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El Telégrafo
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Punto de vista

Ni 'Pray for Bagdad' ni "Je suis Estambul'

Ni 'Pray for Bagdad' ni "Je suis Estambul'
04 de julio de 2016 - 00:00 - Fernando Ehlers. @fernandoehlers1

Dos ataques terroristas perpetrados por el Estado Islámico en Turquía e Irak durante la semana pasada han dejado más de 150 muertos, centenares de heridos, y agravan la ya compleja situación en Medio Oriente.

Ambos eventos demuestran que las mayores víctimas del terrorismo perpetrado por grupos islámicos radicales son, justamente, civiles musulmanes que sufren la violencia en sus propios países sin recibir la atención mediática que sí reciben los ataques terroristas en occidente.

La cobertura mediática de cada evento depende de dónde ocurra el mismo.

Parecería que mientras más “blancos” (europeos, australianos o estadounidenses) mueren en un ataque terrorista, más cobertura recibe este, y en consecuencia, más ‘solidaridad’ encuentran sus víctimas en redes sociales.

Los ataques contra la revista francesa Charlie Hebdo cobraron la vida de 12 personas. Inmediatamente, el Facebook se pintó con la bandera francesa y surgió la frase ‘Je suis Charlie’ (Yo soy Charlie). Se realizaron masivas marchas y vigilias en el mundo entero.

11 meses más tarde, 130 murieron en ataques en distintas zonas de París. Una vez más, en todo el mundo occidental las banderas se izaron a media asta y el Facebook otra vez se pintó de azul, rojo y blanco.

Pero, ¿por qué no ocurre lo mismo tras los atentados de esta semana, ocurridos en países de mayoría musulmana?

Primero, hay que ver si llegamos a enterarnos de estos ataques, que rara vez consiguen una primera plana en nuestra prensa.

Prácticamente las únicas noticias que recibimos de esos países tienen que ver con muerte y terrorismo: hemos perdido la sensibilidad hacia el dolor de estos pueblos, precisamente porque nos hemos acostumbrado a la violencia en sus tierras.

Existe un profundo sentimiento racista y religiosamente intolerante que muchos occidentales guardan y que se refleja en la ausencia de publicaciones empáticas en redes sociales hacia ciudadanos de estos países predominantemente musulmanes.

Es evidente que para Occidente existe mayor afinidad cultural con Francia que con Irak, pero la indignación ante la muerte de inocentes no debería tener nacionalidad.

Es difícil encontrar un ‘Pray for Bagdad’, o  ‘Je suis Estambul’ en el Facebook. Por otro lado, la salida de Messi de la selección argentina parece ser un golpe del que muchos no podrán recuperarse.

La importancia que los medios dan a cada noticia sin duda moldea la opinión pública, y aunque parezca que su influencia ha disminuido con las redes sociales, un titular de noticiero o un artículo de diario siguen estando detrás de las opiniones de millones de usuarios de Facebook.

Poner un like o una carita triste sobre una noticia no va a llevar la paz a Medio Oriente, pero sirve de termómetro para entender cómo piensan y sienten las nuevas generaciones, mucho más interconectadas y aparentemente informadas, pero -sobre todo- mucho más influenciables por los titulares y noticias que la prensa occidental decide que son dignos de poner en primera plana. (O)

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