Lucha libre por la vida
Por un improvisado túnel, entre humo artificial, emerge una robusta mujer de baja estatura vistiendo un lujoso traje aymara naranja: holgadas polleras que rozan el suelo, amplia manta y un coqueto sombrero. Ella se prepara para entrar al ring. Es ‘Ángela, la folklorista’, protagonista de la lucha libre de mujeres de pollera (conocidas como ‘cholitas’), que se presenta los domingos por la tarde en un centro deportivo de la ciudad de El Alto, la ciudad aymara más joven de Bolivia.
‘Ángela’ se desplaza por el cuadrilátero con sensuales movimientos al ritmo de la morenada, una danza folklórica tradicional. Saluda al público con su amplia sonrisa que deja escapar los destellos de sus dientes enchapados en oro. Coquetea con los turistas, los saca a bailar y, con picardía, los besa en los labios, ante la euforia del público.
El escenario es un centro deportivo que congrega unos 250 espectadores. Unos 60 turistas, algunos asiáticos, están en primera línea.
Concluida su pasarela, ‘Ángela’ sube ágilmente al cuadrilátero, trepa a las cuerdas del ring y, con los brazos abiertos, recibe la ovación de los aficionados en las graderías. Aguarda en el ring a su contrincante, ‘Carla Greta’, una ruda luchadora que viste traje turquesa y falda reducida. Se multiplican los golpes y los puntapiés ficticios. Con acrobáticos movimientos, las mujeres ‘vuelan’ y caen aparatosamente sobre la lona, exponiendo sus enaguas. ‘Carla Greta’ agarra del cuello a ‘Ángela’ y está a punto de ahorcarla con sus propias trenzas.
Para estas ‘cholitas’, la lucha libre es también un combate por la vida. Muchas son madres que convirtieron su espectáculo en un negocio, dada su atracción turística, y cobran por tomarse fotografías o dar entrevistas.
Pero no es un trabajo fácil. Requiere un duro entrenamiento, tanto que de cada 10 aspirantes solo una se convierte en ‘cholita’ luchadora, según Ramiro Siñani, presidente de la Asociación de Lucha Libre los Titanes del Ring.

El cachascán, del inglés catch-as-catch-can (agarra lo que puedas) es en Bolivia, Perú y otros países americanos el nombre de un deporte que combina disciplinas de combate y artes escénicas. Es el equivalente a la lucha libre y su práctica ha dado un giro en Bolivia hace 12 años. Las ‘cholitas’ son mujeres mestizas que trabajan y son madres a tiempo completo. Los fines de semana se convierten en guerreras y suben al ring por su pasión por este espectáculo, para enfrentarse a los estereotipos y reivindicar su posición como mujer en la sociedad.
Con los años su popularidad las ha llevado a figurar en distintas campañas publicitarias. Tal es el caso del más reciente spot comercial de la empresa Campofrío, que hizo famosas en España a Jenny Mamani y Leonor Córdova, conocidas como ‘Martha la Alteña’ y ‘Ángela la simpática’.
Mamani afirma que los inicios de las ‘cholitas’ luchadoras se dieron paralelamente a la denominada Guerra del Gas, el nombre dado a los conflictos de 2003 relacionados con la exportación de gas natural de Bolivia a EE.UU. y México por Chile. Ante la tensión social por los problemas de ese país, el Gitano —un luchador y promotor local— buscó un “detonante” para recuperar la atención de los alteños y empezó a entrenar a mujeres con pollera. (I)