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Las memorias de Gates inquietan a la Casa Blanca

Las memorias de Gates inquietan a la Casa Blanca
10 de enero de 2014 - 00:00

El libro no ha salido todavía al mercado, pero las memorias de Robert Gates, exsecretario de Defensa de Estados Unidos, ya están generando una intensa polémica en Washington por sus críticas al liderazgo del presidente, Barack Obama.

En el documento de casi 600 páginas, llamado Duty: Memoirs of a Secretary at War (Servicio: memorias de un secretario en guerra, por sus siglas en inglés), Gates afirma que el mandatario dudaba del éxito de la estrategia estadounidense en Afganistán, desconfiaba de ciertos comandantes militares y “no soportaba” al presidente afgano, Hamid Karzai. Eso sin contar las palabras que guardó para Joe Biden, el vicepresidente, de quien dijo que “se equivocó en casi todos los temas importantes de política exterior y seguridad nacional en las últimas cuatro décadas”, destaca AFP.

Gates recuerda su frustración durante un encuentro en particular del Consejo de Seguridad Nacional en marzo de 2011, cuando Obama mostró su enfado con los militares por filtraciones a la prensa, en una aparente acusación al general encargado de dirigir la estrategia en Afganistán, David Petraeus, quien en 2012 renunció al cargo tras admitir una relación extramatrimonial.

La polémica que ha suscitado el libro no solo radica en sus argumentos sino en el hecho de que es inusual que un exsecretario, y en particular uno de tanta importancia como el de Defensa, publique una crítica tan severa de quien hasta hace poco había sido su jefe.

Robert Gates, además, es un político republicano de particular relevancia en Washington: ha trabajado con ocho presidentes y fue el primer líder del Pentágono en servir bajo dos mandatarios opuestos, el republicano George W. Bush y el demócrata Barack Obama.

Todo eso llevó a que la Casa Blanca se viera obligada a ponerse rápidamente a la defensiva con una estrategia que contó con al menos tres elementos: agradecer a Gates por su servicio, acto seguido rechazar sus argumentos y finalmente darle un giro al asunto para favorecer al gobierno.

Ese giro consistió en admitir que las divergencias que describe Gates no son inusuales en los debates internos del gobierno y, por el contrario, forman parte de algo que fomenta el mandatario. En la rueda de prensa diaria de la Casa Blanca, el portavoz Jay Carney resaltó el miércoles que Obama espera “escuchar puntos de vista conflictivos de todos los miembros de su equipo de seguridad nacional”.

Carney agregó que el presidente escogió a un “equipo de rivales” para escuchar opiniones divergentes y que está agradecido de haberlo conseguido en temas de política exterior y doméstica.

Al mismo tiempo, Carney se sumó a la vocera del Consejo de Seguridad Nacional, Caitlin Hayden, en agradecer a Gates por sus años de trabajo y rechazar sus críticas. Ambos portavoces argumentaron que el vicepresidente Biden es “uno de los estadistas más importantes de su generación y ha contribuido al avance del liderazgo de Estados Unidos en el mundo”.

Carney también defendió la misión de Obama en Afganistán diciendo que el presidente sí tiene fe en ella y en los soldados.

Ese argumento es sensible por el peso que tiene Gates cuando habla de guerras. El exsecretario, que se retiró en 2011, es visto en Estados Unidos como un político consumado que abordó la Secretaría de Defensa en un momento clave, en medio de las dos problemáticas guerras de Afganistán e Irak.

Esa experiencia también le permitió, en algunos casos, hablar bien de Obama, a quien calificó como un “hombre de integridad personal”. Y en un argumento clave, que no ha sido reportado tan ampliamente como las críticas, también le dio crédito al mandatario por aprobar el ataque contra Osama Bin Laden en Pakistán, al que él se opuso inicialmente. Gates escribió que fue “una de las decisiones más valientes que he visto en la Casa Blanca”.

Gates no olvida a Hillary Clinton, exsecretaria de Estado, de quien dice que confesó a Obama que se había opuesto a la estrategia de George W. Bush a fines de 2007 de enviar refuerzos a Irak por motivos políticos.

REPUBLICANO PIDE DISCULPAS TRAS ESCÁNDALO

El gobernador republicano de Nueva Jersey (este de Estados Unidos), Chris Christie, tuvo que pedir disculpas públicas ayer y despedir a una colaboradora por un escándalo político que pone en jaque sus aspiraciones de llegar a la Casa Blanca en 2016.

“Estoy aquí para pedir disculpas al pueblo de Nueva Jersey (...). Me siento avergonzado y humillado”, dijo Christie en una conferencia de prensa anunciando el despido de una alta responsable de su gabinete, Bridget Anne Kelly, acusada de haber orquestado el bloqueo de un puente neoyorquino para vengarse de un alcalde demócrata que no apoyó la reelección del gobernador.

El escándalo se remonta a septiembre pasado, cuando varios carriles del puente George Washington, una arteria esencial que une a Nueva Jersey con el noroeste de la ciudad de Nueva York, estuvieron cerrados durante varios días en medio de la campaña de reelección de Christie, provocando embotellamientos.

Mark Sokolich, el alcalde demócrata de la ciudad de Fort Lee, vecina del puente del lado de Nueva Jersey, vio en ello una venganza por su negativa a apoyar a Christie, que quiere mostrarse como un político capaz de atraer adeptos de ambos partidos con la mirada puesta en la elección presidencial de 2016.

Una serie de explosivos correos electrónicos publicados el miércoles por NBC New York y The New York Times mostró cómo una colaboradora de Christie concibió los cortes del puente tres semanas antes de que estos tuviesen lugar.

“Es el momento de que haya problemas de tránsito en Fort Lee”, escribió el 13 de agosto Bridget Anne Kelly a David Wildstein, un amigo de colegio del gobernador y responsable de la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey, que controla los puentes.

“Entendido”, respondió Wildstein, que activó los cortes presentándolos como un “estudio de tráfico” y no previno al alcalde de Fort Lee.

Este lío dejó muy mal parado a Christie, que ayer aseguró no haber estado al tanto de la maniobra, la que calificó de “completamente inaceptable”. (AFP)

 

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