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1.7 millones de personas evacuadas por Florence

Bob Cavanagh (izq) y Linda Moore (centro) leen dentro del refugio en el Conway High School, Estados Unidos.
Bob Cavanagh (izq) y Linda Moore (centro) leen dentro del refugio en el Conway High School, Estados Unidos.
Foto: AFP
14 de septiembre de 2018 - 00:00 - Redacción internacionales

Sandra López-García no se explica su mala suerte. Ella sobrevivió al huracán María (2017) cuando golpeó su ciudad natal de Bayamón, Puerto Rico. Ahora está en un refugio de emergencia -Conway High School- a las afueras de esta ciudad de Carolina del Sur.

En total, 1.7 millones de personas mantienen la orden de evacuación tras la llegada del huracán Florence que tiene previsto su paso por Carolina del Norte, del Sur, y Virginia, en la costa este de Estados Unidos.

De acuerdo con el diario The Washington Post, el huracán Florence se perfila como el ciclón tropical más peligroso para golpear los EE.UU. en una generación (desde el huracán Hugo en 1989).

Ante la alarma climática, el presidente Donald Trump, así como las autoridades estatales y locales, instaron el miércoles a los residentes que se encuentran en la trayectoria del huracán a que evacuaran sus hogares. Se estima que hoy, cuando la tormenta toque tierra en Carolina del Norte y del Sur, las lluvias produzcan inundaciones catastróficas y anegaciones importantes de los ríos”, advirtió el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés).

Los funcionarios tienden a pecar de cautelosos al decidir si ordenan evacuaciones, explica Kieran Shanahan, exsecretario del Departamento de Seguridad Pública de Carolina del Norte, equilibrando los riesgos de mover a millones de personas y dejarlas en el camino potencial de una tormenta.

“Es mejor volver y limpiar después de la tormenta, recoger escombros, antes que lidiar con lesiones humanas y muertes”, enfatizó Shanahan.

El recorrido previo
El miércoles, los vientos de Florencia se debilitaron. Primero fue un huracán de categoría 3 y luego bajó a una tormenta de categoría 2, pero al mismo tiempo se expandió en tamaño. 

La tormenta continuó ayer avanzando lentamente hacia el noroeste por la mañana y se esperaba que disminuya a lo largo del día, especificó el Centro Nacional de Huracanes en un boletín.

“Podría sentarse allí como un huracán de categoría 3 o 4 en altamar durante un día”, advirtió Brian McNoldy, investigador asociado de la Escuela de Ciencias Marinas y Atmosféricas Rosenstiel de la Universidad de Miami.

The Washington Post agregó que la tormenta revertiría la dirección la próxima semana hacia el norte en Virginia, Virginia Occidental, Maryland, el Distrito de Columbia y Pensilvania.

Además de los fuertes vientos, las lluvias esperadas después de tocar tierra podrían inundar una zona masiva y provocar inundaciones generalizadas.

3 millones sin electricidad
El mayor holding eléctrico de EE.UU., Duke Energy, estimó que hasta 3 millones de personas podrían quedar sin energía en las Carolinas debido a la tormenta.

“Esta no es una tormenta ordinaria, y la gente podría estar sin electricidad durante mucho tiempo”, indicó David Fountain, presidente de Duke Energy North Carolina. “No días sino semanas. Ni siquiera podremos llegar a algunas áreas en días”, señaló.

La ciencia del huracán, nunca exacta, ha mejorado dramáticamente en los últimos años pero las tormentas todavía se comportan caprichosamente.

“El huracán puede comenzar desde el mismo conjunto de condiciones iniciales, y pequeños cambios pueden hacer que los sistemas se desvíen en una dirección completamente diferente”, declaró Rob Young, profesor de Geología costera en la Universidad de Western Carolina. “Esa es la teoría del caos”, explicó Young.

Jeff Byard, un administrador asociado de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, siglas en inglés), manifestó que su agencia agregó recursos a Carolina del Sur debido al ligero cambio en la trayectoria pronosticada de la tormenta.

“Una de las lecciones aprendidas se remonta al Huracán Matthew (2016): no podemos perseguir la tormenta”, dijo Byard.

En la playa de Myrtle Beach, Gabrielle Clarke echó un último vistazo a las aguas engañosamente tranquilas.

Ella y su novio pronto conducirían a casa a Columbia, Carolina del Sur, aproximadamente 2 horas y media al oeste. Llegaron a Myrtle Beach de vacaciones hace una semana, sin tener idea de que podría haber una tormenta.

Su novio, Lorenzo Brown, cree que las autoridades locales reaccionaron demasiado rápido. “Se prepararon un poco temprano”, explicó, y señaló que todas las tiendas de comestibles habían cerrado.

“La gente todavía necesita comprar comida. No podemos comer, así que tenemos que marcharnos”, acotó Brown. (I)

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