Con la premisa clara de que ser central en un equipo de fútbol es más que defender, intentaré buscar muchas respuestas a la escasez de esos jugadores que quitan el balón con arte y no a base de fuerza o faltas tácticas como está de moda decirlo en la actualidad. Rastrillaremos la historia para entender que este puesto tan importante dentro de cualquier esquema supo reconocer las capacidades atléticas pero también de comprensión que imperaron en los primeros modelos que rozaron el rótulo de crack.

El abanico de nombres es muy amplio, tanto en el ámbito local como internacional, entonces dejaremos en la memoria de cada uno buscar en las retinas los conceptos claros que manejaban aquellos futbolistas que pudieron por sobre todo asimilar que en un juego donde la belleza se aplaude y la impronta deja jugadas como retratos eternos utilizaron todo su caudal para destruir, pero con la particularidad que en el caso del fútbol se puede realizar con talento. Un gran ejemplo de cómo disuadir un ataque es desde el primer momento comprender y llevar al atacante hacia el sector más fuerte que posea el defensor para que de esta manera los rivales estén en igualdad de condiciones, poniendo en claro que el que tiene la pelota sabe lo que intentará hacer mientras que el defensa solo lo puede intuir. Normalmente si viene con velocidad se recomienda no salir al encuentro sino llevarlo con la posición del cuerpo hacia una zona donde se desvanezca esa cualidad y poder controlar la situación. Para lograr comprender este tipo de conceptos es fundamental que el central conozca sus limitaciones y las utilice a su favor, y que con la percepción que es necesario tener en un puesto tan determinante se adelante e impida una posibilidad clara de gol. El que ostente este lugar debe reflejar el orgullo que se siente quitarle el balón a un rival, detalle que no se destaca en la mayoría de los casos porque en un juego donde el objetivo es que el esférico atraviese la línea que pasa por debajo de los postes, los que pretenden impedir estas circunstancias son tildados indirectamente como antihéroes. No todos los atacantes o zonas del campo son iguales, es allí cuando sale a la luz el talento de un central que debe utilizar todo su potencial a favor de recuperar lo más preciado que tiene este deporte, la pelota.

Al habilidoso hay que presionarlo para que no reciba o al menos siempre esté incómodo e intente retroceder la jugada, si no se consigue este primer intento, después tener la valentía de jugar uno contra uno y también amagar, engañar y a base de ingenio robarles el balón. Otras herramientas se deben utilizar con los altos y corpulentos, como lo son anticiparlos constantemente e invadir con esta actitud desgastante en su concentración y así lograr frustrarlos para que no sean tan influyentes con su contundencia en el partido. Existen determinadas condiciones que naturalmente se deben tener para destacarse en esta posición, que hoy en porcentajes mayores es donde más está el balón en aquellos equipos que priorizan la tenencia como primer concepto de ataque y defensa. Los marcadores centrales del Barcelona español, por ejemplo, manejan los tiempos del equipo, desde sus pies nacen los primeros indicios de cómo y cuándo buscarán desequilibrar al rival, y aunque parezca contradictorio, tener buen pie en el fondo garantiza un mejor ataque.

La importancia de un jugador íntegro y de mucha confianza en esta posición hace sonar las alarmas en nuestro medio, ya que después de un caudillo futbolístico como lo fue Iván Hurtado no aparecen quienes sepan llevar el rótulo que dejó este laureado jugador, que sin hacer tantas faltas y con mucho glamour enorgulleció a nuestro fútbol dejando una vara muy alta y aparentemente difícil de alcanzar por el momento.

La realidad nos dice que el déficit es llamativo en esta materia y por eso es más que imperativo trabajar en la búsqueda de representantes ideales en un puesto que es determinante y que hoy lamentablemente tiene escasos postulantes. (O)