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Vega: “El país requiere un cambio de rumbo en el órgano electoral”

Gustavo Vega, rector de la Universidad Internacional de Ecuador (UIDE), expresidente del Consejo Nacional Electoral Transitorio.
Gustavo Vega, rector de la Universidad Internacional de Ecuador (UIDE), expresidente del Consejo Nacional Electoral Transitorio.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
20 de mayo de 2019 - 00:00 - Carla Maldonado

Está en su alma mater, la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE). Gustavo Vega tiene un currículum enorme: es PhD en Historia de América Latina, magíster en Psiquiatría, en Historia y en Antropología; médico y pedagogo, exembajador y ha escrito más de una veintena de libros. Fue presidente del Consejo Nacional Electoral Transitorio (CNE-T). En la universidad conversó con este Diario.

¿Qué opinión tiene sobre el Consejo Nacional Electoral definitivo. El primer problema fue la elección de sus directivos?
Declaré una moratoria por razones éticas. Desde el 21 de noviembre dejé la dirección, creo que este país es un castillo de naipes: se arma y desarma con facilidad tan grave que no permite estabilidad institucional. Tengo el mejor de los criterios humanos respecto a los otros colegas que me acompañaron en el CNE Transitorio.

Pero hay fallas de fondo: el sistema de contabilización de votos nulos fue ilegítimo e ilegal y  antimatemático, así lo dicen los expertos. El segundo gran conflicto es que se volvió a entregar el CNE a los partidos políticos, creí que habíamos superado una etapa perversa, pero este país desmemoriado vuelve a caer en el error. No puede ser posible que dos partidos con una facción indígena se repartan el país.

¿A qué partidos se refiere?
Son dos partidos de derecha, con un sector de la Conaie  que hicieron una mayoría, pero las alianzas deben ser en favor del país, no de intereses personales o políticos partidistas. Esa mayoría fue muy volátil y pegada con saliva. Ahora ya hay otra mayoría móvil y esperamos que enmienden rumbos. El CNE que presidí inició con 13% del respaldo ciudadano y cuando terminamos tenía el 75% del apoyo popular.

El CNE invitó a la OEA para observar las elecciones seccionales pese a que ustedes dijeron que no era necesario...
Hicimos 11 veedurías internacionales, rechazamos la presencia de la OEA porque estuvo en contra de la consulta popular del presidente Moreno y no podía ser objetiva. Veo que entraron en amistad con ella. Le retiramos la ISO 9.000 que era solo un membrete, costaba mucho dinero y era una especie de populismo que no se fijaba en los procesos electorales.

El país necesita un cambio de rumbo en el CNE, que se prescinda de los partidos porque no pueden manejar con hilos un teatro de marionetas. Pero hay algo positivo, el Consejo de Participación Transitorio pudo estabilizar el Tribunal Contencioso Electoral.

La organización de las elecciones tuvo muchas críticas y se pidió repetir las elecciones en cinco provincias...
Pusieron nuevos cuadros en las direcciones de las provincias. No respetaron lo que hicimos, también cambiaron a los vocales de la juntas por razones de influencia personal. Creo que el CNE se desinstitucionalizó cuando cambiaron a ese personal en forma ilegítima porque debían respetar los reglamentos. Por eso, en Los Ríos y Manabí la cuestión fue clamorosa. La preocupación por la seducción por corromper el sistema electoral no está nunca exorcizada, se vuelve con la misma tendencia. Eso nos da poca seguridad y abona en contra de que la democracia se repotencie.

¿El proceso electoral tampoco terminó a tiempo?
No hubo la preparación profesional ni científica apropiada para tener los resultados a tiempo. Hay una estela de dudas sobre el proceso. Pero reivindico un punto positivo que es la necesidad de insistir en las reformas al Código de la Democracia. He visto que el consejero Luis Verdesoto continúa con ese proceso. Tiene que concluirse a la brevedad.

¿Cuáles son esos errores que deben cambiar en las reformas al Código de la Democracia?
El principal es la distribución de escaños que tiene que variar y poner fuera del tapete al método D’Hondt. Otra equivocación es el pautado a los medios, debe depurarse y debatir si se deben o no pagar a los medios digitales. También hay que arreglar las contradicciones que existen entre las entidades relacionadas con los procesos electorales.

Por ejemplo, entre el Registro Civil y el CNE para evitar que haya dos cánones legales distintos. No pudimos cambiarlo en el CNE-T. Otro tema para corregir es controlar bien el número de extranjeros inscritos en el padrón electoral. En la década pasada se permitió su voto por razones políticas. O los convertían en ecuatorianos y nacidos en nuestras provincias.

¿Usted cree que los ecuatorianos debemos financiar a las organizaciones políticas?
Hay que derogar esa decisión porque ha sido una oportunidad de corrupción. En nuestro CNE Transitorio negamos la adjudicación de fondos a un partido político porque no había devengado a la Contraloría que esos recursos se gastaron en medicamentos de uno de sus militantes. Ese error debe corregirse y los recursos para los partidos o movimientos políticos deben ser abolidos.

Se corre el riesgo de que partidos menos empresariales se sentirían inermes, pero hay que controlar el origen de los fondos. Mahuad recibió un millón de dólares del banquero Aspiazu; el exlocutor y de Alianza PAIS, Paco Velasco, recibió dinero de las FARC para propaganda y publicidad del expresidente Rafael Correa.

En el CNE-T que usted presidió los correístas que están en el actual CNE cambiaron el proyecto de la consulta popular de Yaku Pérez por la del exvicepresidente Jorge Glas, quien está en la cárcel por corrupción...
Ese fue uno de los temas que más indignó a la ciudadanía. Ocurrió en noche del 20 y 21 de noviembre y estábamos solo tres consejeros, los otros dos cabildeaban su futuro político del siguiente período del CNE. Nos pasaron un proyecto que era de autoría del expresidente Jorge Glas, en lugar que el original de Yaku Pérez para aprobar las consultas de Quinsacocha y del cantón Girón, de Azuay, sobre la negativa a la explotación minera. Pero nos dimos cuenta a tiempo de que la propuesta que íbamos a votar no era la de comunidad, sino la del exvicepresidente. Eso es indigno, propio de una comunidad que no respeta las normas ni la ética. (I)

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