En este feriado visita la Amazonía, el mundo Avatar ecuatoriano
Mientras el país se divide entre playas y montañas, la Amazonía invita a los visitantes a vivir una aventura diferente: adentrarse en un ecosistema que genera el 20 % del agua dulce del planeta y donde cada especie, visible o diminuta, sostiene la vida. Ahí, el turismo ecológico, la cultura ancestral y la conexión espiritual con la naturaleza se entrelazan para ofrecer una experiencia que no se olvida.

El eco de la selva
El sonido que produce caminar sobre hojas secas se mezcla con los cantos de las aves y uno que otro mono que se pasea por las ramas de los imponentes árboles del Parque Perla, en Lago Agrio, Sucumbíos, una de las cinco provincias de la Amazonía ecuatoriana.
 Miro a mi alrededor y estoy rodeada de vegetación, levanto mi cabeza y siento que las copas de los árboles tocan el cielo. No hace falta cubrirse del sol. Ellos son la visera natural que opaca los 35 grados centígrados que registra el termómetro ambiental de mi celular.
Un déjá vu en la jungla
El recorrido sigue y mientras más me interno en la selva viene un déjà vu. Esto ya lo vi. ¿Dónde? En 2009, en una sala de cine de Quito, donde la película Avatar abría la cartelera y copaba toda la audiencia.
 Al igual que en Pandora, el mundo ficticio de la película, la Amazonía es un santuario de biodiversidad donde la selva respira y late con una energía palpable. Cada árbol, cada rincón, esconde secretos ancestrales de los pueblos que llegaron antes de la civilización, quienes entendían que desde los microorganismos como los hongos, pasando por las pequeñas hormigas hasta las aves y el jaguar, todos están conectados en una red intrincada de vida.
Un organismo que sostiene al planeta
Es como si la selva misma fuera un organismo consciente, respirando en armonía con el cosmos y brindando beneficios para la humanidad, aunque ella no sea correspondida.
 La cuenca amazónica genera entre el 16 % y el 20 % del agua dulce del planeta, contiene el 25 % de la biodiversidad terrestre, más especies de peces que cualquier otro sistema fluvial, 6.000 especies de animales y 40.000 de plantas, según datos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Aquí, en este ecosistema por donde camino, se descubre una nueva especie cada tres días.

Guía para los visitantes
Cómo llegar desde Quito:
El Parque Perla se encuentra en Lago Agrio, provincia de Sucumbíos, a unos 270 kilómetros de la capital. El viaje dura entre 7 y 8 horas por carretera. Se puede tomar la ruta Quito–Papallacta–Baeza–Lago Agrio, una travesía panorámica que atraviesa montañas, ríos y bosques húmedos. También hay vuelos desde el Aeropuerto Mariscal Sucre hasta el Coca, después el viaje hasta Lago Agrio se realiza vía terrestre.
Valor de la entrada:
El ingreso tiene un costo de USD 3 para adultos y USD 1,50 para niños y adultos mayores. Los recorridos guiados y las actividades de observación de fauna pueden contratarse dentro del parque o a través de operadores turísticos locales.
Recomendaciones:
- Llevar zapatos cómodos para caminar y resistentes a la humedad.
- No alimentar ni acercarse demasiado a los animales silvestres.
- Contratar guías locales acreditados para aprovechar al máximo el recorrido.
- Evitar el uso de plásticos de un solo uso.
- Respetar los senderos señalizados y la vegetación.
¿Qué hacer en el Parque Perla?
Caminatas ecológicas
Hay varios senderos interpretativos que recorren bosques primarios y secundarios, donde se pueden observar árboles gigantes, bromelias, orquídeas y hongos. Los guías locales explican la importancia de cada especie y cómo las comunidades amazónicas las usan para su medicina y alimentación.

Avistamiento de fauna
El parque es el hábitat de felinos, tucanes, loros, monos, ardillas, perezosos, mariposas y ranas de colores. Es un punto ideal para practicar birdwatching, especialmente en las primeras horas del día, cuando el bosque despierta con su coro natural.

Paseos en canoa
Dentro del parque y sus alrededores existen lagunas naturales y zonas de río donde se pueden hacer paseos en canoa o kayak. Algunos recorridos permiten avistar caimanes y tortugas en su entorno natural, siempre acompañados por guías especializados.

Intercambio cultural con comunidades
Cerca del parque viven familias kichwas y shuar, que ofrecen talleres de artesanías, danza, gastronomía tradicional y medicina ancestral. Algunos recorridos incluyen visitas guiadas a sus centros comunitarios.

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— El Telégrafo Ecuador (@el_telegrafo) October 31, 2025
