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Quienes practican ESTE RÉGIMEN ALIMENTICIO dicen que es una alternativa para purificar el cuerpo

“Somos vegetarianos desde que estuvimos en el vientre de mamá”

Jorge Fuentes, Guadalupe Carvajal y Alia Milena Yépez preparan los alimentos para su almuerzo. Choclo, nabos, champiñones y tomates serán parte de su dieta. Foto: María Elena Vaca / EL TELÉGRAFO
Jorge Fuentes, Guadalupe Carvajal y Alia Milena Yépez preparan los alimentos para su almuerzo. Choclo, nabos, champiñones y tomates serán parte de su dieta. Foto: María Elena Vaca / EL TELÉGRAFO
14 de mayo de 2015 - 00:00 - María Elena Vaca

La refrigeradora de la familia Fuentes-Carvajal es verde, pero no por el color del artefacto, sino por los productos que guardan dentro. Un atado de perejil, otro de cilantro, además de ‘tongos’ de acelga, apio, nabo chino y fundas de arveja compiten en la despensa,  donde no hay espacio para carne, pollo o queso. En vez de ello, en el congelador reposan bolsas de gluten (harina de trigo) y tofu (harina de soya) que ellos mismos elaboran.

Los Fuentes-Carvajal son vegetarianos. Oswaldo Fuentes y Cecilia Carvajal  lo son  desde hace más de 30 años y de hecho esa filosofía de vida los unió como pareja. “Cuando conocí a Cecilia le dije: Mira yo soy vegetariano; y ella me contestó: No como carne”, recuerda Oswaldo.

En cambio, sus hijos Jorge (30), Pamela (32) y Dindayal (19) son vegetarianos  desde que estuvieron en el vientre de la madre. En el período de gestación, Cecilia se alimentó con máchica, habas, fréjol y arroz de cebada. La mujer, de voz dulce y ojos vivaces, cuenta que lo hizo para cuidar el cuerpo de sus hijos porque considera que al no ingerir carne animal, el cuerpo y la sangre de sus hijos es limpia, pues para ella, además de que los animales sufren al morir, en la mayoría de casos les inyectan químicos perjudiciales para la salud. Ellos son sanos.

Oswaldo cuenta que sus hijos  recibieron una sola vacuna cuando nacieron y no más, nunca han sido hospitalizados. “Han tenido gripes y resfríos, pero son sanos, al contrario de otros chicos que se enferman a cada momento. Jamás han sufrido de anemia”.

¿Qué significa ser vegetariano? La pregunta deja pensativa a Cecilia. De pronto, con firmeza y elevando la voz, contesta:  “Es la pureza física y mental”. Cree que se debe respetar a los animales y a la naturaleza, y que no se debe sacrificar a un animal para la subsistencia humana cuando pueden hacerlo con alimentos de la propia tierra que son ricos en proteínas, como fréjol, soya, arveja, lenteja, entre otros.

Ellos viven así, de frente a las montañas. Es sábado por la mañana y el imponente volcán Cotacachi cobija su vivienda de construcción  rústica (paredes de ladrillo visto y madera).

La familia tiene un huerto en su casa, en donde cultiva frutillas y tomates. Foto: María Elena Vaca/ EL TELÉGRAFO

El verdor del coloso -que se observa por los grandes ventanales- parece un cuadro colgado en la sala principal de la vivienda, ubicada en el barrio San Alfonso.

Oswaldo cree que ser vegetariano no es solo no comer carne, sino que comprende toda una filosofía de vida. “Es un sistema de energía, que permite captar las cosas, sentir a los seres que gozan y viven con nosotros”. Por ello asegura que  se vuelven más sensibles y receptivos ante el mundo.

La puerta principal de la casa mide más de 2 metros y es de vidrio, hay grandes ventanales para que ingrese la luz porque la claridad bloquea las malas energías. En un costado de la sala principal hay una chimenea, como símbolo de unión familiar. Allí la familia se reúne en las tardes. “El fuego repele las cosas malas y es símbolo de paz”, manifiesta Pamela, la mayor de los hijos.  

Para los chicos no ha sido sencillo convivir con la filosofía que  adoptaron sus padres desde antes que ellos nacieran, sobre todo cuando a Pamela le tocó estudiar y trabajar en Quito. En la capital estuvo sola.

Admite que a ratos le resulta incómodo porque sus compañeros y amigos no entienden que no come productos animales, pero busca adaptarse, consume los mismos alimentos de su grupo de amigos, pero sin carne. Para ella, una parrillada siempre será el choclo,  las habas y el queso, al igual que un plato de fritada que lo define como el mote, maduro, tostado y papas. A veces, la proteína animal la sustituyen con el gluten y la soya. En apariencia física, el gluten se asemeja a una suela de zapato y, en cambio, el tofu  a una rebanada de queso blanco.

Ya preparados, en el paladar de un carnívoro, pasan por una porción de fritada, hornado, pescado o incluso carne frita. En el sabor hay que ser muy minucioso para notar la diferencia, pues lo preparan con los mismos condimentos de la comida tradicional.

Su  textura es mucho más blanda. Huelen a maíz o soya.

En Cotacachi (Imbabura) son muy pocas las familias vegetarianas, pero todas se conocen. Comparten recetas para elaborar quimbolitos de sémola (harina de trigo gruesa) o mayonesa que en vez de huevo lleva tofu. Los productos salen de la mata a la olla. Construyeron un  huerto, en donde siembran limón, guaba,  tocte,  tomate de árbol, higo y hierbas medicinales. Lo que más disfruta la familia es preparar los alimentos. Prefierenalimentarse de lo tradicional mote, choclo y tostado, pero a Oswaldo le gusta la pizza.

“Lo más difícil de ser vegetariano es que te acepten, por la incomodidad que eso conlleva, sobre todo cuando te invitan a comer”, dice Jorge, el segundo hijo de la familia. A diferencia de sus hermanos, jamás ha comido carne, a pesar de que  ha sentido curiosidad. “Mi cuerpo no tolera, una vez, por equivocación, sentí la carne, pero la devolví”.

Para Jorge, el vegetarianismo implica respeto a la vida animal, mantener el cuerpo limpio y liviano. Esta familia combina el vegetarianismo con técnicas de relajación y concentración espiritual como el bhakti yoga (devoción a Dios o un ser divino). “El vegetarianismo  incide en la formación espiritual, cambia la forma de vivir, sentir y de relacionarse”, concluye Jorge, para quien dejar de ser vegetariano es impensable. (I)

Datos

La nutricionista Carmen Ayala señala que en su consulta son muy pocas las personas vegetarianas que sufren de problemas de salud como anemia.

La especialista afirma que los vegetarianos sustituyen con los granos la ingesta de proteínas. Asegura que el fréjol, la lenteja y la arveja son fuentes ricas en proteína y minerales.

Por lo menos una vez  a la semana, se recomienda que los vegetarianos consuman -por ejemplo- pescado. Este alimento es una fuente rica en minerales, nutrientes y grasas omega 3.

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