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En argentina se celebró el día de las personas retiradas el pasado 20 de septiembre

La jubilación se vive entre la libertad y los nuevos desafíos

Los grupos de adultos mayores son una alternativa que permite a los jubilados fortalecer su red social. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
Los grupos de adultos mayores son una alternativa que permite a los jubilados fortalecer su red social. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
26 de septiembre de 2015 - 00:00 - Palabra Mayor / Natalia Muñiz

Durante décadas uno dedica gran parte del tiempo al estudio, al trabajo, la familia, con sus horarios, jerarquías y responsabilidades.

Así pasan los años cumpliendo jornadas rutinarias, roles laborales y sociales, hasta que un día llega el momento de la jubilación y se da cuenta de que no se fue preparando para esa etapa de la vida donde el tiempo libre abunda, la incertidumbre acecha, los replanteos se hacen presentes y se torna imperioso buscar nuevos lugares y proyectos de vida.

Es una nueva etapa de libertad, modificaciones, llena de desafíos y también de oportunidades. En Argentina se celebró el Día del Jubilado el 20 de septiembre y por ello entrevistamos al doctor en psicología Ricardo Iacub, docente y doctor en psicología de la edad mediana y vejez. A su criterio, la jubilación presenta “una reestructuración que supone pensarnos desde otro lugar” y para lo cual uno no siempre está preparado.

“Damos por sentado que la gente se prepara sola para hacer frente a este pasaje tan complejo entre el trabajo y la jubilación. Y si hay una etapa en la que uno verdaderamente no tiene demasiados recursos históricos es esta”, advierte el especialista.

Ricardo Iacub explica: “Entre la educación y el trabajo hay continuidades muy fuertes en cuanto a tiempo, rutina, decisiones de otros acerca de cómo uno debe adaptarse a ciertas cosas y, de repente, llega esta etapa de apertura, posibilidades, de una libertad para lo cual no todo el mundo está preparado”.

Destaca que “una de las cuestiones que a la gente le sorprende es cuánto se enojó con la rutina y resulta que el día que no la tiene, no sabe cómo estructurar la jornada o el día se le hace demasiado largo”. Sin embargo, el trabajo no solo establece una rutina, sino que “hay un montón de otras cosas que nos brindaba sin darnos cuenta: una identidad, un rol profesional, relaciones sociales, compañeros”, enumera Iacub, quien presentó su sexto libro: “Todo lo que usted siempre quiso saber sobre su jubilación y nunca se animó a preguntar”, de Editorial Paidós.

Iacub dice que suele ocurrir que cuando uno se jubila tiene que empezar a buscar amigos, roles y muchas veces carecemos de recursos para ver de qué manera podemos reorganizar nuestro tiempo, pensar cuáles son nuestros deseos, qué queremos hacer. Un proyecto implica compromiso con uno, con el tiempo de uno, con sus recursos, posibilidades.

“Cuando vemos por qué en ciertas edades un proyecto es más fácil es porque nos resulta obligatorio. Cuando vamos a trabajar, tenemos que trabajar. Cuando vamos a estudiar, hay que estudiar. Pero cuando no tenemos esto que nos obliga, se vuelve más difícil de manejar, pero al mismo tiempo hay que tener en cuenta que también se nos puede volver una posibilidad maravillosa de poder, por primera vez en la vida, tener libertad y de hacer lo que a uno se le dé la gana”, manifiesta el especialista en psicología de la edad mediana y vejez. (I)

Objetivos claros

Una posibilidad en lugar de un estado negativo

Es necesario reestructurar cuestiones como la rutina, la organización del día, los objetivos vitales, las metas, hacia dónde vamos. Situaciones que cuando trabajamos no tenemos que pensar porque están los objetivos claros, lo mismo que cuando se está al cuidado de los hijos.

La vida se estructura en relación a objetivos externos, y más allá que a veces nos fastidien, nos estresen, hay que seguir y así funcionamos, explica Ricardo Iacub, quien además es profesor de las facultades de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Mar del Plata.

De igual forma indica que en algunas personas el pasaje a la jubilación “puede convertirse en una jubilopatía, es decir, en un lugar de enfermedad física, mental, con niveles de depresión, ansiedad. Pero también hay mucha gente que lo convierte en una posibilidad positiva y pudo dar una vuelta. De hecho, las investigaciones demuestran que pasados los dos, tres años, la gente no quiere volver a trabajar y si vuelve lo haría acotadamente, en un trabajo a medio tiempo, acomodando las cosas de una manera que le resulte mucho más grato. Y es un aprendizaje.

Iacub destaca que al jubilarse uno puede transitar una situación crítica, pero es “una crisis más que un trauma”. Que alguno se vuelva traumático, caiga en una jubilopatía, es una cuestión; pero a la mayoría de las personas no le pasa. Después de un tiempo le encuentran el gusto y no quieren saber nada más con jornadas intensas de trabajo.

“Hay mucha gente que esta etapa la considera una posibilidad, más para quienes el trabajo no fue el eje central de su vida, y mucho más para las mujeres, dado que por un modelo patriarcal ellas debieron cumplir dobles jornadas -trabajo afuera y dentro del hogar-, y también porque “desarrollaron mayores habilidades sociales”. (I)

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