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En 2014 cubrió 254 km en el sahara

Millán correrá ultramaratón en la Antártida

Ludena se entrena en los Andes ecuatorianos, corre en montañas, se baña en agua fría, duerme con las ventanas abiertas y corre en una cámara de frío. Foto: Andrés Darquea / El Telégrafo
Ludena se entrena en los Andes ecuatorianos, corre en montañas, se baña en agua fría, duerme con las ventanas abiertas y corre en una cámara de frío. Foto: Andrés Darquea / El Telégrafo
30 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Fanático

Participar en la carrera “más difícil del mundo”, a 40 grados de temperatura, no le fue suficiente. Ahora el ecuatoriano Millan Ludena tiene la mira puesta en el polo opuesto: una competición de 100 kilómetros en uno de los lugares más fríos del planeta: la Antártida.

No se trata solo de una carrera, es, en realidad, la prueba de “las ganas de vivir” de Ludena, a quien la muerte de su mejor amigo le demostró que la vida es “muy subjetiva, frágil y efímera”. “Uno tiene dos opciones básicamente: pasar en puntillas por la vida o vivir de manera más intensa”.  

Y entre sus experiencias figura haber corrido en 2014 durante 6 días los 254 kilómetros de la maratón de Sables, en el desierto del Sahara, considerada por la National Geographic como la carrera a pie más difícil del mundo. Ahora tiene en agenda convertirse en el primer ecuatoriano en correr, a finales de enero de 2016, la maratón de la Antártida, con temperaturas que pueden llegar a menos 20 grados centígrados. “Son 100 kilómetros de un solo tiro, que espero realizar en 23 o 24 horas”, indicó. Llevará una mochila con material obligatorio y la comida suficiente para el trayecto.

Debe dar 4 vueltas a un circuito de 25 kilómetros, con una mochila que pesará unos 4 kilos provista de comida liofilizada con altísimo componente en grasa.       

Ludena, guayaquileño de 35 años que mide 1,61 metros, se entrena ahora en los Andes ecuatorianos, corre en montañas, se baña en agua fría, duerme con las ventanas abiertas y corre, por ahora, hasta dos horas seguidas en una cámara de frío de una fábrica de hielo.      

Sus amigos entran cada 15 minutos al cuarto frío para asegurarse de que se encuentre bien.

El Sahara y la Antártida ofrecen paisajes que no cambian en la carrera, algo que puede resultar desesperante, pues da la sensación de que no se avanza, según Ludena, por lo que agradece entrenar en una caminadora en el cuarto frío, pues le prepara mentalmente: se corre durante horas y no se avanza y el paisaje no cambia. “Debes tener la capacidad de abstraerte y seguir corriendo”, dijo.  

Relató que cuando corre carreras extremas resuelve operaciones matemáticas: “La única forma de sobrevivir en este tipo de carreras es que tu cerebro esté activo”, pues debe estar listo para solucionar cualquier imprevisto.  

Su psicóloga deportiva lo prepara para afrontar eventuales situaciones extremas, como las que vivió en el Sahara, en la que terminaron la carrera 900 de los 1.200 inscritos.

A mitad de esa carrera, con ampollas en los pies y tras haber perdido una uña, Ludena quiso abandonar todo y aún se estremece al recordar cuando vio desplomarse y convulsionar a un competidor alemán al que ayudó hasta la llegada de los organizadores.   

“El poder de la mente está sobre el cuerpo. Este tipo de carreras son físicas, sí, pero el papel crucial de la carrera viene de la mente”, dijo Ludena, quien en Sables, donde puso la bandera de Ecuador en la meta, perdió 4 de sus 59 kilos. (I)

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