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El Telégrafo
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William Araujo, futbolista del Club Deportivo Puerto Quito

“El fútbol me enseñó que todo es posible”

“El fútbol me enseñó que todo es posible”
Foto: Miguel Jiménez / EL TELÉGRAFO
23 de enero de 2018 - 00:00 - Javier Tamba Guzmán

El calor es intenso. Gotas de sudor se deslizan por los rostros de los jugadores del Puerto Quito. En medio de elementos que desean agradar al técnico Héctor el ‘Pipa’ González y hacerse un nombre en el elenco destaca un rostro conocido, el de William Araujo, campeón con Liga de Quito en la Copa Libertadores de 2008 y de la Copa Sudamericana en 2009.

Araujo fue la piedra angular en el ascenso del equipo a la serie B; ahora el reto es mantenerse en la categoría. Su mirada es la de un hombre para el que nada es imposible, alguien forjado por el sacrificio y los sueños de grandeza.

Pocos futbolistas tienen el orgullo de contar que jugaron la final de un mundial de clubes... ¿Qué es lo que más recuerda de la final Liga de Quito-Manchester United, en 2008, en el Estadio Internacional de Yokohama?

Fue un sueño hecho realidad, yo jugaba play station y decía, no pues, qué vas a  jugar allá, en esos estadios hermosos contra un equipo como el Manchester United. Pero cuando se está ahí uno lo va visualizando; en el momento que se hizo realidad creía que estaba soñando, pero te dices tengo que dar todo de mí porque a lo mejor no se vuelve a dar.

¿A cuál de los jugadores que enfrentó en esa final deseaba conocer? Estaban figuras como Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney, el arquero Edwin van der Sar, el defensa Rio Ferdinand, Nemanja Vidic, Patrice Evra, Carlos Tévez, Gary Neville, Rafael, Anderson...

Uno siempre sueña jugar un partido así, en ese entonces estaba Rooney, Cristiano Ronaldo. Pensaba que hacerle un gol a ese arquero era imposible, era un tipo enorme. Antes de entrar a la cancha los mirábamos, nos veíamos flaquitos en comparación de ellos, pero creo que nosotros teníamos el doble de ganas por ganar.

¿Antes del lance de qué hablaban entre ustedes?

Nos reunimos en el hotel e hicimos un pacto de que íbamos a dejarlo todo, que nos jugábamos la camiseta de un país y que en base a eso teníamos que dejarlo bien representado; teníamos la mentalidad de ganar, no se dio, salimos con un sabor amargo porque tuvimos la posibilidad de anotar en una jugada que Jairo Campos no cogió bien la pelota.

¿Se tomó una foto o intercambió la camiseta con alguno de los jugadores del United?

No, porque no nos dejaron en el momento del partido, después no nos permitieron pasar al camerino de ellos, tampoco pudimos tomar fotos, pero saludamos con todos: Cristiano Ronaldo, Rooney... Yo pensaba que ellos eran creídos, odiosos, no fue así. Con quien sí cambié la camiseta fue con Gago en el partido ante Real Madrid en la Copa de la Paz en 2009. Tengo esa camiseta en mi casa.

¿Tuvo algún duelo especial con alguna de esas estrellas?

Con Cristiano Ronaldo, lo enfrenté dos veces: en la final del Mundial Interclubes cuando estaba en el Manchester United y al siguiente año cuando ya estaba en el Real Madrid. Al volverme a ver se sonrió y nos dimos la mano; como no sabe mucho español solo me dijo ‘éxito’.

¿Pero qué incidencia recuerda con él?

Dos: Le hice como un sombrerito. Fue una bola dividida, llegamos los dos, pero yo la toqué antes, se la pasé a Manso. La otra fue en la Copa de La Paz, el partido lo perdimos 4-2 en el estadio Santiago Bernabéu. El primer gol de ellos se provocó por un penal que le cometí a Cristiano. Cuando el árbitro sancionó la falta dije ‘Dios’, y quise que se abriera la cancha y me tragara ¡Te haces tan chiquito! Cristiano me palmeó, me dijo “tranquilo”.

¿Se siente algo especial al marcarle goles al Real Madrid? Los dos tantos de la ‘U’ los hizo Enrique Vera.

Los gritamos a más no poder, hacerle goles a un equipo que era campeón y es favorito en todo lo que juega. ¡Imagínate! Enfrentar a esos jugadores es único (Robben, Pepe, Marcelo, Higuaín, Benzema...), es algo soñado, y en un estadio como ese ver la bandera de Ecuador te anima más para luchar.

¿En alguno de esos cotejos se le fueron las lágrimas?

En todos, en unos de alegría y en otros de tristeza; la tristeza cuando perdimos en el Mundial de Clubes; queríamos ser campeones, veníamos bien, no alcanzamos el objetivo. Nos despertamos de ese sueño. Y lloré mucho también cuando quedamos campeones de la Copa Libertadores, de la Copa Sudamericana y de las dos recopas sudamericanas.

En la final de la Copa Libertadores de 2008, ¿le asignaron cobrar un penal?

Me hubiese tocado si la serie se alargaba. Yo estaba orando cuando comenzaron a patear, le dije a Dios: ‘Señor, sé que nos vas a sacar campeones antes de que me toque patear’. Su mano siempre me ha levantado en los momentos difíciles.

¿Cómo vivieron la víspera del partido de vuelta de la final de la Libertadores en Río de Janeiro?

Cuando estábamos en el hotel los hinchas de Fluminense comenzaron a lanzar juegos pirotécnicos para no dejarnos dormir, pero, al contrario, nos alentaron más, nos hicieron sentir únicos.

