Dilma Rousseff fue derrocada por el Senado brasileño para dar paso a la asunción de su vicepresidente, Michel Temer, quien la traicionó oficialmente en mayo y provocó la ruptura institucional que coloca una agenda de derechas en la principal economía latinoamericana, tras 13 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

El juicio político del Senado que terminó con su destitución deja al descubierto su ilegitimidad porque se trata de una jugada maestra de oportunismo, que tuvo la colaboración de la propia mandataria el año pasado, cuando por las alertas de la crisis económica y las protestas en su contra perdía aliados en la base parlamentaria.
Con 61 votos a favor y 20 en contra, el Senado destituyó -como se esperaba- a Rousseff que calificó el hecho como una “herida de muerte a la democracia, un golpe sin crimen”.

En 1970, Rousseff fue condenada por los tribunales militares por luchar contra la dictadura a tres años de prisión. Ahora, fue expulsada por delitos contra la Constitución.
“Es el segundo golpe de Estado que enfrento en la vida. El primero, el golpe militar, apoyado por las truculencias de las armas y la tortura, me alcanzó cuando era una joven militante. El otro es ahora, por una farsa jurídica me derrocan del cargo para el cual fui elegida por el pueblo”, sostuvo.

La coalición que la condenó, sin embargo, mostró sus primeras grietas y prácticamente admitió que la decisión fue política y no jurídica cuando votaron para inhabilitar a Rousseff por 8 años como castigo por violar la ley fiscal. En esta segunda ronda 42 senadores se inclinaron por inhabilitarla, 36 votaron a favor de mantenerle los derechos y hubo 3 abstenciones, por lo que no se aprobó la moción.

“Lo que ocurrió en Brasil, el golpe parlamentario mediante un delito de responsabilidad forzado es una alerta para todos los países de la región. Cuando algo ocurre en Brasil muchas veces se expande”, dijo a EL TELÉGRAFO el abogado de Rousseff y exministro de Justicia, José Eduardo Cardozo.

‘Golpe’ rememora la dictadura de 1964 contra Joao Goulart

Antes de la sesión de votación y luego de tres meses de suspensión de Rousseff, la oposición cargó contra la mandataria por el “conjunto de la obra”, ya que los delitos atribuidos son poco entendibles para el brasileño medio. “Se acaba el populismo y el bolivarianismo en Brasil”, dijo el senador Ronaldo Caiado, ganadero del ultraderechista Demócratas, en un vano intento por unir la crisis de Venezuela con la conspiración brasileña.

Los parlamentarios que apoyaron a Rousseff en la votación rememoraron la historia y compararon esta situación con el golpe militar de 1964 contra Joao Goulart. “Canallas, canallas, canallas, condenando a una presidenta inocente. Van a quedar marcados en él”, dijo el senador Lindbergh Farias, del Partido de los Trabajadores.

Temer, en un acto en el que fue arropado por sus aliados a los que les debe el cargo, asumió en una ceremonia sin gritos y pocos aplausos. Estaban los 61 senadores que lo elevaron a presidente, muchos de ellos  ganarán cargos para su gente de confianza, como prometido, a cambio del voto condenatorio a Rousseff por tres créditos suplementarios sin pasar por el Congreso y por entregar subsidios considerados créditos de bancos públicos.

El PMDB toma el poder que perdió en las urnas

El nuevo presidente, que gobernará hasta 2018, es un habilidoso político que conoce los pasillos del poder como pocos, es el séptimo presidente de Brasil desde el fin de la dictadura militar, en 1985, aunque llegó al cargo en forma indirecta y bajo el signo de la “traición”.

Nacido en Tieté, interior de San Pablo, Temer es un abogado constitucionalista y es presidente licenciado del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), la fuerza más grande de Brasil que siempre ha participado del oficialismo.

El destino reservó al PMDB, otra vez, ser protagonista en una elección indirecta. En 1985, la dictadura terminó con una votación indirecta en el Congreso, de la que surgió José Sarney, tras la muerte del electo Tancredo Neves.

