Los vecinos de La Comuna y La Gasca aún reparan sus heridas a un año de la tragedia ocurrida el 31 de enero de 2022. La tarde de ese día la lluvia desbordó la quebrada El Tejado y trajo consigo un aluvión de lodo, rocas y escombros que cubrió las calles de los dos populosos barrios de Quito. 

29 personas que se encontraban en los alrededores fallecieron ese día. 380 resultaron afectadas y 38 viviendas fueron destruidas o registraron daños materiales. Además resultaron deteriorados bienes públicos como postes de alumbrado, calles y lugares recreativos de la zona. 

Patricio Sanguña recuerda las pérdidas de ese día. Él vive en la Comuna Alta, a pocos metros de la quebrada. El deslave destruyó su negocio de telecomunicaciones y sus herramientas de trabajo. 

Él recuerda haber llegado poco antes de las 17:00 a su domicilio, cuando escuchó un estruendo en los alrededores. Miró por la ventana y observó que su camioneta era arrastrada por una ola de aproximadamente cuatro metros. El agua y el lodo empezaron a colarse en su casa. Su vehículo fue encontrado días más tarde, a ocho cuadras, como chatarra. 

Sanguña quedó atrapado junto a su familia, mientras los vecinos y las autoridades retiraron el lodo y las piedras de sus alrededores. Las herramientas de su trabajo -que se encontraban en el primer piso de su hogar- resultaron en una pérdida total. 

Dos cuadras hacia abajo se encuentra la cancha de ecuavóley de La Comuna, que en el instante del aluvión reunía a un grupo de personas en la práctica deportiva. Hoy una pancarta recuerda a las 23 personas que fallecieron tras ser arrastradas por la corriente en ese lugar. 

Lourdes Armas asiste a su madre en una pequeña residencia ubicada en la cancha de la Liga Barrial de la Comuna. Ellos están a cargo del cuidado y mantenimiento de ese lugar. El sitio fue uno de los lugares designados por las autoridades para apilar los escombros del desastre. Un año más tarde, luce como una cancha nueva, con las tribunas pintadas, los arcos renovados y luminarias para la actividad nocturna. 

Ella recuerda que el agua y el lodo cubrieron la totalidad de los graderíos que dan acceso a la cancha y estuvo un día encerrada con su familia hasta que pudiesen retirar los escombros del lugar. Ese día, la destrucción de los postes dejó a los habitantes de esta zona sin luz ni señal telefónica. 

Más abajo, en la avenida de La Gasca, Daniel Brucil pasea a sus dos mascotas en un pequeño parque que fue remodelado por el Municipio de Quito, después del aluvión. El departamento en donde vive no resultó dañado, pero junto a su familia se unió a la minga de la comunidad en las labores de limpieza, retiro de desechos por las calles y ayuda con alimentos e implementos a los afectados. 

Tanto Armas como Brucil expresan que durante los aguaceros está latente el temor de que otro deslave pueda ocurrir en los dos barrios de la capital. 

Sanguña hoy preside un Comité junto a los vecinos de La Comuna, en el que dialoga permanentemente con personal del Municipio de Quito y la Secretaría de Riesgos para implementar las obras que evitarán que otra tragedia ocurra.

“Implementamos las alarmas comunitarias y hacemos oficios constantes al Municipio de Quito para que los trabajos no sean tardíos. Gracias a Dios hasta ahora ha funcionado”, ,menciona. 

A más de las obras para reparar las áreas verdes y las casas afectadas, las autoridades construyeron nuevos diques de contención en la quebrada y a esta fecha el personal del Municipio realiza trabajos para destapar uno de los dos colectores que se encuentran bajo las residencias de La Comuna. 

Este martes 31 de diciembre, el barrio realizará un acto conmemorativo para recordar a los fallecidos, agradecer la solidaridad de los ecuatorianos que brindaron donaciones y al personal de instituciones públicas que apoyaron en los rescates.

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida por Diario El Telégrafo (@el_telegrafo)