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Rostros y voces de los “primeros indignados”

Rostros y voces de los “primeros indignados”
04 de septiembre de 2011 - 00:00

En el verano de 2009 un grupo de doce ecuatorianos, con una pancarta que decía Asociación Juan Montalvo, caminó desde Valencia a Madrid, en España. Estaban “hipotecados” con los bancos e hicieron la caminata para pedir una moratoria en el pago de los miles de euros. Por aquel entonces el problema de las hipotecas no era aún tan visible y cuando pasaban por pueblos de la España profunda y rural, los vecinos que los veían caminar se echaban las manos a la cabeza; algunos conductores que iban por los caminos vecinales les pitaban y otros hasta se paraban y les animaban a seguir adelante.

“A por los banqueros sinvergüenzas”, les decían. Los casi 400 kilómetros que recorrieron a pie, bajo temperaturas de entre 30 y 40 grados, terminaron en el Congreso de Diputados. Con los pies destrozados y el cuerpo curtido por el sol entregaron su proyecto a un par de políticos de partidos minoritarios, pero afines a la inmigración. Nada pasó.

Ese mismo año se supo también que Segundo Quiñones, un colombiano asfixiado por su hipoteca, había decidido ayunar y acampar en la Moncloa, el lugar de residencia del presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Montó una tienda de campaña y la amobló con una colchoneta, libros y bujías de luz a gas. “No me moveré de aquí hasta que no tenga una solución concreta. Y si no me la dan, les invito a mi entierro”, fueron sus palabras cuando los medios de comunicación alternativos se preocuparon por su caso.

04-09-11-actualidad-indignados3Pasaron más de siete meses sin respuesta y lo único que consiguió durante este tiempo fue tener una ambulancia que lo vigilaba día y noche. Ninguno de los presidentes que en ese tiempo se reunieron con el mandatario español y pasaron por su lugar de protesta se interesó por su caso. “Sarkozy no me quiso ni mirar, solo algunos ministros se detuvieron a leer las pancartas, pero no se bajaron de los vehículos”, recuerda Quiñones.

Un blog recogió estas primeras manifestaciones cuando el Gobierno español todavía defendía que la crisis era una tormenta pasajera. Erick Játiva, un ecuatoriano dedicado a la informática, montó la página www.anticrisis.es, motivado por la cantidad de hogares, como el suyo, que tenían que afrontar el problema de las hipotecas de forma aislada. En solo una semana el blog se llenó de testimonios y solicitudes de asesoramiento. Nació así “Ahorcados por la Hipoteca”, la primera plataforma creada en el Estado español para reunir a los hogares con hipotecas imposibles de pagar.

El hecho más numeroso fue quizás la concentración que organizó ese año la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos en España (Conadee). Los ecuatorianos afectados por las hipotecas caminaron por el centro de Madrid hasta llegar a la sede de Caja Madrid, uno de los bancos que concedió más hipotecas a los inmigrantes.

Es claro, como se ve, que los extranjeros en España fueron los que empezaron, en 2009, a pelear con los bancos por las hipotecas que superaban los 200.000 dólares. No eran los únicos afectados, pero sí fueron los más vulnerables. Fueron las principales víctimas de la “crisis del ladrillo” que estalló en 2008. La mayor parte de los jefes de hogar estaba conformada por obreros de la construcción que perdieron el trabajo cuando la burbuja inmobiliaria reventó.

Los bancos contribuyeron al crecimiento de esa burbuja; ellos, los tasadores, los agentes inmobiliarios y los constructores especularon todo lo que pudieron y vendieron pisos nuevos y otros de segunda mano por toda España. Los inmigrantes se quedaron con los departamentos de segunda mano, dinamizaron ese mercado y fueron víctimas de un sinnúmero de arbitrariedades.

Aida Quinatoa, presidenta de la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos en España (Conadee), fue una de las víctimas. Junto con su esposo había decidido dejar de alquilar y visitaron una inmobiliaria. En pocos días les dijeron que tenían un par de pisos que se ajustaban a sus necesidades; uno de ellos era fantástico: tres habitaciones, balcones, casi 80 metros cuadrados de construcción. Dijeron que sí sin pensarlo mucho y se activó la solicitud de la hipoteca con el banco con el que la inmobiliaria trabajaba.

Uno de los primeros problemas que tuvieron los inmigrantes y por lo que se sometían a lo que los bancos les decían era la falta de un ahorro previo que bajara sus cuotas mensuales. Las entidades financieras empezaron a dar hipotecas por el 100% del precio de la vivienda y, además, les daban más dinero para que pudieran hacer las reformas necesarias. Todo era tan fácil, les aceptaban simples cartas de los empleadores donde se indicaba lo que ganaban... muchas de éstas tenían sueldos inflados.

Aida y su esposo firmaron una hipoteca por el valor completo de la vivienda, 240.000 euros, y la trampa vino después. Los agentes les dijeron que el propietario del inmueble que habían visto se había echado para atrás. Pero como ya habían firmado la hipoteca y no podían devolverla tan fácil, les dijeron que vieran otro piso que tenían disponible; entonces les llevaron a un minúsculo departamento de 40 metros cuadrados, interior, en pésimas condiciones y en un barrio mal comunicado de Madrid. La pareja se quedó con el piso por el miedo de tener que pagar una penalidad al banco por devolver la hipoteca.

04-09-11-actualidad-indignados2Hubo muchos más abusos, incluso se puso de moda un sistema de avales cruzados, que permitía que desconocidos se avalen entre sí. Una inmobiliaria que montaron un ecuatoriano y un español vendía pisos a extranjeros con esta modalidad. Hacía que dos compradores, sin ningún parentesco o relación, se avalaran mutuamente y que firmaran las hipotecas al mismo tiempo. Lo único que les unía era el hecho de ser inmigrantes y que la red de avales solidarios -como la llamaban los agentes- les permitía acceder a un garante y a una hipoteca.

