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Jefferson Cepeda anhela tener bicicleta propia

Jefferson Cepeda posa para una selfie junto a una fanática boliviana. El ciclista ecuatoriano no tuvo problemas, a pesar del cansancio, de atender a los decenas de personas que siguieron la prueba de ruta en los Juegos Suramericanos.
Jefferson Cepeda posa para una selfie junto a una fanática boliviana. El ciclista ecuatoriano no tuvo problemas, a pesar del cansancio, de atender a los decenas de personas que siguieron la prueba de ruta en los Juegos Suramericanos.
Foto: Luis Cheme
05 de junio de 2018 - 00:00 - Luis Cheme

Jefferson Cepeda Hernández no tiene bicicleta propia. Las que utiliza para entrenar son de propiedad del Team Movistar Ecuador, su equipo, o de la selección ecuatoriana de ciclismo de ruta.

Su mayor anhelo es tener una propia y cumplir el sueño que siempre tuvo desde pequeño, ya que sus padres tampoco pudieron regalarle una en su infancia por falta de recursos económicos.

“Jeff”, como lo llaman sus amigos y compañeros, pertenece a una familia humilde de la parroquia El Playón de San Francisco, en Sucumbíos (del mismo sector de donde es oriundo Richard Carapaz, quien recientemente quedó cuarto en el Giro de Italia).

Cepeda aprendió a andar en bicicleta cuando tenía 8 años. Empezó a pedalear en las que sus amigos les prestaban. Le sacaba provecho a los pocos minutos que tenía para dominarlas. Se subía y echaba a andar sin temor a caerse. Siempre fue audaz y arriesgado.

Así lo demostró el domingo pasado sobre las mojadas calles de Cochabamba, donde se coronó campeón suramericano de la modalidad ruta. El ciclista de 22 años cubrió los 140,4 kilómetros (12 vueltas) del trazado urbano en tres horas, 58 minutos 16 segundos.

Y lo hizo en condiciones climáticas extremas: bajo una leve pero constante lluvia, a menos de 12 grados centígrados y a más de 2.700 metros sobre el nivel del mar.

Un trabajo coletivo
El equipo ecuatoriano que participó en la prueba de ciclismo de ruta compitió estratégicamente. Alternó a sus competidores en el primer lugar para de esa manera desgastar a los adversarios colombianos, favoritos para ganar la prueba considerando que son una potencia regional en este deporte.

Y el plan funcionó. El primero en tomar la punta, cuando apenas había transcurrido una vuelta, fue Jonathan Caicedo, incluso parecía que ganaría la prueba.

Pero su resistencia física duró solamente hasta el quinto giro y tuvo que dejar la competencia por un problema en la rodilla.

Después fue la oportunidad de su primo Alexander Cepeda, quien tomó el control de la prueba. Lo hizo desde la vuelta siete hasta la 11, cuando le dejó el camino limpio para que Jefferson se quedara con la victoria.

Su preparación consiste en pedalear unos 600 kilómetros semanales, pero cuando se acercan las competencias puede llegar hasta los 800. A eso se suman los trabajos físicos y los diálogos con su equipo para establecer la estrategia de la competencia.

Como estrella de cine
Cochabamba se rindió a los pies del ciclista ecuatoriano, que consiguió su primer título suramericano en su debut en unos Juegos regionales. Cruzó le meta en medio de los aplausos y la ovación de los cochabambinos, a quienes no les importó soportar ocho horas de lluvia y frío junto a la meta, esperando saber quién ganaría la exigente competencia.

Y no se fueron cuando la prueba terminó. Esperaron a Jefferson hasta que le hagan la prueba doping y recibiera la medalla para continuar aclamándolo y felicitándolo, como si se tratara de una celebridad o estrella de cine.

Después de atender a los periodistas, una avalancha de personas lo rodeó. Unos le pedían fotos, otros autógrafos. Algunas chicas, incluso, querían besarlo. El director deportivo del equipo nacional de ciclismo de ruta, Santiago Rosero, tuvo que abrirse espacio entre la multitud para llevarse a Jefferson.

Lo condujo hasta un auto de la organización que los estaba esperando y se lo llevó a la Villa Suramericana para empezar su proceso de recuperación tras la competencia.

La gente no quería dejarlo ir, quería seguir disfrutando del campeón. A pesar del cansancio, “Jeff” no se oponía a los pedidos del público.

Una de las primeras personas con las que habló después del triunfo fue con su novia Verónica Tello, con quien lleva cuatro años de relación. Le dedicó el triunfo y le pidió que le dijera a su abuelita Margarita que siga rezando por él; ella es su cábala. Por eso, lo único que lo hace llorar es cuando ella está delicada de salud.

“Su abuelita es su punto débil”, le contó Verónica a diario EL TELÉGRAFO, vía chat de Facebook.

Cepeda es uno de los descubrimientos del carchense Juan Carlos Rosero, una de las glorias del ciclismo ecuatoriano que falleció en 2013 a causa de un paro cardíaco.

Rosero llegó un día de 2009 a Playón de San Francisco con la intención de conformar un equipo de ciclismo. Fue al colegio de Jefferson y, aula por aula, expuso su ambicioso proyecto.

Jefferson aceptó el desafío como un pasatiempo, sin pensar que empezaría a pedalear rumbo al éxito.

Sus primeros triunfos en las competencias nacionales terminaron de convencerlo. Fue así como decidió hacer del ciclismo un estilo de vida.

Las bicicletas son su adicción -confiesa- aunque no tenga una propia.

De su “maestro” recuerda una frase que se quedó grabada en su mente: “Sin sacrificio no hay éxito”. Por eso admira el coraje y la entrega del retirado ciclista español Alberto Contador.

Pero fue a los 16 años cuando tomó la resolución de vivir del ciclismo, justo después de ganar la prueba de ruta en unos Juegos Nacionales, en 2013.

Su primera y única experiencia internacional se la brindó el Equipo Bolivia, en 2016. Se trata de un conjunto profesional boliviano, el primero de ese país de categoría continental, creado en 2017 y  dirigido por Laudelino Cubino. Pero decidió dejar dicha escuadra debido a discrepancias en el calendario de competencias y a la falta de pago.

Así fue como regreso a Ecuador para unirte al Team Movistar Ecuador. Santiago Rosero recuerda que un día Jefferson lo llamó para que le abriera un espacio en el conjunto telefónico y sin pensarlo se lo dio.

Se unió al Team Ecuador hace cuatro años, pero en poco tiempo se convirtió en un referente de este grupo. Ha ganado en las vueltas a Guatemala y la carrera de la Caixa en Brasil. El año pasado fue campeón de la montaña en la Vuelta a Nariño, en Colombia -entre grandes ciclistas de ese país- y en la 38 edición de la Cascade Cycling Classic, en EE.UU.

Esta será su última temporada pedaleando en la división sub-23, ya que desde 2019 competirá en la élite.

Su objetivo es Europa. Anhela que el título suramericano le abra las puertas a equipos de ese continente,  tal como ocurrió con Richard Carapaz y Jonathan Narváez, quienes se unieron a las filas del Movistar de España y Quick Steep de Bélgica, respectivamente, con categoría World Tour. (I) 

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