Posteriormente, el electo Fernando Collor de Mello, quien cayó con un juicio político fue sucedido por su vice, Itamar Franco, del PMDB. Ahora se repite el rol del partido que tuvo su inicio en la confrontación, dentro del sistema, a la dictadura. Rousseff habló en su alegato final que existen el “PMDB bueno” y el “PMDB malo”.  

Temer escribe poemas, los publica y tiene una vida que ya llamó la atención de los programas de chimentos: está casado con Marcela Tedeschi Araújo, exestudiante de derecho 43 años menor que él, con quien tuvo a su hijo Michelzinho.

Desde que el 12 de mayo asumió como interino luego de que el PMDB se aliara a la oposición, Temer implementó una agenda de centroderecha, básicamente el programa del candidato derrotado en 2014, Aécio Neves: el primer objetivo será la reforma jubilatoria e intentar hacer la laboral, resistida por los sindicatos. Este cambio de rumbo -incluso en política externa- le valió a este abogado constitucionalista, hijo de libaneses, ser el blanco de protestas callejeras en las grandes ciudades y hasta en los estadios de los Juegos Olímpicos de Río con carteles “Fuera Temer”.

La ambición de Temer se hizo evidente cuando el trámite de juicio político estaba en marcha y, por un supuesto error, se difundió un audio en el que se lo escucha dando por terminado el gobierno de Rousseff y explicando tópicos del plan que pondrá en marcha una vez asumida la presidencia.

Rousseff siguió al lado de colaboradores y del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva el debate previo a la votación crucial sobre su mandato. Una hora después convocó a la prensa para hacer una declaración rodeada por los parlamentarios que la defendieron.

“Volveremos. No se trata de un adiós, sino de un hasta luego”, afirmó la mandataria, quien prometió resistencia, en medio de lágrimas tras ser la primera mujer elegida presidenta de Brasil. “Haremos la oposición incansable que un gobierno golpista merece”, sostuvo la ahora exmandataria.

El PT apelará

Uno de los asesores de Rousseff, el exministro Miguel Rossetto, planteó el panorama que se viene: el gobierno interino hablará de deuda recibida, de que hay que hacer sacrificios. Pero para el PT habrá dos momentos, la apelación de la sentencia ante la Suprema Corte y el inicio de las campañas ‘Elecciones Ya’ y ‘Fuera Temer’.

El expresidente Lula da Silva también es la carta para jugar una anticipación de elecciones, pero su situación está bajo asedio judicial, algo que puede impedirle ser candidato.

De todos modos, como dijo el senador Paulo Paim, del PT de Rio Grande do Sul y dirigente del movimiento negro, la primera opción es ‘Lula 2018’. Y con él una de las salidas es formar un frente de izquierdas al estilo uruguayo que recupere la movilización popular que hoy captan los movimientos sociales.

Rodeado el Palacio de la Alvorada por cientos de militantes de los movimientos sociales que gritaban “Dilma guerrera, de la patria brasileña”. Hubo fuegos artificiales en los barrios más ricos de Brasil, Leblón en Río de Janeiro e Higienópolis y Morumbí en Sao Paulo.

Rousseff, antes de retirarse con lágrimas hacia el interior del Palacio, de donde saldrá en los próximos días, dejó el mensaje al mundo progresista denunciando también la reacción de la misoginia y el machismo en el país contra las libertades civiles conquistadas durante el gobierno del PT. “No tengamos rencor. Volveremos”. (I)

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SEMBLANZA

El 14 de diciembre de 1947 nace Dilma Vana Rousseff en Bello Horizonte.

De ideología marxista, estuvo presa durante la dictadura, sufrió torturas (1970-1972).

En 1977 se gradúa de economía en la Universidad de Rio Grande do Sul.

En 2000 se une al Partido de los Trabajadores (PT).

Fue ministra de Energía (2003-2005), ministra-jefe de gabinete (2005-2010).

En 2009 se le diagnostica cáncer linfático.

En 2011 fue elegida como la primera presidenta de Brasil.

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