¿Con quién compartía la habitación?

Con Diego Calderón. Estábamos acostados viendo una película, eran como las 11 de la noche cuando empezó a sonar ¡Boom! ¡Boom! El ‘Pelusa’ me dice: “oye, hermoso esto”, nos reíamos y nos abrazábamos. Yo le respondí: “Sí, negro, este es un sueño”. Estábamos en el sexto piso y desde los pisos de arriba vimos a hinchas de Liga que gritaban: “¡Vamos Liga!”. Se nos hizo la piel de gallina.

¿Al salir al estadio Maracaná los aficionados les gritaron o les hicieron algo?

Al momento del traslado al estadio había un mundo de gente; los policías iban abriendo la calle, fue espectacular. Había gente que nos veía y cruzaba los antebrazos, hasta ahora no entiendo qué significa eso, en Brasil y Argentina nos han hecho así.

Usted no entró de titular, ¿se sintió nervioso cuando el técnico Edgardo Bauza lo llamó para el último cambio?

Faltaban como cinco minutos (minuto 87), entré por ‘Rambert’ Vera. Bauza me dijo ‘Vamos vamos, a dar todo. Willy, párate ahí, que no pase ni el viento’. Yo me dediqué a marcar y marcar, esa cancha era enorme, alzaba la cabeza y veías a tus compañeros lejísimos.

Al marcarles el tercer tanto Fluminense (3-1), ¿sintieron que la copa se les escapaba?

Estábamos confiados, claro que todo puede pasar, pero sabíamos que teníamos jugadores importantes como Guerrón, Bolaños, Manso, Bieler… estábamos para ganar. Sabíamos que Cevallos te daba seguridad atrás; por ahí no te salía a cortar, pero era una persona que tenía una experiencia extraordinaria.

¿Confiaban mucho en su arquero, en cómo podría afectar psicológicamente a los oponentes? 

Él sabía cómo jugar contigo, lo practicamos en el entrenamiento. Se sacaba la gorra, a veces se sacaba los guantes. Así les hacía a Manso, al ‘Pato’ Urrutia y se comían los penales. Cuando hizo eso en el Maracaná, dijimos: Cevallos los va a tapar, Cevallos los va a tapar. Confíabamos en que Dios le daría sabiduría al Pancho para que los tape.

¿La final de la Copa Sudamericana en 2009 la vivieron con igual intensidad?

Esa final fue igualmente con Fluminense; la primera vez ellos estaban confiados en que iban a ganar; sus hinchas sacaron los papelitos verde y blanco, pero esta vez ya no lo hicieron. Nosotros nos reíamos porque otra vez les ganamos.

¿En todos esos años cuál fue el momento de mayor tensión en Liga de Quito?

Se presentó la posibilidad de que yo saliera a Fluminense o al Pachuca de México; Liga nunca me dio esa apertura, dijeron que era intransferible, se me cerraron las puertas. Salieron al exterior Patricio Urrutia, Enrique Vera, pero volvieron. Al momento en que el ‘Pato’ regresó ya no hubo esa parcería porque yo lo tenía comiendo banco. Cierta vez hicimos fútbol, él me dijo unas palabras, yo le respondí, y él me pegó una cachetada, entonces me le fui encima. Ahí cambió todo porque el ‘Pato’ era el mimado de Esteban y don Rodrigo Paz. Supuestamente me iban a renovar por tres años, pero a raíz de ese problema ya no hubo renovación.

¿En aquella época José Francisco Cevallos les mencionó su sueño de ser presidente de Barcelona?

Sí. Prometió que si llegaba a ser presidente de Barcelona me iba a llevar a jugar allá. En 2016, cuando ya estuvo de presidente, lo llamé, le pregunté si había la posibilidad de ir a Barcelona y me dijo: ‘chuta, es que ahorita está complicado, no creo’. Le dije que no se olvidara de su promesa y se quedó callado. Le dije bueno, Pancho, muy amable. Me dijo, ‘no, tranquilo, cualquier cosa estamos hablando’.

¿Cuando era niño pensaba en ser futbolista?

Yo entraba al estadio Atahualpa cuando los señores de las puertas se descuidaban, pero un día me descubrieron. Un señor me dijo que si no venía con algo a trabajar no me haría entrar. Entonces yo iba con mi cajón de lustrar zapatos, pero me sentaba a ver el fútbol, a verle a Berrueta. Luego me iba donde los hinchas de Liga, los aniñados, y les lustraba los zapatos. Al acabarse los partidos con mis amigos hacíamos pelotas con fundas de plástico y jugábamos. Al salir los jugadores los veíamos ¡Qué bacano cómo se tomaban fotos, cómo los entrevistaban, cómo se vestían! Yo quería ser como ellos. Tenía 12 años.

¿Cuáles han sido los peores momentos de su existencia?

Mi hermano José Luis, que tenía 21 años, se murió justo el día que cumplí 15 años. Él estaba en un baile en una calle del barrio La Bota y una  bala perdida le dio en la cabeza. Cada vez que cumplo años me acuerdo de eso. Cuando tenía 12 años nos sacaron a la calle con todas nuestras cosas, en ese entonces arrendábamos. Mi madre nos sacaba adelante sola, trabajaba como empleada doméstica.

¿Qué le agradece al fútbol?

Poderles dar todo a mis hijos. Trabajé día a día para que no salieran a lustrar zapatos o a cuidar carros como yo lo hice, para darles una buena educación, un lugar donde estén tranquilos sin pagar arriendo. A mi mami también le construí la casa en La Bota y ahí vive con mis hermanas. (I)  

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