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Claudio es un marchista que no rehuye los sacrificios extremos

→Claudio Villanueva durante la prueba de los 50 kilómetros marcha que se desarrolló en Santa Marta, como parte de los Juegos Bolivarianos 2017.
→Claudio Villanueva durante la prueba de los 50 kilómetros marcha que se desarrolló en Santa Marta, como parte de los Juegos Bolivarianos 2017.
Luis Cheme / et
26 de noviembre de 2017 - 00:00 - Luis Cheme enviado especial a Santa Marta

Claudio Villanueva se enteró en el hospital que había quedado tercero en la prueba de los 50 kilómetros marcha de los Juegos Bolivarianos Santa Marta 2017.

Desde el kilómetro 30 de la competencia atlética -que se desarrolló bajó altas temperaturas- casi perdió la conciencia y cruzó la meta por inercia. Incluso pensó que no había terminado la prueba. Por eso se desvaneció cuando terminó el circuito y fue trasladado a un hospital cercano con una grave deshidratación. Los médicos le diagnosticaron shock calórico.

Este es uno de los casos más graves de hipertermia, que es el sobrecalentamiento que sufre el cuerpo debido a las altas temperaturas o un exceso de ejercicio físico.

La falta de hidratación hace que diversos órganos del cuerpo humano dejen de funcionar como lo harían de forma habitual.

El muro de Facebook de Villanueva se llenó de mensajes de apoyo inmediatamente después de esa escena dramática, quizá la más escalofriante de los Bolivarianos.

Las frases y calificativos para el atleta ecuatoriano, que terminó extenuado, eran diversas: “Eres un héroe”, “Vales oro”, “Eres grande”, “Cuando el cuerpo no te responde, compites con el corazón”, fueron algunos de los elogios que recibió el andarín ‘tricolor’ que hizo un esfuerzo sobrenatural para ganarse la admiración de los samarios y convertirse en un símbolo de lucha para los deportistas que intervinieron en las justas bolivarianas.

Un día después de aquella trágica escena, el jueves, Villanueva había dejado de ser un desconocido en Colombia.

En la playa Taganga, ubicada a 20 minutos de Santa Marta, donde se realizaban las competencias de canotaje, Irma Padilla, una paisa de 52 años, conversaba con su amiga Odalis Cárdenas sobre la hazaña del atleta. “¿Viste en la tele al ecuatoriano que se desmayó en la meta? ¡Qué berraco ese muchacho!”. 

Unos metros más adelante, la samaria Juana Carriel le mostraba a su esposo Álex Peralta las fotos del momento de la caida del deportista. “Esos muchachos son masoquistas”, decía él mientras miraban el celular.          

La página oficial de los Juegos Bolivarianos le dedicó a Villanueva una nota amplia. En ella resumía que “el ecuatoriano podrá sentirse orgulloso, no solo se subió al podio, sino que le dejó un gran ejemplo en los niños, jóvenes, adultos y mayores para quienes él es hoy día el héroe de la marcha bolivariana”.

“A Villanueva le quedaban apenas dos vueltas al circuito para completar la distancia cuando de repente los paramédicos salieron corriendo, el marchista había caído al piso. Fueron momentos de tensión y preocupación por parte de quienes lo seguían alentando a su paso. Muchos pensaron que todo había terminado para este marchista, ¡pero no!, la historia continuaría. Se levantó y siguió en competencia. El desgaste era más que innegable, su cuerpo escasamente respondía, sus brazos prácticamente estaban estirados, el temblor en sus piernas era evidente, tanto que tuvo que sostenerse de las barandas en más de una oportunidad para no volver a caer”, relató en su texto la periodista Konnye Mora, de la sala de prensa de los Juegos Bolivarianos.

El jueves, durante la premiación de la prueba de los 50 km marcha, en la que se adjudicó la medalla de bronce, tras recibir un fuerte tratamiento de hidratación en una clínica local, Villanueva fue el marchista más solicitado por los periodistas colombianos y de otros países bolivarianos que cubrieron los Juegos en Santa Marta.

Incluso fue más requerido que el mismo Andrés Chocho, campeón de la prueba. A pesar del cansancio y de haber pasado varias horas en una clínica, Villanueva no tuvo problemas para dar entrevistas y también para compartir con otros deportistas que llegaron para felicitarlo.

Su hijo, su motivación

Villanueva está acostumbrado a sufrir exceso. Claudio Santiago, su hijo, es su mayor inspiración desde hace dos años. Fue en él en quien pensó hasta antes de quedar inconsciente para no abandonar la prueba en Santa Marta. Dice que pensar en su nacimiento le dio fuerzas para levantarse en la primera caída que tuvo antes de finalizar la carrera.

Él nació con una parálisis cerebral irreversible y durante 73 días permaneció en cuidados intensivos, con pronóstico reservado. Eso le causó la pérdida de la visión de por vida. Por si no fuera poco, 15 días después de su nacimiento fue operado debido a que se le reventaron los intestinos, los médicos le diagnosticaron enterocolitis necrotizante.

