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Este apacible barrio está a 12 km de Lloa, al suroccidente de la capital

Palmira atrae a los amantes de la naturaleza y a los ciclistas de montaña

Palmira está rodeada de vegetación frondosa. Su clima cálido atrae a muchos visitantes, la mayoría del sur de Quito. Es apacible y libre de contaminación. Fotos: Andrea Rodríguez
Palmira está rodeada de vegetación frondosa. Su clima cálido atrae a muchos visitantes, la mayoría del sur de Quito. Es apacible y libre de contaminación. Fotos: Andrea Rodríguez
19 de mayo de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

A Palmira llegan los ciclistas de montaña con las piernas ‘amortiguadas’ de tanto pedalear. El silencio en este barrio, ubicado al suroccidente de Quito, es casi sepulcral.

Apenas se escuchan los ladridos lánguidos de un perro sin dueño que juguetea con uno de los ciclistas que se detiene a descansar a escasos metros de la única tienda que hay en Palmira, un barrio rodeado de una vegetación frondosa y circundada por pendientes lastradas que atraen a los amantes del pedal que dejan sus vehículos en la parroquia de Lloa para recorrer 12 kilómetros en bicicleta hasta Palmira.

Los pocos visitantes que transitan por este sitio, donde se pierde la señal del celular, suelen detener sus vehículos a pocos metros de la tienda de María Mosquera para preguntar dónde está Palmira.

La tienda se ha convertido prácticamente en un centro de información turística. “Disculpe señora, ¿dónde queda Palmira?, pregunta un conductor que perdió el rumbo.

La respuesta es casi inmediata: “Aquí señor, aquí mismito es”, responde María.

Palmira es, en realidad, un sitio de paso: no hay parques ni plazas y los pocos caseríos están casi deshabitados. No hay escuelas ni iglesias y su número de habitantes se puede contar con los dedos de la mano.

Es tan pequeño que todos se conocen y se ayudan mutuamente.

En las proximidades de Palmira están las piscinas del barrio de Urauco, un lugar que es administrado por la organización Aguas Termales del mismo nombre.

El nombre de una hacienda

Palmira está situada cerca de la Hacienda Mirafuente, de donde provienen los toros de lidia para las ferias taurinas.

Cuando ocurrió la erupción del Guagua Pichincha, en 1999, los pobladores de Palmira y del barrio Urauco, a pocos metros de allí, fueron evacuados al Cinto. “Dejamos botadas las casas, pero gracias a Dios no pasó nada”, dice María, propietaria de la tienda. Esta mujer de tez morena, curtida por el sol, recuerda que participó en varios simulacros.

Apenas se activaban las sirenas, salían con cuidado de los caseríos, siempre con una pequeña mochila con ropa y víveres. En ese tiempo, la tranquilidad de esta zona se trastocó.

En Palmira, la mayoría de sus habitantes madruga. A las 05:00 ya están en pie para empezar el ordeño y las faenas agrícolas, actividades que mantienen ocupados a sus habitantes.

Las pocas familias que viven en esta zona venden leche y queso en el sur de Quito, donde tienen compradores fijos. Aunque los fines de semana reciben la visita de los ciclistas y amantes de la naturaleza, Palmira no es un sitio turístico.

El único lugar que recibe visitantes es Urauco, un barrio cercano que tiene una piscina, a donde se llega tras recorrer alrededor de 12 kilómetros, desde el parque central de Lloa, por la carretera Lloa-Mindo, hasta llegar a la hacienda Palmira.

Este complejo turístico es administrado por la organización Aguas Termales de Urauco.

La zona es frecuentada por pedalistas porque reúne las condiciones para practicar ciclismo de montaña. Muchos descansan en la tienda de María Mosquera.

Las aguas no son calientes, pero reconfortan los cuerpos cansados de los quiteños que acuden a estas piscinas. Wilson Correa, representante de esta organización, comenta que los días de mayor afluencia turística son los sábados y domingos.

Algunos viajan en sus propios vehículos y otros toman un bus desde el sur de Quito hasta Lloa para luego alquilar una camioneta hacia Palmira, situada cerca de las piscinas de Urauco.

La vía que conduce a Palmira está asfaltada en un 40%, el resto es lastrado. Situado a 2.694 metros de altura, Palmira tiene un clima agradable, aunque al atardecer la temperatura desciende.

Andrés Benalcázar, ciclista, frecuenta esta zona porque reúne las condiciones para practicar ciclismo de montaña. Deja su vehículo en Lloa y desde allí se dirige en bicicleta hasta Palmira, son alrededor de 12 kilómetros. “La idea es llegar a Palmira y descansar allí un chance y luego retomar el camino hasta río Blanco”.

Jairo Morales, 25 años, también conoce Palmira por su afición al ciclismo. Es propietario de un local especializado en ese deporte y desde que conoció Palmira, recomienda a otros visitarla. Con frecuencia hace una parada en la tienda de María Mosquera. “No todos conocen este lugar, rodeado de montañas. Pocos sitios son tan tranquilos”, afirma Jairo. (I)

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