El gobierno brasileño de Michael Temer anunció este viernes el cierre de la mitad de las comisarías de la policía pacificadora en las favelas de Rio de Janeiro, un proyecto que generó grandes esperanzas para combatir la violencia en la ciudad pero que llevaba años agonizando.

El programa nació en 2008, con la mirada puesta en el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, cuando el gobierno de Rio decidió limar su estrategia de guerra a los traficantes de droga instalando en esas comunidades empobrecidas las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPP), pensadas para ser una policía de proximidad.

Al principio, los índices de violencia se redujeron en esas áreas, pero a partir de 2013 las UPP empezaron a acumular denuncias de actuaciones arbitrarias y corrupción y, según un estudio de la propia Policía Militar, "perdieron el control" en buena parte de las favelas, plagadas nuevamente de tiroteos y de enfrentamientos entre traficantes y agentes.

"Nadie quería cerrar las UPP. ¿Pero esas unidades estaban, de hecho, cumpliendo sus objetivos? Vamos a ser realistas, ya no lo estaban haciendo", dijo este viernes el ministro de Seguridad Pública, Raul Jungmann, al apuntar que ese cierre permitirá que más agentes patrullen las calles de Rio.

"Debemos hacer una reformulación, reducir y mejorar las unidades que están en condiciones para llevar más patrullaje a las calles y colocar destacamentos que permanecerán dentro de las favelas", añadió.

Cerca de la bancarrota y sumido en un espiral de violencia, el estado de Rio se encuentra bajo intervención militar desde febrero por decreto del presidente conservador Michel Temer.

La decisión de cerrar 12 de las 38 UPP y de fusionar otras siete era un secreto a voces y fue tomada por el gabinete de esa intervención en base al estudio elaborado por la Policía Militar.

"Hubo una expansión mayor de la que el estado podía mantener con los recursos que se tenían (...) Eso degradó gran parte de las UPP", argumentó Jungmman, resaltando que las inversiones en salud y educación que debían haber acompañado el desembarco de la policía no llegaron.

La prensa asegura que entre las unidades afectadas por esta reforma están las de Rocinha, la mayor favela de Rio y que vive bajo fuego cruzado desde septiembre pasado, o la de la cinematográfica Ciudad de Dios.

Aunque las UPP estaban en estado crítico desde hace años, su cierre parcial genera muchas dudas en las favelas, donde vive un cuarto de la población de Rio. (I)