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El proyecto empezó con 30 pequeños y ahora la cifra sobrepasa los 35 mil. la educadora tuvo al mejor maestro: su padre

“Imagínese que a la Casa de la Cultura llegue el libro ‘Tengo 2 papás’”

Rosita Pogo ha leído todos los textos de la biblioteca infantil para armar los programas y “explotar” al máximo sus mensajes y recrearlos con teatro o canto. Fotos: Gerónimo Altamirano
Rosita Pogo ha leído todos los textos de la biblioteca infantil para armar los programas y “explotar” al máximo sus mensajes y recrearlos con teatro o canto. Fotos: Gerónimo Altamirano
13 de mayo de 2015 - 00:00 - Gerónimo Altamirano Hernández

El verdadero amor de Rosa Pogo son los libros. No se desprende de ellos desde que su padre Lauro Rafael la sentaba junto con sus 7 hermanos para oír las historias, cuentos y relatos que de niña escuchó en su natal Loja.

Lo hacía todas las tardes después del trabajo, cuando ellos ya habían jugado horas y horas al trompo, al vale, a la rayuela, las escondidas y a todo lo que era entretenimiento en esa época, desde el enorme patio que tenía su antigua casa ubicada en el tradicional barrio Garay.

El patio se ha trasladado hasta el segundo piso de la Casa de la Cultura a través del programa de animación de la lectura ‘Sueños de Papel’, en donde Rosa fomenta valores y buenas costumbres. En las actividades lúdicas que promueve cobran vida los cuentos de autores como Charles Perrault, Oscar Wilde, Hans Christian Andersen, Los hermanos Grimm, Ana María Matute, entre otros.

“La idea es que los niños se acerquen a los libros de manera divertida y sin presión”, cuenta Rosita (como la llaman los pequeños), quien inició el programa hace 6 años con 30 niños, cifra que ha aumentado con el pasar del tiempo y hoy asciende a más de 35 mil, según el reporte de 2014.

Para Rosita, liderar Sueños de Papel es una manera de rendirles tributo a sus padres, quienes a pesar de venir de un hogar modesto, trabajaron en lo que podían para sacar adelante a sus hijos, mientras le fomentaban las buenas costumbres y el respeto hacia los demás.

“Mi padre no era maestro ni nada por el estilo, pero sí fue nuestro mentor de vida. En cada cuento o anécdota había una buena enseñanza. Amaba la lectura como nadie. El hacía que todas las cosas sean divertidas. Incluso, los sábados nos reunía a todos en el patio para que laváramos la ropa en lavacaras de colores. Para nosotros era como un juego más”, recuerda.

Tampoco olvida a su tía Luchita, una mujer con vocación de maestra que le enseñó a recitar. “Con ella conocí a Rubén Darío a través de ‘A Margarita Debayle’ o a Rafael Pombo con ‘La pobre viejecita’. Mi tía era única. Cuando nos mandaba a dormir, ella nos llamaba calladitos para leernos algún libro en su cama, ahí toditos metidos debajo del toldo sin hacer ruido”, dice.

Rosita perdió a su papá cuando iniciaba sus estudios secundarios y esto la volcó más a los libros. Antes de graduarse lideró un proyecto de alfabetización en sectores rurales de Guayaquil.

El proyecto lo retomó antes de licenciarse en Párvulos al unirse al Programa de Alfabetización Intergeneracional ‘Los años mágicos’, que María del Carmen Ordóñez realizaba en Bajada de Chanduy, en la provincia de Santa Elena. “Aquí lo hicimos a través del rescate de las historias de tradiciones del sector para que los adultos cuenten a los niños del sector todas esas leyendas, mientras ellos las ilustraban con dibujos”, recuerda.

Los libros que se leen en Sueños de Papel son seleccionados por Rosita Pogo. Generalmente hay temáticas según la fecha, sea cívica, ancestral o cultural.

Después se unió a la Asociación Pro Lectura del Ecuador (organismo donde estuvo por corto tiempo) lideró talleres de capacitación para bibliotecarios del Sistema Nacional de Bibliotecas y maestros del Ministerio de Educación y demás instituciones.

Fue durante ese trabajo que conoció a Ruth Garaicoa, quien por décadas dirigió la biblioteca de la Casa de la Cultura del Guayas, atendiendo una invitación para capacitar al personal de la institución.

Antes de su jubilación, Garaicoa convenció a Rosita para que se entreviste con la recientemente posesionada presidenta del organismo, Rosa Amelia Alvarado. A ella le propuso  reabrir la sala de lectura según su metodología, obteniendo como respuesta un “¡Hágale!”.

De eso ya han pasado casi 6 años desde que se inauguró el programa Sueños de Papel y ahora son cientos los que sábado a sábado acuden con sus padres a la sala.

Este lugar es como un enorme salón de clases, pero mucho más divertido. Aquí los chicos cuentan con diferentes espacios de lectura y recreación como ‘La Bebeteca’, ‘El túnel mágico de la literatura’, ‘El Teatrín de los sueños’, la Biblioteca infantil y el ‘Corredor Mágico’, lugares en donde también participan sus padres.

Las temáticas de la semana son escogidas cuidadosamente por la docente para que los niños tengan acceso a una información que vaya de acuerdo a su edad,  entorno y que fomente el respeto y tolerancia.

“El tema sobre la tolerancia religiosa, cultural, social, de género y hasta de identidad los hemos tratado con los niños. Creo que desde pequeños hay que hacerlo y saber hacerlo. Por eso es que pedimos siempre que los padres estén presentes para que escuchen lo que decimos y vean cómo lo hacemos”, refiere.

Hasta el momento no ha tenido ningún inconveniente en tratar estos temas dentro del programa, aunque en alguna ocasión le vetaron ciertos libros en un taller para una empresa privada. “Imagínese que a la Casa de la Cultura llegue el libro ‘Tengo dos papás’. Sé que es un tema duro para nuestra sociedad que aún está tratando de entender algunas cosas. Pero por algo hay que empezar y creo que esta es la mejor manera de hacerlo”. Y es que para esta educadora, la lectura es la única herramienta que tiene el ser humano para entender el mundo, crear nuestro propio juicio y sacar conclusiones.

“Solo hay que ver cómo está el mundo solo por pensar o vivir diferente. El respeto y la tolerancia se han perdido y en ese camino mucha gente ha salido lastimada. Aquí hemos tratado el tema de identidad sexual que, personalmente creo que no es un asunto de elección, sino de que estas personas ya nacen así. Cuántos niños no se han quitado la vida por no aguantar la presión de la sociedad”, asegura.

Además de los libros infantiles, Rosita disfruta de autores como Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Ángeles Mastretta, Julio Cortázar, Mario Benedetti o el recientemente fallecido Eduardo Galeano.

Rosita confiesa que no existe clave para escoger un buen libro, pero un referente válido es el que “conmueva” o atrape desde la primera página. “Hay que leer más y más hasta que se dé cuenta cuál es el mejor para uno”, dice la maestra. (I)

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