Cuando vino la crisis, estos últimos fueron los más perjudicados, porque aunque el deudor estuviera al día con sus cuotas, el banco empezaba a perseguir por la deuda del que había avalado. El acoso de los bancos fue tan brutal que no solo  congelaban las cuentas sino que contrataron empresas como Cobralia, que se encargaba de acosar telefónicamente a los “hipotecados”. Se adueñaron hasta de las prestaciones por desempleo que recibían los deudores en sus cuentas bancarias. Esto provocó gran malestar en la comunidad de migrantes, indefensa ante los bancos.

Gustavo Fajardo, abogado de la ONG América, España, Solidaridad y Cooperación, empezó a liderar una plataforma de personas afectadas  por las hipotecas. La mayoría eran inmigrantes, pero también llegó uno que otro español a las asambleas. Este grupo empezó a buscar soluciones judiciales al problema. La dación en pago fue la más habitual. Consiste en  entregar el inmueble a la entidad financiera y saldar la deuda.

Pero esta fórmula no duró mucho tiempo, los bancos no querían quedarse con los pisos. Querían dinero. Como la Ley de Hipotecas no les impide “sangrar” al “hipotecado”, los bancos no tuvieron ningún reparo en hacerlo. Empezaron los embargos, las subastas a mitad de precio y el resto de la deuda se la endosaban al “hipotecado”. Entonces la persona perdía el piso y encima se quedaba con una deuda de por vida.

La predicción del Consejo General del Poder Judicial es que entre 2011 y 2012 habrá 300.000 ejecuciones de hipotecas. Esto generará un gran drama social, sobre todo de las familias que tengan hijos menores y no puedan pagar el alquiler de una vivienda digna. Como las 15.491 que fueron desahuciadas por los bancos en el primer trimestre de 2011, o las 500.000 que en los últimos cuatro años han entrado en una situación de ejecución hipotecaria, quedando en total desamparo.

El Gobierno ecuatoriano en este asunto siempre ha dado su apoyo a los compatriotas “hipotecados”. Rafael Correa, en su última visita a España, en mayo de 2010, dijo durante una reunión con los migrantes en la Universidad Complutense de Madrid: “En Europa hay unas hipotecas bien peculiares, que atentan contra los derechos humanos y estamos estudiando llevar el caso a los tribunales internacionales”.

Aquella tarde el presidente Correa se mostró preocupado ante la posibilidad, apuntada por sus compatriotas, de que los bancos españoles trataran de cobrarse la deuda hipotecaria embargando propiedades en Ecuador. Alguno de los asistentes afirmó que el banco les había amenazado con ejecutar embargos en su país si se marchaban de España. “¿Cómo van a creer que en Ecuador se les va a cobrar la deuda? Primero, eso es imposible; segundo, así sea posible jamás se hará, es una barbaridad”, dijo el Presidente.

Gloria Sabando, ex Superintendenta de Bancos y Seguros de Ecuador, visitó España poco después del presidente Correa y dijo en una entrevista publicada por el diario El País que la hipoteca era “un contrato privado, entre la persona y la institución.

04-09-11-actualidad-indignados4Queda a responsabilidad de ellos cancelar esa deuda, bien a su vuelta o en España. De ninguna manera el banco español puede perseguir a esta persona en Ecuador. El compromiso se adquirió allá y fue calificado por el banco de España. La responsabilidad es de ambas partes, no solo del deudor”, y reiteró que la opción de una internacionalización de las deudas no es posible porque no existen acuerdos que lo permitan.

La esperanza de las personas que tienen hipotecas que les pesan como losas no está en las palabras de los políticos en España, sino en logros judiciales como el fallo de la Audiencia Provincial de Navarra, que se dictó en enero de este año. Este tribunal aplicó el artículo 7 del Código Civil: el principio de buena fe y el ejercicio antisocial del derecho.

Según el criterio del juez, no es moral que las entidades de crédito olviden el valor de tasación que ellos mismos aprobaron en el momento en el que adjudicaron la vivienda, y lo sustituyan por otro mucho más bajo que hace que el acreedor no sólo se quede sin piso, sino con una deuda en ocasiones mayor.

Pero, mientras se resuelven las batallas judiciales, las que han adquirido más protagonismo son las acciones ciudadanas para parar los desahucios. Las primeras expresiones  de resistencia se vieron en Barcelona y fueron alentadas por personas que trabajaban en el ámbito de los derechos a la vivienda de diferentes colectivos, como V de Vivienda y las Oficinas de Derechos Sociales.

El movimiento 15-M, el de los indignados que se tomaron la Puerta de Sol en Madrid, fortaleció este activismo. Las asambleas fueron a los barrios y fortalecieron el trabajo de las asociaciones vecinales y entidades como Conadee, que continúan con la defensa de los “hipotecados”. Aida Quinatoa se ha convertido en la portavoz de la plataforma en Madrid.

El 15 de junio la organización logró paralizar el desahucio de una vivienda en el madrileño barrio de Tetuán. Fue el primer desalojo bloqueado por la sección madrileña de este movimiento. Un cordón humano impidió que la policía desalojara a Anmar Khalilm, otro extranjero asfixiado por el banco.

Las acciones de los indignados han promovido un cambio en la conciencia social de los españoles. Las pequeñas luchas de los inmigrantes agobiados por la crisis ahora ya no se hacen en solitario. Ellos fueron los “primeros indignados” que trataron de hacerse escuchar con caminatas, blogs y huelgas de hambre. Ellos fueron los primeros que notaron que los edificios que muchos habían levantado con sus manos se vinieron abajo. Los “primeros indignados”.

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