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El Supremo incluye a Temer entre los sospechosos del caso Odebrecht

El presidente de Brasil, Michel Temer (der.), y el ministro de la Seguridad, Raúl Jungamnn (izq.), en una reunión con gobernadores de varios estados.
El presidente de Brasil, Michel Temer (der.), y el ministro de la Seguridad, Raúl Jungamnn (izq.), en una reunión con gobernadores de varios estados.
Foto: EFE
06 de marzo de 2018 - 00:00 - Redacción y Agencia EFE

El ministro de la Corte Suprema, Edson Fachin, aceptó el fin de semana una petición de la fiscal general, Raquel Dodge, de incluir al mandatario de Brasil, Michel Temer, en la lista de investigados, acusados de recibir sobornos de la constructora Odebrecht en 2014.

En su pedido, Dodge citó la confesión de Claudio Melo Filho, exejecutivo de Odebrecht, según la cual Temer, todavía como vicepresidente, de Dilma Rousseff, participó en una cena en la que se discutieron los valores destinados al partido.

El anterior fiscal de Brasil, Rodrigo Janot, negó la inclusión de Temer en la investigación al considerar que los supuestos hechos ocurrieron antes de asumir la presidencia y la Constitución prohíbe investigar a un presidente por delitos cometidos antes de su mandato.

No obstante, Raquel Dodge divergió de Janot y precisó que el presidente “no puede ser responsabilizado en una acción penal mientras dure su mandato”, pero sí puede ser investigado.

Con este requerimiento, Temer será investigado en dos procesos de corrupción en la Corte Suprema.

El nuevo caso relatado por Fachin investiga una contribución de cerca de $ 3’000.000 para el partido de Temer, Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que fue ofrecida durante una cena en el Palacio de Jaburu, residencia del mandatario cuando era vicepresidente.

La investigación de un año está basada en las declaraciones del ejecutivo de Odebrecht, Claudio Mello Filho, quien informó que el núcleo político del PMDB y de la corrupción era formado por Temer,  su mano derecha y jefe de gabinete, Eliseu Padilha, y su secretario general, Moreira Franco.

Según Mello, Padilha negociaba los valores de sobornos y dejaba claro que hablaba a nombre del ahora presidente.

En el primer proceso el mandatario brasileño fue acusado de recibir soborno para apoyar una licitación portuaria, a través de su asesor directo, Rodrigo Rocha Loures, pillado en mayo del año pasado recibiendo una valija con medio millón de reales en efectivo, que se sospecha serían del presidente. El decreto, firmado por Temer, habría beneficiado en la licitación a la empresa Rodrimar.

De acuerdo con un análisis publicado en el diario La Tercera, Temer logró sortear todos los intentos de impeachment en su contra por el Congreso.

Lo que ocurre en el Congreso
El gobernante tiene a su favor una mayoría en el Congreso desde que asumió el poder en mayo de 2016, tras el juicio político a la presidenta de izquierda Dilma Rousseff.

La exmandataria fue destituida, sin pruebas suficientes, por este mismo Congreso por manipulación o maquillaje de las cuentas públicas. Su salida permitió a Temer asumir  una cuestionada presidencia.  

Cabe mencionar que 185 de los 513 diputados son investigados, la mayoría dentro de la devastadora operación anticorrupción Lava Jato sobre la red de sobornos en Petrobras.

“Eso crea una red de solidaridad”, explicó Sylvio Costa, director del portal político Congresso em Foco.

De acuerdo con el diario El Tiempo, la apertura de las investigaciones sobre los congresistas es la primera razón por la que la caída de Temer generaría un efecto dominó y muchos en la Cámara no quieren perder sus fueros privilegiados.

Otra razón por la que lo protegen sería porque Temer prometió sacar a Brasil de la peor recesión de su historia, a través de una serie de ajustes impopulares que pretenden devolver la confianza a los inversores con una reforma laboral, aunque para esto le tocó perjudicar a las clases menos favorecidas.

Por otra parte, aunque Temer ha repetido que no será candidato en las elecciones presidenciales de octubre, en las que Luiz Inácio Lula da Silva, uno de sus enemigos políticos, es el favorito, aún le quedan meses por decidir su candidatura.

No obstante, según un sondeo de Datafolha, el 65% de los brasileños considera que la salida de Temer sería “lo mejor” para el país.

Esta encuesta detalla que solo el 6% cree que su gestión es “buena” u óptima. (I)


El poder de las Fuerzas Armadas aumenta
La intervención federal del estado de Río de Janeiro con el Ejército, en un año electoral, agigantó la presencia de las Fuerzas Armadas en la agenda política de Brasil.

El decreto ratificado por el Congreso de intervención del Ejército encargado de la seguridad pública de Río de Janeiro le dio a los militares un poder para hacer política y administración interna que no tenían desde 1985, cuando terminó la dictadura iniciada en 1964. Es más, Michel Temer, con la creación del Ministerio de Seguridad Pública, hizo un cambio de ministros y dejó, por primera vez en democracia, al de Defensa en manos de un general del Ejército, Joaquim Luna e Silva.

El hombre fuerte del país, hoy por hoy, es el interventor del Ejército en Río, el general Walter Braga Netto, quien reporta directamente al presidente Michel Temer.

Braga Netto puso en funciones el gabinete y por primera vez al secretario de Seguridad de Río, un general, Richard Fernandes. “Somos un laboratorio para el resto de Brasil”, explicó Braga Netto al presentar parte de sus planes de ‘gobierno’, ya que tendrá poderes que dejó, a pedido, el gobernador electo, Luiz Fernando Pezao.

El Ejército por primera vez será jefe de las policías, los bomberos y el servicio penitenciario.

“Debemos estudiar caso a caso”, agregó Temer al ser preguntado si pensaba repetir la intervención en estados del nordeste, con mayores índices de violencia que Río, pero también bastión del opositor Partido de los Trabajadores del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

“Temer puede pensar en las elecciones de octubre, porque cambió el rumbo de la agenda y tiene todo para ganar”, indicó el publicista del presidente y del gobierno, Elsinho Mouco, al afirmar que la intervención levantará el 5% que tiene de popularidad el jefe de Estado, que pertenece al Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), el partido más grande del país.

Temer, exvicepresidente, llegó al gobierno en 2016 luego de pasarse a la oposición y destituir con juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, quien denunció un golpe parlamentario.

La intervención se dio luego de que fracasara su última gran reforma económica, la jubilatoria, reclamada por el sector financiero pero rechazada por más del 70% de la población.

Con la intervención militar, el gobierno encuentra otro discurso. “Temer le quitó un poco de agenda a Jair Bolsonaro”, dijo el  analista político Alberto Almeida, de la consultora Analise. Bolsonaro marcha segundo en las encuestas -primero si Lula es inhabilitado para competir por la condena por corrupción- y es la expresión de la ultraderecha militarista: defiende la homofobia, la dictadura militar y al torturador de Rousseff en la dictadura. (I)

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