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El Telégrafo
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Cuando la preseas olímpicas sirven para pagar las cuentas

Cuando la preseas olímpicas sirven para pagar las cuentas
10 de agosto de 2012 - 00:00

La ambición de cada uno de los 10 mil atletas que participan en los Juegos Olímpicos de Londres en representación de 204 países es colgarse la medalla de oro. Para eso se prepararon cerca de 4 años.

La presea dorada en Gran Bretaña está compuesta, realmente, en su mayoría de plata y pesa 412  gramos. El 1,34% es realmente metal dorado; es decir, alrededor de 6 gramos de oro.

El resto está conformado, como decíamos, por un 93%; además de un  6% de cobre. Fundidas y vendidas al valor actual de mercado esas materias primas tendrían un valor aproximado de 650 dólares.

Por su parte, la medalla de plata (integrada por 93% de plata y 7% de cobre) valdría 335 dólares.  El galardón de bronce está elaborado  principalmente en cobre y su valor sería inferior a  los 5 dólares.

Las medallas olímpicas de 2012 se elaboraron con alrededor de 9 toneladas de metal proveniente de las minas de Río Tinto, la Kennecott UtahCopper en Salt Lake City y la mina Oyu Tolgoi en Mongolia.

El artista británico David Watkins creó el diseño para la parte frontal de la medalla. La otra cara muestra a Niké, la diosa griega de la victoria, emergiendo del Partenón.

La Real Casa de la Moneda en Gales del Sur acuñó las medallas en un proceso de 10 horas que requirió un horno a 760ºC y cerca de mil  toneladas de peso en una prensa especial. Las 2.300 medallas fueron custodiadas en la Torre de Londres hasta el inicio del evento olímpico.

La máxima cita del deporte mundial no ha entregado preseas de oro sólido desde 1912, cuando se disputó en Estocolmo (Suecia).

Medallas a subasta

Una presea tiene, pues, desde luego  un valor más simbólico para los campeones olímpicos y sus fans. Las reventas son raras, pero cuando ocurren, el precio asciende a más que su composición original. En la historia hay algunos ejemplos de atletas que lograron comercializar sus logros deportivos.

La medalla de oro ganada por Mark Wells, miembro del equipo de Estados Unidos de hockey sobre hielo que ganó en 1980 la final, en una victoria conocida como el “Milagro sobre hielo”, recabó 310.700 dólares en una subasta.

Wells trabajó como gerente de un restaurante de Rochester Hills (Michigan) tras su retiro del hockey, que dejó por sus constantes problemas de espalda.

Él sufre de una rara enfermedad genética de sus discos de la columna vertebral. La enfermedad lo ha tenido en cama por años, pero se las arregló para intervenir en 2002 en el juego de reunión “Milagro sobre hielo” en contra de las órdenes del médico. El deportista vendió su medalla de oro a un coleccionista privado  en el otoño de 2010. Con ese dinero financia el tratamiento médico al que está sometido.

Otro deportista que utilizó su presea en subasta fue el nadador estadounidense Anthony Ervin, medallista en 2000. Logró reunir 17.000 dólares y con eso ayudó a las víctimas que dejó el tsunami del océano Índico en 2004.

Tras doce años de ausencia, el norteamericano de 30 años logró inscribirse en una nueva edición de los Juegos Olímpicos y es parte de la delegación de nadadores.

También  Ken Spain, miembro del equipo estadounidense de baloncesto que en 1968 alcanzó la presea dorada, logró venderla por 26.000 dólares el año pasado. Sin embargo, no todas las medallas son una venta fácil.

La estrella del atletismo Tommie Smith, célebre por levantar el puño en un saludo del “Poder Negro” en los Juegos Olímpicos de 1968 para rechazar la marginación en la que vivían los afrodescendientes, fue criticado por los medios cuando ofreció su medalla de oro para subasta en 2010.

Smith todavía tiene la medalla, luego de que nadie cumpliera el mínimo de puja de 270.000 dólares que esperaba recaudar.

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