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Tamara Orejuela, la primera mujer que representó a Ecuador en Juegos Olímpicos

Tamara Orejuela, la primera mujer que representó a Ecuador en Juegos Olímpicos
Foto: William Orellana/El Telégrafo
07 de agosto de 2016 - 00:00 -

Salinas, Santa Elena.-

Tamara Orejuela nada 800 metros todos los días. Entrar al agua antes de las 8 de la mañana es un ritual innegociable. Lo hace en el mar o en la piscina del edificio donde vive, en Salinas (Santa Elena). Su traje de baño negro de una sola pieza con vivos fosforescentes es su compañero fiel. Para esta exdeportista olímpica de 63 años, nadar es una forma de ser libre.        

Orejuela fue uno de los 5.516 atletas —4.735 hombres y 781 mujeres— de 112 países, que compitieron en 172 eventos de 20 deportes —18 del programa olímpico y 2 de demostración— en los Juegos Olímpicos de México 1968. Pero hay un dato más relevante: con apenas 15 años, fue la primera mujer que representó a Ecuador en un torneo de esta magnitud.           

La exnadadora guayaquileña participó en los 100 y 200 metros modalidad pecho. En la primera distancia se ubicó en sexto lugar en su heat con un registro de 1 minuto y 26 segundos. En la segunda fue quinta con 3:08.5.       

Tamara recuerda con exactitud el día de su competencia, el 17 de octubre de 1968. Ciudad de México, sede de los Juegos, amaneció fría y con un poco de lluvia. Antes de salir al lugar de la prueba, caminó por los pasillos de la Villa Olímpica tratando de disipar la ansiedad.     

Se sentía nerviosa. No era para menos, ya que no se había preparado bien. Toda su base de entrenamiento la realizó en Guayaquil, por lo que los 2.240 metros de altitud de la capital mexicana afectaron su rendimiento. “No podía ir más rápido. Sentía que no podía mover los brazos y las piernas”, rememora mientras revisa un álbum con fotografías del recuerdo que guarda en una de las gavetas del aparador de madera que adorna la sala de su departamento. A  ese lugar se mudó hace dos años después de vivir 30 en Ambato (Tungurahua), donde dedicó gran parte de su tiempo a formar nuevos nadadores.            

Orejuela llegó a los Juegos Olímpicos de México como campeona sudamericana y sexta a escala panamericana. Era la revelación de la delegación nacional. Pero un mes antes de su prueba se vio obligada a cambiar de entrenador. ‘Pepe’ Ferreti asumió su preparación debido a que Ernesto Ronquillo, su antiguo adiestrador, decidió estudiar medicina y abandonar el deporte.      

Tamara empezó tarde en la natación. Tenía 13 años cuando fue descubierta en el torneo de novatos que se disputaba en la piscina olímpica de la Federación Deportiva del Guayas. Su estilo era poco estilizado, hasta que cayó en manos del entrenador estadounidense Richard Powers, miembro del Cuerpo de Paz. Él conformó un equipo con jóvenes nadadores que luego sobresalieron en torneos internacionales. Ella cuenta, como quien narra una travesura, que “no coordinaba los movimientos de los brazos con las piernas. No sabía que tenía que coger aire con la boca y expulsarlo por la nariz”.

Pero cada vez que representaba al país en un torneo internacional el orgullo y el patriotismo colmaban su pecho. Ese “amor por la patria” se lo inculcó Ramón Hidalgo, su profesor en el Normal Rita Lecumberri, donde se graduó de maestra de educación media, después de retirarse de la natación. Así lo relata la deportista en el libro Mujeres del Péndulo (Testimonios de fuego), escrito por Susana Álvarez y publicado por la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, Núcleo Loja.

Tamara Orejuela revisa un álbum con fotografías del recuerdo, en la sala de su departamento en Salinas (Santa Elena). Foto: William Orellana / El Telégrafo

El susto de su vida  

Tamara Orejuela aprendió a nadar por accidente, cuando tenía 7 años. Cuando esos recuerdos invaden su mente suspira de nostalgia y de inmediato se traslada a su infancia. Las vacaciones escolares en General Villamil Playas son huellas imborrables en su memoria.    

Tamara y sus 6 hermanos aprendieron a nadar en el mar, entre el vaivén las olas y la espuma. Sus padres, Eduardo Orejuela y Carmen Murrieta, compraron una casa en ese balneario y todos los días caminaban 2 kilómetros hasta la playa. “Alquilábamos un camión para llevar las camas, los colchones y las cosas de la cocina.

Viajábamos en febrero y regresábamos a Guayaquil en abril”, relata mientras riega una de las plantas que adornan el balcón de su departamento, ubicado en el sexto piso. Allí vive sola; su esposo, un jubilado estadounidense al que conoció hace dos años, la visita frecuentemente o ella viaja para reunirse con él. Para Orejuela, la soledad es sinónimo de compañía.            

Uno de esos días de playa, durante su infancia, sufrió el susto de su vida. Su hermana Sandra recuerda perfectamente el escalofriante momento. Había mucho sol y la marea estaba alta cuando una ola de unos 3 metros, aproximadamente, tumbó y cubrió por completo a Tamara. Estuvo sumergida unos 10 segundos que fueron eternos. “No recuerdo de dónde obtuve fuerzas y la agarré del cabello y la saqué del mar”, cuenta Sandra.

Esa experiencia, en lugar de generarle temor, despertó en Tamara un singular amor a las olas. Cada vez que entra al mar vuelve a sentirse niña. Su memoria rebobina los recuerdos de su infancia. Cuando nada en el agua salada dice que parte a un lugar desconocido. (I)

DATOS

Tamara Orejuela obtuvo el título sudamericano en 1967 en Lima (Perú), en los 100 y 200 metros modalidad pecho. Fue designada la mejor nadadora del torneo.

Participó en los Juegos Panamericanos de Winnipeg en 1967, gracias al récord nacional que impuso en los 200 metros pecho: 2 minutos y 58 segundos.

Su héroe deportivo es su hermano Jorge Eduardo Orejuela Murrieta, quien fue undécimo en el Mundial de Natación de Belgrado, Yugoslavia.

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