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Según datos del censo, el 57,4% de los adultos mayores estaba en condiciones de pobreza

¿Los hijos retribuyen en la misma medida el apoyo de sus padres?

La relación afectiva es la que prima más entre los adultos mayores y sus descendientes, mientras los apoyos económicos no son en la misma medida.
La relación afectiva es la que prima más entre los adultos mayores y sus descendientes, mientras los apoyos económicos no son en la misma medida.
Foto: Daniel Molineros / El Telégrafo
20 de febrero de 2016 - 00:00 - Kléver Paredes B.

A través del cuidado de los nietos, mediante la entrega de dinero, ofreciendo alimentación, con vivienda, son algunas de las formas de apoyo de las personas adultas mayores a sus hijos. Sin importar su condición económica, su ayuda casi siempre está presente durante toda su vida, a pesar de no ser retribuida en la misma medida por sus familiares.

Los adultos mayores son un sostén en las familias y están presentes en todas las clases sociales. Uno de los ejemplos más claros constituyó el éxodo de miles de hombres y mujeres ecuatorianos al exterior, sobre todo entre 1999 y 2000 por la crisis económica del país.

Hoy se sabe que el 6% en 2001 y el 5% en 2010 de los adultos mayores asumieron la responsabilidad del cuidado de los nietos. Las frías cifras publicadas en la Agenda de Igualdad para los adultos mayores 2012-2013, por parte del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), no muestran el drama que vieron estos abuelos, ni tampoco si en algún momento de sus vidas esta labor fue recompensada o reconocida de alguna manera.

Otro ejemplo de apoyo de los adultos mayores es la entrega de su patrimonio logrado a lo largo de su vida, la herencia a la cual todos los hijos tienen derecho. No obstante, en este campo también existen casos de abusos de los hijos que disponen de los bienes con anterioridad, lo que ocasiona que los ‘viejos’ vivan sus últimos días en condiciones de pobreza y maltrato.

Precisamente este aporte que brindan las personas adultas mayores a sus hijos fue motivo de un estudio publicado en la Red Latinoamericana de Gerontología; aunque el grupo objetivo no se enfocó precisamente en las personas mayores de 60 años permite comprender algunos aspectos de esta relación durante la vejez.

La investigación tomó en cuenta a los jóvenes adultos (20-30 años) y sus padres que transitan por la edad mediana (50 años).

La mayoría de los estudios de investigación sobre las relaciones entre padres e hijos se han centrado en cómo los padres ayudan a sus hijos -desde la infancia hasta la edad adulta- en términos de apoyo financiero, emocional y social.

Este nuevo estudio planteó un giro, preguntando lo que los adultos jóvenes, en sus años 20, hacen en términos de apoyo a sus padres, que están, por lo general, en su mediana edad, caminando a los 60 años.

Los participantes completaron un cuestionario que preguntaba acerca de las formas y la frecuencia de apoyo que les daban. Por ejemplo, se evaluó cómo escuchaban una charla de los padres acerca de la vida diaria; si les daban apoyo emocional, compañerismo y asesoramiento; y si proporcionaban apoyo financiero.

Los resultados de la investigación determinaron que las 2 formas más frecuentes de apoyo de los más jóvenes hacia los adultos mayores fueron descritas como un suministro de apoyo emocional y de escucha. “Se podría decir que los padres estaban expresando sus sentimientos a sus hijos, que estaban escuchando con empatía y reforzando su moral”.

Un gran porcentaje de los hijos (90%) manifestó que escuchaba a los padres hablar de la vida diaria, al menos una vez al mes. Sin embargo, en términos de apoyo financiero, los investigadores encontraron poca evidencia de que los adultos jóvenes les dieran dinero o algún apoyo práctico a sus padres.

Los investigadores Yen-Pi Cheng, Kira S. Birditt, Steven H. Zarit y Karen L. Fingerman, parte del Instituto Taos que agrupa a una comunidad de académicos y profesionales que se ocupan de los procesos sociales esenciales para la construcción de la razón, el conocimiento y valor humano, también se interesaron en la relación entre los vínculos intergeneracionales y los patrones de apoyo. Aquí, a los padres también se les preguntó sobre la cantidad de ayuda que ellos habían proporcionado, y cuánta habían recibido de sus hijos.

Curiosamente, los padres no recordaron que sus hijos dieron toda la que éstos afirmaron. Este hallazgo se puede interpretar de muchas maneras. Cuando ambos (padres e hijos) calificaron su relación como de alta calidad (con mucho cariño), tanto los hijos como los padres acordaron en que se les dio más ayuda.

Se podría decir que dar ayuda resultó ser recíproco en este caso, brindando ambos mucha cantidad unos a otros. Al mismo tiempo, el apoyo de sus hijos era probable que fuera principalmente financiero. En una estrecha relación, los padres tienden a dar dinero y a recibir apoyo emocional.

Por desgracia, cuando los padres necesitaban el apoyo económico, parecía haber poca diferencia en la cantidad con la que sus hijos les ayudaban. Al menos, se puede extraer una conclusión: los padres deberían prestar especial atención a encender y mantener los lazos afectivos con sus hijos.

Otra de las reflexiones nos lleva a  plantearnos el cambio del tipo de familia que existe en la actualidad. Cada vez los hijos van en busca de nuevos horizontes, incluso en otros  países, mientras sus padres se quedan solos, aunque el apoyo económico se mantiene pero la relación afectiva no es igual. (I)

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