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La organización y oenegés denuncian una limpieza étnica por parte del ejército birmano en Rakáin

Escasez de agua y alimentos agrava situación de rohinyás en Bangladés

Musulmanes rohinyás se refugian en campamentos inundados por las lluvias en Thyangkhali, Bangladés.
Musulmanes rohinyás se refugian en campamentos inundados por las lluvias en Thyangkhali, Bangladés.
Foto: AFP
23 de septiembre de 2017 - 00:00 - Agencia AFP

Bangladés | Birmania.-

La situación en Bangladés ha alarmado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a las oenegés, que hicieron un llamado a la ayuda para evitar una catástrofe sanitaria a causa de la escasez de alimentos, de agua y de campamentos llenos de excrementos.

La ONU afirmó ayer que se necesitarán $ 200 millones en los seis próximos meses para hacer frente la “catastrófica” crisis humanitaria de los refugiados musulmanes rohinyás procedentes de Birmania.

“Se dan todas las condiciones para que se declare una epidemia y que esta se transforme en una catástrofe de gran amplitud”, explicó Robert Onus, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF). La oenegé teme que se declare una epidemia de cólera y sarampión.

La violencia en el país asiático se desató el pasado 25 de agosto después de que el grupo insurgente ‘Ejército para la Salvación Rohinyá de Arakán’ (ARSA, considerado terrorista por el Gobierno birmano) atacara varios puestos policiales y cuarteles militares en el estado birmano de Rakáin, los enfrentamientos dejaron más de 400 muertos.

En respuesta, el Ejército inició una operación militar en la zona, calificada por la ONU como “limpieza étnica”, que provocó el éxodo de más de 429.000 rohinyás a Bangladés.

A su llegada a Bangladés, los miembros de la minoría de Birmania se encontraron con campamentos desbordados y se vieron obligados a instalarse en las colinas o bajo toldos al borde de las carreteras. Las lluvias torrenciales caídas en los últimos días transformaron la zona en un lodazal.

“Los campamentos están superpoblados en este momento, literalmente desbordados”, declaró Andrej Mahecic, en Ginebra, el portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), que evocó el riesgo de enfermedades.  

“El terreno es montañoso, sujeto a deslizamientos de tierra y no hay letrinas. Cuando caminamos por el campamento chapoteamos en agua sucia y heces”, explicó Kate White, coordinadora médica de emergencias de MSF.

La minoría rohinyá de Birmania es considerada como una de las comunidades más perseguidas del mundo. Antes de la crisis actual, alrededor de un millón vivían en Birmania, un país que les retiró la ciudadanía y en el que son considerados extranjeros desde 1982.

La primera ministra de Bangladés, Sheikh Hasina, reclamó el jueves ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el envío de una misión de la ONU a Birmania y la creación de zonas de seguridad supervisadas por la organización, a fin de permitir el retorno de la minoría rohinyá.

La primera ministra denunció también la “colocación de minas terrestres a lo largo de la frontera” entre Birmania y Bangladés para impedir el retorno de los rohinyás que huyeron del oeste de Birmania.

“Hemos acogido actualmente 800.000 rohinyás”, afirmó Hasina. “Birmania debe cesar la limpieza étnica”, agregó, precisando que condena “al mismo tiempo todo extremismo violento”. (I)

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