“Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie”, señala el mensaje de clausura del Sínodo de los obispos católicos sobre la familia, que terminó ayer tras dos semanas de debates.

Los obispos concluyeron su cita con la aprobación de la ‘Relatio Synodi’, como se llama el documento final de la asamblea, en el que se propone acoger “con respeto y delicadeza” a los homosexuales y acompañar a los divorciados.  

El documento fue convalidado  punto por punto por los 183 “padres sinodales”, aquellos obispos y cardenales con derecho al voto. El texto fue divulgado por petición del papa Francisco.

La oficina de prensa del Vaticano explicó que el documento aprobado ayer es un texto de propuestas de los obispos sobre el cual hay que trabajar durante un año de cara al sínodo de octubre de 2015, que también abordará el tema de la familia.

En el tema de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, en el sínodo expresaron su decisión de que sobre esta cuestión se profundice en el futuro.

Otro de los puntos aprobados, aunque con 62 votos contrarios, fue el relativo a los homosexuales. La mayoría aprobó que “los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza” y que se “evitará cualquier marca de discriminación”.

Sin embargo, los obispos subrayaron “que no se pueden establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

 El papa Francisco proclamó, al final del Sínodo extraordinario sobre la familia, que en esta asamblea no se ha puesto en entredicho la “verdad fundamental” del “sacramento del matrimonio: la indisolubilidad”.

El cardenal Gianfranco Ravasi, quien presidió la comisión que redactó el texto, indicó que “la Iglesia debe ante todo acoger, estar lista a escuchar y comprender los cambios de la sociedad; pero por otro lado tiene una identidad y un mensaje”.