadores henchidos de criterios economicistas, que desvalorizaron el hecho de muchas fueron construidas por los ancianos de la misma comunidad, parece que estas vuelven a cobijarse con las risas de niños y niñas.

La propuesta de hacer brotar elefantes blancos en media ruralidad, era artificiosa y sobre todo política. Aunque Correa denostaba desde la superficialidad a las escuelas unidocentes, la escuela multigrado no es per se sinónimo de mala calidad. Está sujeta a los mismos parámetros de calidad que cualquier escuela completa. Es decir, si no tiene una planta docente con adecuada formación, si ésta planta docente no es responsable, si el plantel no tiene condiciones infraestructurales y sanitarias mínimas y no ejecuta una propuesta curricular adecuada; por supuesto que sus estudiantes no desarrollan las destrezas de aprendizaje y no podrán continuar procesos ulteriores de formación e investigación.

Las escuelas unidocentes, pluridocentes o multigrado, no son una realidad exclusiva del Ecuador, menos aún sinónimo de subdesarrollo. En todo el mundo hay escuelas multigrado, incluso en la profiláctica Suiza, paradigma de los adoradores de la idea del progreso. Estas responden a realidades geográficas y poblacionales propias. Han tenido referentes exitosos, como en Colombia y en otras realidades no han logrado despuntar de manera adecuada. Sin embargo, la metodología de trabajo unidocente, cuando es correctamente desarrollada, garantiza procesos de interaprendizaje estudiantes / docente y sus grupos pequeños de estudio incluso pueden dar mejores resultados que las tradicionales aulas de escuela fiscal donde un profesor tiene hasta 40 alumnos. La efectividad se da desde una adecuada planificación del trabajo simultáneo, la colaboración de los estudiantes de grados superiores al aprendizaje de los más pequeños y los proyectos integrales. Sobre todo la capacidad de mediar y facilitar procesos del docente a cargo del grupo de diversas edades y el aprovechamiento de los tiempos de aprendizaje, los que determinan los logros requeridos. En varias ocasiones he visto el trabajo de maestros unidocentes, que suplían carencias de material con creatividad. He tenido la suerte de apoyar en proceso educativos multigrado tanto en parroquias cercanas a Quito, cuanto en alejados recintos de la provincia de Manabí.

En el año 2002, una ONG internacional que enfoca su trabajo con la niñez firmó un convenio con el Ministerio de Educación, parar el mejoramiento de las escuelas unidocentes. Importantes jornadas de capacitación y de creación colectiva de textos que apoyen el trabajo multigrado, en las 4 áreas de la educación básica fueron llevadas a cabo con docentes fiscales, supervisores, expertos de asignatura y asistentes técnicos. Las metodologías fueron probadas en diversas geografías y varios meses después, estaba lista. La ONG cumplió con la primera fase, pero el Ministerio de Educación de entonces adujo que no tenía recursos para cumplir con su parte. El programa se detuvo, quedaron las experiencias, e imagino que reposan en algunos discos duros del MINEDU los materiales desarrollados.

En el año 2000, como asistente técnico de aprendizaje visitaba las escuelas de La Unión en la provincia de Manabí. En un recinto de cuyo nombre sí me acuerdo, visité su escuela unidocente de caña y cade. Solicité las libretas de calificaciones de los estudiantes más grandes y todos eran promovidos con notas sobresalientes en lenguaje y matemáticas. Les pedí colaborar en una prueba de lecto escritura y cuatro operaciones matemáticas básicas, el resultado fue desastroso. La profesora hacía su arribo martes y se iba jueves. Cuando los padres de familia le pidieron que se quede un día más, les dijo que ella les hacía un favor viniendo de Chone y que si le molestaban no vendría la semana siguiente, pues su familia la necesita.Con docentes como la maestra del recinto de la Unión, sin una asistencia técnica en campo adecuada, sin los equipos necesarios, ¿Cómo se espera que las unidocentes funcionen?

Importante iniciativa la del ministro Milton Luna. Reabrir las escuelas cerradas, muchas uni y pluridocentes es necesario. Ojalá este proceso no se detenga como en el 2002 y continúe sin perder de vista la diversidad cultural, étnica, etárea…, al mismo tiempo completada con procesos de capacitación a todo nivel. No es reabrirlas en las condiciones que quedaron. Significa mejorarlas, no solo en la precaria infraestructura, sino sobre todo en la potenciación de las capacidades del docente y la inclusión en el currículo de los saberes locales. (O)

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