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El arribo de la deportista a guayaquil está programado para hoy

Estefanía, tan buena para el judo como para el viche

García, de 27 años, luce la segunda medalla de oro que Ecuador consiguió en Toronto. Entre sus logros más importantes constan el tercer puesto en el Mundial de 2012. Foto: cortesía
García, de 27 años, luce la segunda medalla de oro que Ecuador consiguió en Toronto. Entre sus logros más importantes constan el tercer puesto en el Mundial de 2012. Foto: cortesía
15 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Fanático

Al ver a Estefanía García recibir la medalla de oro, Mercy sintió deseos de llorar. Estaba emocionada. La niña que a los 5 años se rasuró las cejas y le sacó una carcajada le alegraba una vez más. En esta ocasión con el título en la categoría menos 63 kilos del torneo de judo de los Juegos Panamericanos Toronto 2015.    

“Un sueño”, así calificó Mercy Mendoza (50 años), madre de la exponente, el logro de su retoño, quien esperó 5 años por subir al podio continental, después de que la rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha le impidiera luchar por clasificarse a los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011.

Aquella lesión le ocurrió en 2010 y le alejó de la actividad durante 6 meses. Fueron momentos duros, sobre todo para alguien que tiene como prioridad su carrera deportiva. “Yo le he dicho que ya quiero nietos, pero me responde que todo puede ser después de su retiro”, contó Mercy a EL TELÉGRAFO.  

La pasión de Estefanía no solo creció con ella, sino que vivió bajo el mismo techo. Su progenitora también fue deportista, practicó gimnasia, baloncesto y judo; llegó a ser seleccionada provincial y cinturón negro en este estilo de lucha.  

No era de sorprenderse que Estefanía creciera inquieta y, cual abeja atraída por las flores, se dedicara al taekwondo, natación, gimnasia, baloncesto y se decidiera por el judo a los 9 años, a raíz de entrar a un curso vacacional que promovió en esa época la Federación Deportiva de Manabí.  

Ahí conoció a José Larrinaga (57 años), entrenador que tiempo después se uniría a su madre y se convertiría en su padre y mentor.  

A decir del instructor cubano, algo que también influyó en la fortaleza de carácter y perseverancia de Estefanía es su formación en los colegios Teniente Hugo Ortiz y Miguel Iturralde, ambos de índole militar. No por nada es tan disciplinada y cuando se le mete un objetivo en la cabeza, no se detiene hasta conseguirlo.

Abanderada en la primaria del colegio Teniente Hugo Ortiz y abanderada en la secundaria del colegio Miguel Iturralde, la portovejense está acostumbrada no únicamente a cumplir metas, sino a ser la mejor.

Su fortaleza mental y su capacidad de recuperarse es envidiable. Tras rehabilitarse de la operación en la rodilla derecha y pese a no ir a Guadalajara, la manabita accedió a los Juegos Olímpicos Londres 2012. Su participación no le deparó preseas, pero le dio fogueo y la convenció de que en una segunda oportunidad, con más experiencia, podría pelear por ascender al altillo de vencedoras.

La idea ahora es clasificarse a los Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016, para lo cual continuará esmerándose. Según el listado de la Federación Internacional de Judo, la ecuatoriana ocupa el decimonoveno lugar en el ranking mundial de su división, lo que le brinda buenas posibilidades de llegar a las olimpiadas cariocas.

Sin embargo, su éxito en el arte marcial japonés no es lo único que le importa. José cuenta que su hija estudia ingeniería ambiental, ingeniería en sistemas y gastronomía, y anhela ser una gran profesional en cada una de estas carreras.

Mercy corrobora que a Estefanía le encanta cocinar y tiene a este quehacer entre sus hobbies favoritos. Le agrada mucho el viche, sea de camarón o pescado, por lo que cada vez que los visita le gusta compartir sus recetas.

“También disfruta de ir a la playa. Espero que luego de los Juegos Panamericanos podamos ir a Crucita o a cualquier otro punto de Manabí”, expresó la progenitora, quien trabaja como enfermera.

Otro de los grandes amores de la peleadora es ‘Chico’, un perro mestizo de 13 años al que mima hasta más no poder. Entre los regalos que suele traer de sus viajes jamás falta un detalle para el ‘pariente peludo’.  

La señora está contenta por el fruto de sus entrañas; como hija única, la judoca llena su existencia. Agradece al Ministerio del Deporte por incluir a Estefanía en el Plan de Alto Rendimiento y optimizar su preparación. “Como madre, más que esperar que le den una casa, como ha sucedido con otros deportistas, deseo que nunca dejen de apoyarla. A fin de cuentas, es feliz haciendo lo que le gusta”. (I)

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