“Cinco horas de sufrimiento (por la prueba) no son nada en comparación con los 73 días críticos que viví. Él me enseña a salir adelante, me fortalece. Si él puede salir adelante con todas sus dificultades, ¿por qué no voy a poder yo?”.

Esos momentos de angustia fortalecieron el carácter del también campeón panamericano de marcha, cuyo título lo consiguió el 14 de mayo pasado, en Lima, Perú.

En esa competencia, en la que también sufrió una grave fatiga; asimismo, se inspiró en su primogénito para ganar la presea dorada en los 50 kilómetros marcha.

En las últimas vueltas al circuito invadieron su mente las imágenes de su hijo hospitalizado. “Vi su pequeño cuerpo cubierto con tubos y cables, luchando por vivir. Mi corazón se fortaleció y pude triunfar. Lo mismo me pasó el miércoles en Santa Marta”.

Durante la carrera también pensó en su padre. Él se perdió durante una jornada de pesca en El Cajas cuando tenía 86 años y nunca más supieron de su paradero.

Claudio, que ha competido en tres carreras de 50 kilómetros en los últimos 6 meses, tenía 17 años cuando eso ocurrió y dos años después de mudó a vivir a España, país en el que trabajó como mesero en restaurantes para costear sus gastos.

Villanueva tiene estabilidad económica desde marzo de 2016 gracias al Plan de Alto Rendimiento que impulsa el Ministerio del Deporte. Recibe $ 1.500 mensuales y puede dedicarse íntegramente a los entrenamientos físicos.

Antes de eso no podía hacerlo. Trabajaba como taxista informal en un auto que le pertenecía a su cuñada.

Su jornada empezaba muy temprano, se entrenaba desde las 04:00 hasta las 06:00 y luego recorría las calles de Cuenca hasta 12 horas buscando pasajeros para obtener los ingresos que le permitan solventar todos los gastos de la casa.

En ese entonces no podía contar con el apoyo del Estado porque había competido por la selección de atletismo de España, país de origen de su padre desaparecido.

Pero Claudio estuvo acostumbrado al trabajo duro desde pequeño. En su infancia vendía frutas en un puesto que tenía su madre, Julia Flores, en Cuenca.

En 2010, tras alcanzar marcas y éxitos en ese país logró una beca económica del Gobierno español. Una fractura de cadera le impidió representar a España en los Juegos Olímpicos en Londres 2012; un año después, en el Mundial de Atletismo de Rusia fue el latinoamericano mejor ubicado, pero en esa ocasión representó a España.

A finales de 2013 y debido a una serie de situaciones, las autoridades españolas decidieron congelar su beca y tuvo que regresar a Cuenca.

El año pasado representó a Ecuador en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Villanueva y su esposa, Grace Pintado (hermana del marchista Daniel Pintado, que participó también en los Juegos Bolivarianos), disfrutan ahora del nacimiento de su segundo hijo en Cuenca. (I) et

 Los 2 hijos del marchista son la inseparable inspiración

→La ausencia de Claudio Villanueva en el hogar durante estos días ha sido dura para Grace Pintado, su esposa.

Sus dos hijos le han sacado “canas verdes”. “La presencia de Claudio siempre es necesaria y es una ayuda para mí”, asegura Pintado. La pareja tiene dos hijos: su primogénito, Santiago, de 2 años y medio, que es un niño especial; y Joaquín, de apenas dos meses de edad.

“Pese a todas las dificultades, él se preparó como siempre, con todo el entusiasmo y con toda la responsabilidad del caso”, afirma la esposa de Claudio. Sus niños no le dejaban tranquila mientras se desarrollaba la conversación. Si no era Santiago era Joaquín, ambos lloraban, ya por hambre o por sueño. “Ya cuando se duermen me dejan un poco más tranquila”, dijo la mujer.

Grace cree que su esposo dio más de lo que estaba planificado para ir a Colombia. “Claro que tenía un poco de fatiga porque en menos de 6 meses ha competido dos veces los 50 kilómetros”.

Según su esposa, Claudio es muy apegado a sus hijos y muy goloso para la comida. “Ellos (los hijos) salieron iguales al padre”. Agregó que dos veces a la semana el marchista lleva a su primer hijo a las terapias de recuperación. “Y luego va con él a los entrenamientos”. La avenida 10 de Agosto es la que frecuenta Claudio, abriéndose paso con el coche, avanza rápidamente hasta donde está el médico. Grace indica que luego Claudio lleva a Santiago a las prácticas. Allí sus compañeros o entrenadores le ayudan a cuidar al bebé. “Ellos saben que cuando Santi grita o llora les tienen que dar el biberón”. Agrega que todos se convierten en la “mamá”, hasta que Claudio termine su trabajo. Pero lo más admirable para ella es que su esposo regresa caminando a casa con su hijo que va en el coche. Arriban a San José de Balzain, distante a 7 kilómetros de Cuenca. “Apenas llegan se botan a la cama a descansar”.

Karen Palaguachi, esposa de su cuñado, el marchista Daniel Pintado, que también está en Colombia, comentó: “Los dos (su pareja y Claudio) han trabajado siempre en el atletismo”.

(RM. Regional Sur) (I)

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