Ocho candidatos de nueve partidos políticos disputarán mañana la presidencia de Honduras, con el derechista Juan Hernández y la izquierdista Xiomara Castro en punta en las encuestas, detrás de quienes vienen personajes como un presentador de TV y un general golpista.

Los hondureños también elegirán tres vicepresidentes, 128 diputados, 20 diputados al Parlamento Centroamericano y alcaldías a los 298 municipios del país.

Cuatro de los partidos surgieron tras el golpe de Estado que derrocó en 2009 al presidente Manuel Zelaya, cuyo partido Libertad y Refundación (Libre) postula a su esposa Xiomara.

Hernández, del oficialista Partido Nacional, y Castro figuran como favoritos para relevar al presidente Porfirio Lobo, con un empate técnico (28% contra 27%) en la última encuesta de una empresa independiente, publicada hace un mes.

En tercer plano figura Mauricio Villeda, del derechista Partido Liberal, con un 17%. En un lejano cuarto lugar se ubica con un 7% el presentador de televisión Salvador Nasralla, del Partido Anticorrupción; mientras Orle Solís, de la Democracia Cristiana; Jorge Aguilar, del Partido de Innovación y Unidad Social Demócrata (Pinu-SD); el general retirado Romeo Vásquez, de la Alianza Patriótica Republicana; y el activista de derechos humanos Andrés Pavón, en su conjunto, no reúnen ni el 3% de la intención de voto, según el último sondeo permitido legalmente en el país.

Denuncia de irregularidades
El expresidente Manuel Zelaya denunció las irregularidades en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) sobre el manejo de los escrutinios.

“Están anunciando que van a tener una intervención de actas, clasificando actas de espalda a los partidos (...). Están cambiando las reglas de juego a espaldas nuestras, van a dar resultados a la hora cuarenta minutos de haber cerrado los centros de votación”, aseguró Zelaya, quien alertó que este procedimiento puede generar fallas en la transmisión de los resultados.

Sin embargo, el jefe de la misión de observadores de la OEA, el chileno Enrique Correa, afirmó que no tiene indicios de un posible fraude y que su equipo corroboró que el sistema de escrutinio obedece a los propósitos para los que fue diseñado.

Fin del bipartidismo
En estas elecciones generales, de solo una vuelta, por primera vez está bajo amenaza de ruptura el bipartidismo (Liberal y Nacional), que ha gobernado junto con los militares por más de un siglo.

“El bipartidismo hondureño es hoy el más antiguo en América Latina. Nunca se había dado una posibilidad tan real como la que se presenta para romperlo”, comentó el sociólogo Matías Funes, quien opinó que aunque Castro no gane, su agrupación cambiará la correlación de fuerzas dominada hasta ahora por la derecha.

“Vamos a sentar las bases de una verdadera democracia. Hay que revisar la historia, lo que han hecho (los grupos de derecha) y se verá lo que han hecho contra el pueblo”, declaró Castro, quien dice impulsar un socialismo democrático.

Zelaya, derrocado el 28 de junio de 2009 cuando su gobierno del Partido Liberal giró a la izquierda y se acercó a la Venezuela de Hugo Chávez, fundó Libre con los grupos sociales -sindicalistas, campesinos, maestros- y liberales que protestaron en las calles contra el golpe.

Según los analistas, el golpe cambió la historia política del país al fracturar a la población en dos grandes grupos que se conocen como golpistas y resistencia, cuyas heridas se han reabierto con las elecciones. Además, la participación de nueve partidos muestra el cansancio de la población a la forma tradicional de hacer política.

“Hay un cansancio enorme de la clase política, en Honduras un político entra sin un centavo al Congreso y sale como potentado. Eso desencanta a la población”, afirmó Jaime Flores, activista de derechos humanos de la ONG Casa Alianza.

Adán Palacios, experto de la ONG Monitoreo Electoral, recordó no obstante que, aunque ahora se suma Libre, los dos partidos tradicionales siguen siendo maquinarias para llevar gente a las urnas.

En un país con la tasa de homicidios más alta del mundo, 85,5 por cada 100.000 habitantes, y niveles de pobreza de casi el 70% de sus 8,4 millones de habitantes, las ofertas de campaña han girado en torno al combate de la criminalidad y la generación de empleo.