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El Ramadán inicia en plena crisis en el mundo musulmán
El Cairo.- La mayoría del mundo musulmán inició ayer el Ramadán, mes sagrado de ayuno, que este año se celebrará con los fieles pendientes de los conflictos abiertos en Egipto y Siria, con un clima de creciente hostilidad entre suníes y chiíes en Pakistán y Afganistán.
Con la llegada de la celebración musulmana cesó la violencia en las calles de El Cairo, pero la crisis no cede en la nación árabe. Así la Fiscalía egipcia ordenó la detención del líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badía, y de otros nueve dirigentes por instigar a la violencia frente a la sede de la Guardia Republicana, donde el lunes murieron al menos 51 personas, la mayoría islamita. Este hecho aumentó el clima de tensión desde el derrocamiento del presidente Mohamed Morsi hace una semana.
El portavoz de los Hermanos Musulmanes, Gehad el Haddad, precisó que los líderes encausados hasta ayer no habían sido detenidos y afirmó que el objetivo de la Fiscalía es poner fin a las protestas contra el golpe de Estado.
Por otra parte, el partido Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes, aseguró que no “cooperará con un régimen ilegítimo” y rechazó el ofrecimiento por parte del nuevo primer ministro designado por el Gobierno interino de Egipto, Hazem el Beblawi, de ocupar ciertos ministerios.
Paralelamente, la guerra en Siria, donde los abanderados de la ortodoxia suní (Arabia Saudí y Catar) apoyan sin ambages al universo yihadista que recluta adeptos en el mundo musulmán, ha radicalizado el discurso antichií, que ya no es solo antiiraní.
Si los ataques a fieles chiíes en sus mezquitas o romerías eran frecuentes en las últimas dos décadas en los países de Asia, como Afganistán y Pakistán, más tarde se extendieron a Irak y ahora han llegado a Egipto, donde el 25 de junio un grupo de chiíes fue linchado por una multitud ante la pasividad de la Policía.
La unidad de la “umma” o nación islámica ya es poco más que un eslogan, con unos medios de comunicación que subrayan las discrepancias entre la mayoría suní y una minoría chií (algo más del 10%) concentrada entre Líbano y Pakistán pero que empieza a cosechar adeptos en algunos países árabes.
Sin embargo, el Ramadán es supuestamente siempre para los musulmanes una suspensión transitoria de los conflictos, dado que no solo es un mes de privaciones físicas, sino, además, un mes de piedad y recogimiento en el que, incluso, la mentira y el perjurio están prohibidos.