Ecuador / Lunes, 22 Septiembre 2025

La actividad cultural es tan importante como la salud

Las actividades como la danza también motivan la socialización de las personas adultas mayores, que descubren, en muchos casos, su afición y capacidades para su práctica. Foto: Cortesía
En la actualidad ya no se considera a la vejez como una etapa de reclusión, pasividad o decaimiento

La actividad cumple un rol esencial, pues no es lo mismo mantenerse ocupado que realizar una actividad recreativa o cultural.

La participación en actividades culturales promueve y mejora la calidad de vida en este período especial de las personas adultas mayores. Estimula desde lo sensitivo, permitiéndoles mantenerse activos, a pesar de las limitaciones físicas que puedan tener.

Otros beneficios son fortalecer y ayudar a promover la socialización, despertar intereses y conocimientos en diferentes temáticas que previamente, por motivos personales, no hayan podido desarrollar. Así también les permite continuar a los adultos desarrollando capacidades previamente adquiridas.

En la actualidad, ya no se considera a la vejez como una etapa de reclusión, pasividad ni decaimiento. El hecho de que se haya prolongado la vida y que conjuntamente el bienestar de los adultos mayores sea cada vez mejor y más productivo, principalmente por los avances médicos en prevención y tratamientos, permite que no hablemos solo de ‘tercera edad’, sino que ya podemos mencionar la ‘cuarta edad’ para quienes pasan los 80 años y continúan activos. Por eso, en las instituciones de vanguardia se trabaja con el concepto de envejecimiento activo y saludable, promovido por la Organización Mundial de la Salud.

Todos los adultos mayores podrían participar en acciones culturales y recreativas. En ellas encuentran motivaciones para su cotidianidad y tienen un alto valor terapéutico, promoviendo la integración social y evitando el aislamiento.

Los talleres de artesanías, pintura, escultura, teatro, grupos de reflexión, talleres literarios, yoga, ciclos de cine, salidas culturales a museos, teatros y exposiciones, son algunas alternativas.

Igual resultado tienen los festejos por cumpleaños con los familiares y fiestas religiosas, considerando las tradiciones de cada culto.

En muchos casos las personas comienzan a hacer actividades que siempre han querido realizar, pero que no han podido a lo largo de sus vidas por tener otras prioridades. Así, muchos empiezan un taller de pintura. En otros casos continúan haciendo lo que siempre han hecho, como ir al teatro o al cine; con todo lo que lleva esta acción, desde vestirse para la ocasión hasta el posterior debate.

Todas las actividades deben estar organizadas por profesionales: psicólogos, terapistas ocupacionales, musicoterapeutas, arteterapeutas, profesores de teatro y otros. También las familias deben integrarse y participar con puestas de actividades, como un show musical o algún espectáculo.

OCUPACIONES DE INTEGRACIÓN Y DIVERSIÓN

Las actividades culturales propuestas en una institución ofrecen inserción social, pertenencia, apoyo e identidad. Además, muchas veces los lleva a indagar en áreas postergadas o desconocidas, posibilitando descubrir o redescubrir potenciales, además de generarse lugares de intercambio.

Como se dijo, las actividades deberían ser elegidas según su historia y necesidades. Es por eso que las físicas (caminatas, yoga, expresión corporal y gimnasia) ocupan un lugar preponderante, ya que están relacionadas con la vitalidad, el hacer y la independencia.

Por otra parte, las actividades sociales, encuentros, festejos y espacios recreativos, así como el intercambio intergeneracional propician el compartir sus conocimientos y capacidades con sus pares y su familia, además de permitirles sentir y disfrutar para luego apreciar estos momentos.

Muchas veces, las personas adultas mayores son quienes proponen ciertas temáticas y es de suma importancia poder ayudarlos a que lo concreten, ya que es lo que le da sentido a la actividad y está vinculada con sus motivaciones y sus intereses.

Por último, los lugares para las salidas grupales (museos, cines, teatros y más) muchas veces no están preparados ediliciamente, entonces los adultos mayores deben sortear barreras arquitectónicas, padeciendo displacer, temor, inseguridad. De ahí la necesidad de pensar en ciudades amigables.