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El sendero está repleto de incertidumbre

El sendero está repleto de incertidumbre
23 de septiembre de 2011 - 00:00

En agosto, la prensa palestina anunció que una silla modelada al estilo de las   Naciones Unidas, color azul y grabados en blanco, dedicada al futuro Estado palestino, había sido confeccionada por treinta y cinco artistas palestinos en 48 horas, una alusión al año 1948 en el cual el Estado de Israel fue establecido dando lugar a la “Nakba” (catástrofe) en la narrativa palestina.

Según se anunció, ella recorrería varios países del mundo, incluyendo una escala latinoamericana, para terminar en la sede de la ONU en Nueva York. Si los planes de la Autoridad Palestina son exitosos, en breve podrían comenzar a usarla.

Hoy, el multipresidente de la Autoridad Palestina, del movimiento Fatah y de la Organización para la Liberación de Palestina, el señor Mahmud Abás, solicitará al secretario-general de la ONU la aceptación de Palestina como estado observador o algún otro formato que le permita declarar la independencia palestina.

Con el Líbano presidiendo el Consejo de Seguridad y Qatar dirigiendo la Asamblea General, la AP se siente acompañada. Se estima que alrededor de 140 países reconocerán al nuevo Estado y que un nuevo nivel de relación de Palestina con el resto de la comunidad internacional, surgirá.

O quizás no. Estados Unidos puede usar su veto y estropear el proyecto palestino. O bien puede presionar a otros miembros del Consejo de Seguridad a que no otorguen la mayoría de 9/15 necesaria para que la iniciativa prospere. O puede lograr una postergación de la votación. Al momento de escribir estas líneas, la posición europea era aún incierta.

En cualquier caso, Abás siempre contará con el respaldo de la Asamblea General, en la que históricamente la causa palestina ha recibido un amplio apoyo. Allí cosechará los 2/3 requeridos para que el nuevo Estado nazca… al menos dentro del recinto de la ONU.

De ser aprobado el proyecto estatal, Washington podría optar por cerrar la representación palestina en su país y congelar la asistencia económica de 600 millones de dólares anuales que da a la AP. Israel podría retener los 100 millones de dólares mensuales en ingresos impositivos que debe retornar a Ramala, cerrar las fronteras y anexar las porciones de Cisjordania que controla y sobre las que tiene reclamos históricos en competencia con los de los palestinos.

El Fondo Monetario Internacional hace poco declaró que el Estado palestino futuro será económicamente viable, pero el 89% de lo que la AP exporta va a Israel y el 81% de los que importa proviene de Israel. La independencia les puede costar caro a los palestinos.

De ser rechazada la iniciativa, Abás retornaría a su pueblo con las manos vacías. Ello afectaría su estatura ante las elecciones del 2012 y reforzaría los argumentos de los islamitas de Hamás de que solo la violencia es el camino para la liberación.

Y viceversa: la aprobación de la propuesta palestina, que reclama las fronteras de 1967 (lo cual implícitamente admite la existencia de Israel) sería un repudio al exclusivismo islamita (a menos que sea presentada como parte del mítico Plan por Fases de 1974). En ambos casos, el sendero está repleto de incertidumbres. DAE

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