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Jefe de Estado decretó tarifazo y eliminó subsidios

Mauricio Macri, el heredero de Menem

El presidente argentino, Mauricio Macri, decretó desde este mes otra alza de 148% a las tarifas eléctricas.
El presidente argentino, Mauricio Macri, decretó desde este mes otra alza de 148% a las tarifas eléctricas.
Foto: AFP
14 de febrero de 2017 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Argentina

“Si yo decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”. La frase, matizada con una sonrisa, le pertenece al expresidente argentino Carlos Menem (1989-1999), dirigente peronista que en su campaña electoral se mostró como un verdadero heredero del histórico caudillo Juan Domingo Perón.  

Pero su fidelidad al movimiento de masas más grande de Sudamérica le duró poco y nada. Al asumir el poder escondió bajo llave las llamadas ‘20 verdades peronistas’, la primera de las cuales reza: “la verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”.

En sus 10 años de mandato, Menem olvidó esas “verdades” ideológicas del partido fundado por el tres veces presidente de los argentinos y adhirió en cambio a un modelo neoliberal que modernizó los servicios públicos a fuerza de un festival de privatizaciones, ajustes y corrupción, dejando a un puñado de ganadores y un tendal de desocupados que engrosaron las estadísticas de pobreza.

El resultado es muy conocido: dos años después su herencia económica y la incapacidad de su sucesor Fernando de la Rúa (1999-2001), cuyo partido Unión Cívica Radical integra hoy la alianza oficialista Cambiemos, provocaron el peor estallido social en la historia del país austral con una veintena de muertos y cinco presidentes en una semana.

Al dejar Menem la presidencia, los empresarios lo amaban. Uno de ellos, Mauricio Macri, que lo había votado en su reelección en 1995 como él mismo admitió y que por entonces era presidente del popular club Boca Juniors, no dudó en elogiarlo por televisión cuando le preguntaron cómo definiría al exjefe de Estado: “el gran transformador”, dijo.

Macri aprendió mucho de él. No solo porque el emporio económico fundado por su padre, el empresario italiano Franco Macri, fue uno de los grandes triunfadores de esa década neoliberal, sino por sus estrategias políticas. Las impuso 16 años después durante su propia campaña presidencial con promesas que sabía que incumpliría y negando medidas de ajuste que sus detractores denunciaban que tomaría apenas asumir el poder.

Pero, ¿en qué cosas Macri hizo lo contrario de lo que prometió hacer o no hacer? El 15 de noviembre de 2015, durante el debate televisivo con su rival “kirchnerista” Daniel Scioli a una semana del balotaje, el actual presidente fue lapidario: “no vamos a devaluar, ni ajustar, ni sacar los subsidios (sociales y a los servicios públicos), no tenemos previstos tarifazos. No vamos a echar a nadie de su trabajo”.  

Esta frase, sumada a otras promesas como quitar el impuesto a las ganancias a los salarios de los trabajadores fijado por el “kirchnerismo” y que hoy pagan más empleados que antes, inclinaron la balanza hacia la alianza Cambiemos tras una década de avances en materia social pero con severos errores en el manejo de la economía y un modelo que terminó por implosionar dinamitado desde adentro por sonados casos de corrupción que involucraron a varios ministros y hasta el vicepresidente.

En poco tiempo, Macri borró de un plumazo varias de sus promesas. El “no vamos a devaluar” dio paso a una depreciación de la moneda de casi el 40% apenas pisó su despacho de la Casa Rosada tras terminar con el control de cambios del anterior gobierno, como había anunciado.  

El “no vamos a ajustar” se convirtió en un plan de recorte de gastos en todas las áreas del Estado. Su promesa de no imponer “tarifazos” y mantener los subsidios a los servicios públicos -que tenían costes muy retrasados y que el “kirchnerismo” prometía ajustar de manera escalonada- pronto mutó en aumentos de 400% promedio en el primer semestre de su gestión en las boletas de luz, agua y gas después de un intento fallido de imponer incrementos de más de 1.000% en algunas zonas del sur del país, donde en invierno las temperaturas llegan a 20 grados bajo cero. Desde este mes rige otro aumento en la energía eléctrica que oscila entre el 60% y 148% y se espera un ajuste de 50% en el gas para abril.  

El “no vamos a echar a nadie de su trabajo” quedó sepultado bajo los escombros de miles de empleados estatales despedidos (a los que acusó de ser “grasa militante” del “kirchnerismo”) y un ejército de trabajadores privados que quedó en la calle en su primer año de mandato producto de la recesión.

El gobierno, en boca de su ministro de Trabajo, Jorge Triaca, admitió que se esfumaron 120.000 empleos. Pero la peronista Confederación General del Trabajo (CGT) estima que la cifra real es de 400.000.

Los nuevos pobres son 1,4 millones, según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, llevando el índice a 32,2% en contraste con su promesa de “pobreza cero”.  

Pero, ¿en qué cumplió Macri? En un puñado de ítems: quitar el control cambiario, normalizar las estadísticas oficiales que fueron maquilladas hasta el hartazgo por el “kirchnerismo”, aprobar una “Ley del arrepentido” y extender las asignaciones familiares (subsidios) a los hijos de los trabajadores independientes.

El exsuperministro de Economía de Menem, Domingo Cavallo,  el “padre” del modelo de convertibilidad que impuso a cada dólar el valor de un peso durante el “menemismo”, se animó a comparar  ambas presidencias: “Macri ha logrado generar una muy buena imagen externa de Argentina. Es parecido a lo que pasó con el gobierno de Menem: a pesar de que la situación interna era complicada, logramos revertir la imagen externa”.

Hoy Macri, aun sin aquellas recordadas patillas del caudillo neoliberal-peronista, se parece cada día más a Menem. “Si yo les decía a ustedes hace un año lo que iba a hacer y todo esto que está sucediendo, seguramente iban a votar mayoritariamente por encerrarme en el manicomio”, dijo Macri en junio pasado. Casi dos gotas de agua. (I)

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